viernes. 19.04.2024

La teología de los recortes es suicida. Es urgente una alternativa

Poco a poco y en pequeñas dosis el Gobierno del PP va enseñando la patita de la nueva vuelta de tuerca que nos tiene preparada. Durante semanas ha negado varias veces y en sede parlamentaria que el rescate a los bancos tuviera compartidas para los ciudadanos. Ahora, y para hacer todo lo contrario de lo prometido, intenta que el discurso de la inevitabilidad de los recortes cale en la conciencia ciudadana.
Poco a poco y en pequeñas dosis el Gobierno del PP va enseñando la patita de la nueva vuelta de tuerca que nos tiene preparada. Durante semanas ha negado varias veces y en sede parlamentaria que el rescate a los bancos tuviera compartidas para los ciudadanos. Ahora, y para hacer todo lo contrario de lo prometido, intenta que el discurso de la inevitabilidad de los recortes cale en la conciencia ciudadana.
Así lleva varios días haciendo declaraciones y filtrando informaciones para que la ciudadanía se olvide de sus promesas anteriores y para que asumamos resignadamente esta nueva apretada a las tuercas del Estado Social.
 
Rajoy comenzó afirmando que el rescate a los bancos no tendría contrapartidas para los ciudadanos. A los pocos días incorporó un matiz: “El Memorándum que se firmará el 9 de Julio solo contendrá contrapartidas para el sector financiero”. Y ahora, para preparar el terreno a los ajustes,  ya dice que los recortes serán duros, pero que no tienen nada que ver con el rescate a los bancos y que deberían hacerse en cualquier caso. ¡Y que sapo más quiere que nos traguemos!. 
 
Con esta estrategia el PP pretende tres cosas, que la gente no identifique ayudas a bancos con reducción de derechos sociales, que la ciudadanía se olvide que el factor desencadenante de nuestro desequilibrio presupuestario no es un exceso de gasto social – que es de los más bajos de la UE- sino una caída de recaudación fruto de una depresión económica, provocada en buena parte por el colapso del sistema financiero. Y por último el Gobierno pretende que interioricemos que recortar derechos es la única manera de conseguir el equilibrio presupuestario y la reactivación económica. Muchas trampas, para una sola jugada. 
 
El Gobierno sabe, aunque lo oculta, que la UE ha impuesto un determinado concepto de estabilidad presupuestaria, el que recoge el Tratado de Estabilidad (Fiscal Compatc) votado en España entre otros por PP, PSOE Y CIU. El Gobierno pretende reducir el déficit público en dos o máximo tres ejercicios en unos 62.000 millones de euros, que cada día que pasa  son más porque la recaudación sigue cayendo. Al igual que sucede con el agujero del sector financiero que crece sin parar. El Gobierno pretende conseguir la reducción del déficit por la vía de recortar derechos y jibarizar el sector público, sin plantearse la más mínima estrategia de crecimiento económico o de reforma fiscal para aumentar los ingresos, como la que están intentando otros países. 
 
Y para adoptar estas medidas que son contrarias no solo a su programa electoral, sino a las afirmaciones efectuadas hasta hace escasamente una semana, necesita anestesiar más a la ciudadanía. Con una combinación perfecta de engaño y de resignación. 
 
Por eso lleva varios días filtrando información a través de los medios, para que cuando lleguen las medidas los ciudadanos ya las hayan asumido resignadamente y las tengan descontadas. 
 
Para hacer frente a estas políticas es vital intentar desmontar las dos grandes coartadas que el gobierno ha construido para justificar este nuevo y duro ajuste. Las dos coartadas, son viejas conocidas de los ciudadanos. Una, la del único camino posible, intenta promover la resignación ciudadana por la vía del engaño. Otra, la de la falsa esperanza de que las medidas promuevan en algún momento, que no se concreta, una reactivación económica. Nótese que es  la misma estrategia seguida con la Reforma Laboral y con los ajustes anteriores. 
 
Las políticas del Gobierno nos están llevando a un callejón sin salida, del que cada vez parece más difícil salir, sino se produce un cambio radical en la orientación de las políticas. Un cambio que el PP no puede hacer por dos razones. Porque se ha comprometido a ello con la UE, a cambio del rescate bancario. Y porque en el fondo, el Gobierno y el PP son los apóstoles más aventajados en la UE de la teología del recorte y del sufrimiento. El PP siempre ha visto en la crisis una oportunidad para imponer el Estado Mínimo, la privatización de esferas importantes de los servicios públicos, la desregulación de las relaciones laborales. Otra cosa es que ahora estas políticas que el PP defiende sean el camino directo a la depresión económica crónica. 
 
