viernes. 19.04.2024

Las cuentas de Puigcercós

NUEVATRIBUNA.ES - 17.11.2010Las campañas electorales que preceden a los comicios autonómicos son campo abonado para que los partidos nacionalistas saquen a relucir la lista de viejos agravios, reales o supuestos, y de demandas pendientes de satisfacer, porque el victimismo suele dar buen resultado en las urnas.
NUEVATRIBUNA.ES - 17.11.2010

Las campañas electorales que preceden a los comicios autonómicos son campo abonado para que los partidos nacionalistas saquen a relucir la lista de viejos agravios, reales o supuestos, y de demandas pendientes de satisfacer, porque el victimismo suele dar buen resultado en las urnas. En ERC, que tanto han utilizado la idea de que España maltrata a Cataluña, no podían dejar pasar la ocasión de hacerlo, y su presidente, en el calor de una arenga, ha señalado que Hacienda acosa a Cataluña mientras en Andalucía ni Dios paga impuestos y Madrid es una fiesta fiscal. Pero los datos utilizados por Puigcercós distan de probar lo que afirma, pues, aunque, en la recaudación de la Agencia Tributaria por vía ejecutiva Cataluña esté por encima de Madrid o de Valencia, los cobros corresponden a contribuyentes morosos con la propia administración catalana, con lo cual el dinero recaudado vuelve a Cataluña.

Pero la inoportuna alusión de Puigcercós no es una frase aislada, sino que, por un lado, expresa el componente nacionalista de señalar un elemento externo que amenaza a la nación idealizada, (Durán Lleida percibe este peligro en el nacimiento de los hijos de los emigrantes, y Alicia Sánchez Camacho, que profesa otro tipo de nacionalismo, se alinea con las tesis de Sarkozy, que, en realidad, son las de Le Pen), y por otro, se inscribe en el archisabido discurso, repetido tanto por Esquerra como por CiU, de que el ente Madrid acosa a los catalanes y que estar en España a Cataluña le sale caro, porque aporta más de lo que recibe.

Uno de los datos que más se utilizan para probar esta afirmación es la balanza fiscal, que indica uno de los flujos monetarios entre territorios, cuyo saldo muestra la generosa contribución de Cataluña a regiones menos favorecidas, pero lo mismo ocurre en Madrid, por ejemplo, y nadie se siente ofendido.

Hay otros datos que expresan la compleja relación económica entre regiones. Uno de ellos es el flujo de personas -no todo es la pela- hacia zonas más desarrolladas como Cataluña, que es “importadora” de fuerza de trabajo (no tenerlo en cuenta es imperdonable en una persona de izquierda). Y otro es la balanza comercial, que beneficia claramente a Cataluña, pues vende al resto de España más de lo que compra. Pero donde fallan estrepitosamente los argumentos nacionalistas es en olvidar la fuente principal de los ingresos de Hacienda: el impuesto sobre las rentas del trabajo (IRPF), que es personal (recalco: no autonómico), pues todo el que trabaja legalmente tributa según lo que percibe, y territorialmente igualitario, porque no distingue según el lugar de residencia, pero es socialmente injusto porque grava menos a las rentas más altas. Por lo cual beneficia tanto a las clases altas madrileñas como a las andaluzas o a las catalanas, a las que Puigcercós defiende al hablar como nacionalista, olvidando que su izquierdismo le debería acercar a la suerte de los trabajadores por cuenta ajena y de las clases modestas. Deferencia que le agradece Artur Mas, desde CiU, que es un indiscutible representante político de la burguesía catalana, pero no un entusiasta de las inspecciones fiscales.

Como miembro de un partido de izquierda, en vez de quejarse de la presión del Fisco, Puigcercós debería ser partidario de aumentar los impuestos sobre los contribuyentes con rentas altas y de extremar la vigilancia fiscal para evitar fraudes y chanchullos con dinero privado y público, como el caso del Palau y algunos otros reclaman, y no debería preocuparse tanto de los desequilibrios fiscales entre Cataluña y el resto de España, como de reducir los desequilibrios sociales dentro de Cataluña, que es el ámbito en el que realiza su actividad política. Sus más directos adversarios deberían ser los miembros de la burguesía catalana, tanto si hablan catalán o castellano, si pagan impuestos o si no los pagan (entonces, con más motivos), como si les gustan o aborrecen las corridas de toros, y sus más fiables aliados deberían ser los trabajadores del resto de España, cuya suerte corre pareja a la de los currantes catalanes. Pero, en el difícil equilibrio entre los intereses nacionalistas, que son por definición interclasistas, y el programa de izquierda, que no lo es, ignoro si en ERC tienen claro este asunto. En todo caso, una campaña electoral es una buena ocasión para dejarlo bien sentado.

Fray Anselmo de Laramie

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