viernes. 19.04.2024

Liquidez y calores de verano... o viceversa

Con la mirada perdida en ese mar que une a moros y cristianos a través de las pateras andaba yo, cuando mi acompañante de la tumbona de al lado soltó esa frase que cala hasta los hondones: -¿en qué piensas? Es cierto que tuve la respuesta refleja en el punto de salida, la también sagaz: ‘-En nada’, pero bien fuera por no quebrar su autoestima o por hacer méritos para después de comer, pensé que lo más adecuado

Con la mirada perdida en ese mar que une a moros y cristianos a través de las pateras andaba yo, cuando mi acompañante de la tumbona de al lado soltó esa frase que cala hasta los hondones: -¿en qué piensas? Es cierto que tuve la respuesta refleja en el punto de salida, la también sagaz: ‘-En nada’, pero bien fuera por no quebrar su autoestima o por hacer méritos para después de comer, pensé que lo más adecuado sería contestar a la aguda pregunta con algún tema enjundioso como las elecciones que vienen llena de buenas intenciones para todo y todos, las ayudas que se envían incesantemente al cuerno –excepto al de África, claro-, el triste lamento de las farmacias en los tiempos de vacas flacas o, lo que es más atractivo: la rebelión de los chatarreros… pero sea porque me entretuve demasiado en contestar o quizás por un carraspeo inoportuno y pertinaz que se me puso en la garganta, me espetó: ¡si no quieres no me lo digas! con un tono que no auguraba nada prometedor en el futuro próximo. –’En la liquidez’, contesté de inmediato y dando la cara, o sea girándome hacia ella para demostrarle con mi sincera mirada que era verdad lo dicho… y se lo expliqué a mi inquisidora haciendo referencia a una entrevista que había concedido don Mario Conde el día anterior, y que a la pregunta del periodista. ‘Si usted fuera yo, ¿qué haría con mi dinero?’, respondió: ‘Guardarlo. Es el momento de saberlo guardar bien. Porque va a haber una crisis de liquidez.’. Y pasamos los cinco minutos restantes hasta la hora de la tapita comentando tan espinoso y apasionante tema.

Pero he de confesar públicamente que mi respuesta fue una verdad a medias. Es cierto que mi mente andaba por el tema de la entrevista y en concreto por la pregunta y respuesta transcrita pero centrada en uno de sus puntos, el que dice: ‘saberlo guardar bien’, porque nada más leer el consejo mi decisión fue la de ir a mi banco, sacar los dos mil euros y guardarlos… y aquí me paralicé ¿Dónde? No tengo caja fuerte, ni armarios con doble fondo… en los botes de cocina es donde primero miran los malos que entran en las casas, en los colchones ya no es posible, en un libro puede quemarse en caso de incendio, en otro lugar muy oculto puede olvidárseme, si me sucede algo dejo a mis herederos con un palmo, llevar encima todo el patrimonio ahorrado es mucho riesgo… así que tras la gratificante siesta me quedé dormido con la decisión de dejar mis euros donde, creo, que están : en el Banco… y lo que los dioses quieran.

Liquidez y calores de verano... o viceversa
Comentarios