jueves. 28.03.2024

Las alforjas del señor ministro

No hay nada más sabio que nuestro refranero. Recuerden aquello de “para este viaje no hacían falta alforjas”. Y la verdad es que para el viaje de la huelga de funcionarios no hubieran hecho falta alforjas.
No hay nada más sabio que nuestro refranero. Recuerden aquello de “para este viaje no hacían falta alforjas”. Y la verdad es que para el viaje de la huelga de funcionarios no hubieran hecho falta alforjas. Al final, lo cierto es que el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, ha terminado aceptando lo que pedían los funcionarios, con lo que, visto lo visto, nos hubiéramos ahorrado varias semanas de huelga, incomodidades para los usuarios y hasta reuniones de madrugada.

La primera postura del ministro en funciones, negando validez al referéndum, y antes alardeando de que él arreglaba el desaguisado, y antes no haciendo caso a unas demandas que, según el acuerdo no son sólo justas, sino necesarias, pone en cuestión la capacidad democrática y negociadora de alguien que traía en su cartera el carné de hombre dialogante y de izquierdas.

Se llega a un acuerdo con las alforjas con las que se emprendió el viaje. Un viaje que -hay que recordárselo a Bermejo- ha llevado a la Justicia a aumentar considerablemente problemas que hoy están en boca de todos: retrasos, acumulación de expedientes, mal funcionamiento�

Arreglar un conflicto con dinero es fácil Sobre todo porque el origen estaba ahí: en reivindicaciones económicas. Con lo que, en un análisis casi del Maestro Ciruela, hubiera bastado con atender en su momento las demandas de los funcionarios.

Cabría preguntarse a quién hay que exigir ahora responsabilidades por un atasco judicial que las partes han reconocido tardará un año en resolverse. Y no vale decir que los funcionarios se han comprometido a facilitar las horas extras necesarias �se supone que pagadas- que arreglen el desaguisado de la huelga. La conclusión, a vuela pluma y hasta un punto grosera, sería que nos hubiéramos ahorrado el dinero de las horas extras si, desde el primer momento, se hubiera reconocido que las reivindicaciones de los funcionarios tenían razón o, si se quiere, buena parte de razón.

Porque la verdad es que querer que por el mismo trabajo se reciba igual salario tampoco es tan descabellado y entra dentro de los principios que �incluido el señor ministro- siempre se ha defendido desde una perspectiva de izquierdas. Habrá que convenir que no tenía demasiado sentido que por el hecho de estar adscrito a una u otra Administración y por el mismo trabajo se cobre un salario distinto.

Al presentar el acuerdo dijo Fernández Bermejo que era una solución que satisfacía a todos. Enhorabuena. Pero para ese viaje, ¿hacían falta alforjas?

Las alforjas del señor ministro
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