Presionar a la baja los salarios, como ha hecho la Reforma laboral, jibarizar el sector público e incentivar el despido de empleados públicos, desmantelar los Servicios Públicos de Empleo, reducir el período de cobro de las prestaciones de desempleo, acabar con el programa Prepara, modificar el sistema de calculo de las pensiones en casos de lagunas de cotización, alargar la edad de jubilación o congelar su actualización de las pensiones son medidas que provocaran una gran injusticia en el reparto de los costes de la crisis y van a generar más desigualdad y pobreza. Además y en la medida que deterioran el poder adquisitivo de la mayoría de la población, asfixian aún más la capacidad de reacción de la economía y provocan más desempleo, como se esta viendo en el último año, con crecimientos interanuales superiores a los 500.000 desempleados. Pero si al mismo tiempo se adoptan políticas fiscales que gravan más los salarios, que aumentan el tipo del IVA para determinados productos básicos y de elevados consumos y si además se incrementan los precios controlados como el de la electricidad, se incrementan las tasas para el acceso a servicios o prestaciones públicas y se introducen mecanismos de repago para poder obtener prestaciones básicas como la salud, el suicido económico y social del país esta servido
 
Por ello, se hace  imprescindible parar las pretensiones del Gobierno y el primer paso pasa por  construir una alternativa que sea creíble para la ciudadanía y consiga aunar el máximo de soporte de fuerzas sociales y políticas. Esta alternativa comporta negar la ideología del único camino, por generar en la ciudadanía la percepción que, aunque difícil y complejo, es posible generar otra orientación en las políticas. 
 
Los ejes de esta alternativa deberían ser: 
 
Exigir en el marco de la UE que el proceso de estabilidad presupuestaria y de reducción de déficit público sean paulatinos y a medio plazo, única manera de que sean social y económicamente sostenibles. Claro que ello significa renunciar a la filosofía del Pacto de Estabilidad y es ahí, donde posiblemente algunas fuerzas políticas estén atrapadas. No es posible estar de acuerdo con el pacto de Estabilidad y después quejarse de las consecuencias que su aplicación “rigorista” provoca.  
 
Poner en marcha instrumentos y políticas para que los mecanismos institucionales europeos  posibiliten la restructuración del sistema financiero europeo, sin que ello comporte más presión sobre la deuda pública y por tanto sobre los intereses a pagar por los Estados. No tiene ninguna lógica económica o social que mientras las instituciones financieras funcionan a nivel global y así lo hacen los grandes inversores institucionales que se aprovechan de este proceso de globalización cuando las cosas van bien, en cambio cuando las cosas van mal el coste de los ajustes en el sector financiero deba recaer en exclusiva sobre el país en el que esta domiciliada la entidad.
 
Todas estas medidas de reforzamiento europeo, comportan cesión de soberanía de los Estados, que en la practica ya se esta produciendo al margen de los que digan las normas de la UE o de cada país. Pero la cesión de soberanía de las instituciones democráticas estatales lo ha de ser a otras instituciones democráticas europeas y no a los mercados financieros o a instrumentos ademocràticos que se presentan como independientes de la política y que son tremendamente dependientes de los intereses de los mercados. La nefasta experiencia del Banco Central Europeo es un ejemplo a rechazar. 
 
Incrementar las políticas de impulso al crecimiento, para lo que la UE debe incrementar sus recursos propios. Aquí la tasa de transacciones financieras puede jugar un doble papel, desincentivar la especulación a corto de los mercados financieros y obtener recursos para políticas de crecimiento.
 
España debe plantearse urgentemente una Reforma Fiscal. Algunas de sus medidas pueden tener plazos más largos de aplicación. Pero no es de recibo que el sistema fiscal español sea  cada vez más insuficiente e injusto. Contribuir a la estabilidad presupuestaria por la vía de aumentar los ingresos es clave. La lucha contra el fraude y la elusión fiscal y un mayor esfuerzo a los sectores con más capacidad son claves. No solo en el terreno económico, sino también para recuperar la legitimidad perdida por nuestro sistema fiscal, al que la reciente amnistía del PP ha dejado tirada por los suelos. Intentar recuperar el equilibrio presupuestario por la vía de recortes que además de injusticias provocan una reducción de los ingresos es instalarse en un bucle suicida. 
 
Las sobadas reformas estructurales deben llegar a los sectores intocables. El caso más emblemático es el del sector eléctrico, en el que no solo no se aborda el déficit de tarifa, sino que se incrementa el coste para el ciudadano, al tiempo que se abortan las posibilidades de un cambio de modelo para favorecer a los grandes lobbys.
  
En relación al sector público, sin duda son necesarias Reformas. Pero hasta ahora solo se han aplicado recortes y privatizaciones. La Reforma del Sector Público resulta muy difícil sin una Reforma previa o simultanea de la Política institucional.
 
Estas y otras podían ser las claves de un referente alternativo para la sociedad. Para ello es imprescindible que nadie caiga en la tentación de querer ofrecer soluciones por su cuenta, que se sumen el máximo de voces y fuerzas alrededor de unos mínimos compartidos. Solo así, se conseguirá arrancar a la ciudadanía de las garras de la resignación en la que el PP y los sectores más poderosos de la sociedad quieren situarla. 
 
Estos casi cinco años de crisis confirman que el capitalismo solo se reforma, cuando la mayoría de la sociedad tiene capacidad de intimidación frente al poder. De momento no es así y para tenerla hace falta también generar ilusión y convencimiento en la población. 
 
Si la izquierda social y política no somos capaces de generar esta alternativa, la reacción social que vendrá, tendrá un marcado perfil populista. Y lo que hoy es una crisis económica y social que ha puesto de manifiesto un grave deterioro democrático puede convertirse en una verdadera gangrena de la democracia. Y en estos casos siempre ganan los que como solución a la gangrena proponen cortar por lo sano.  Evitemos que nos suiciden, construyendo una alternativa.   
 
 

La teología de los recortes es suicida. Es urgente una alternativa
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