jueves. 28.03.2024

La sugestión del cambio

Son numerosas las entradas que contempla el diccionario para definir la palabra, cambio de entre todas ellas quizá la más intrincada sea la que hace referencia a su acepción social, “Conjunto de transformaciones ideológicas, estructurales y materiales que se dan en una sociedad”, verdaderamente complicada, si pensamos que cada uno de los elementos de esta definición contiene multitud de juicios valorativos e interpretativos de una enorme

Son numerosas las entradas que contempla el diccionario para definir la palabra, cambio de entre todas ellas quizá la más intrincada sea la que hace referencia a su acepción social, “Conjunto de transformaciones ideológicas, estructurales y materiales que se dan en una sociedad”, verdaderamente complicada, si pensamos que cada uno de los elementos de esta definición contiene multitud de juicios valorativos e interpretativos de una enorme subjetividad.

Sin embargo, siendo cierta la dificultad para desentrañar el alcance de esta acepción, todos en nuestro fuero interno, le otorgamos siempre un valor positivo, el cambio es siempre percibido de antemano como la oportunidad para una mejoría en cualquier orden de nuestra vida, un apriorismo que no suele cumplirse, o que se cumple en raras ocasiones, de tal manera, que lo que se percibía como un cambio, se convierte en una ilusión aplazada. Pensemos por ejemplo, lo que ocurre cuando un entrenador introduce un cambio en el equipo como revulsivo cuando va perdiendo, las más de las veces el equipo pierde y siempre queda la sensación de que el cambio no ha funcionado pero funcionará la próxima vez.

Junto a la ilusión, el cambio, produce inexorablemente una fascinación que opera en cada uno y en cada una, más allá de nuestro grado de escepticismo, que nos mueve a la admiración incondicional por quien lo emprende. Sería suficiente para comprobarlo el grado de alelamiento que nos produce cualquiera de las historias de hombres y mujeres como nosotros, que una mañana hartos de su vida anodina, se tapan los ojos y poniendo un dedo en un Mapamundi allá que se van como el que sale de compras.

Por tanto, ilusión y fascinación irremediablemente asociadas a la idea de cambio han constituido una formula de éxito, que entre otras cosas, ha consagrado al capitalismo de consumo en nuestras sociedades a lo largo de los últimos 150 años.

Digamos al mismo tiempo, que la política ha hecho suya la formula, y cada tanto la pone en circulación, sin el más mínimo rubor, haciéndonos creer que un presidente de gobierno en la era global, puede convertirse en un viajero por el mundo, de hoy para mañana.

Los estrategas han entendido a la perfección, también desde hace mucho tiempo, que la política es un elemento más del espectáculo en el que se ha convertido la sociedad de la información, no importa que sea trágico o grotesco, solo importa que pueda salir en imágenes.

Quien más quien menos identifica el cambio por lo menos en España con ver como serán los nuevos ministros y ministras, apuesto a que de los que se declaran votantes del PP en las próximas elecciones, muchos hombres y mujeres de progreso, lo hacen por eso, o por saber si se cambiará el color del sofá de la Moncloa, o por ver donde dejarán ponerse a nuestro presidente en las fotos de familia europeas. Los más informados justifican la necesidad del cambio en la idea de que si mandan los amigos de los del dinero saldremos antes de la crisis. Basta mirar a Italia para desmentirlo.

La actitud de unos y otros parece comprensible, porque en una sociedad mediática como la nuestra, quien no se cansa de los andares de Sarkosy sobre sus plataformas, o de las chaquetas de Ángela Merkel, o de las orejas de Papandreu. Si en eso consistiera el cambio, que maravilla verdad.

Pero cualquiera que no se ilusione con facilidad, o si se prefiere, haya dejado de ser un iluso y, su fascinación no llegue hasta el punto de hacerle creer que puede vivir en Camboya cultivando champiñones como propusieron los Jemeres Rojos, sabe que el cambio sugerido, es distinto a cambiar chaquetas por peinetas. Sabe que a comienzos del XXI, cuesta creer que sus nuevos/viejos artífices nos estén proponiendo la acepción que describe el cambio como “el conjunto de transformaciones ideológicas, estructurales y materiales que se dan en una sociedad”.

Su propuesta está también en el diccionario, es mucho mas fácil de entender y nada tiene que ver con ilusiones ni fascinaciones, sencillamente su cambio es “la moneda suelta, la vuelta de lo pagado”. Como para sumarse.

La sugestión del cambio
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