jueves. 18.04.2024

La Roja

NUEVATRIBUNA.ES - 17.6.2010PARA
NUEVATRIBUNA.ES - 17.6.2010

PARA FUNDACIÓN SISTEMA

En las páginas finales del recomendable ensayo sobre Europa que ha publicado el catedrático de Historia Medieval de la Autónoma de Barcelona, José Enrique Ruiz-Domenec, figura una reflexión sobre el fútbol que hoy resulta sumamente adecuado transcribir: “…el fútbol asume los valores religiosos tradicionales pero de forma lúdica y festiva, es decir, mediante la transgresión de lo cotidiano, y es la representación de un hecho colectivo, no un fingimiento; no es teatro aunque a veces utilice algunas de sus tretas… es la única “poiesis”, acto creador, aceptada como tal por todo el mundo, incluso por sus detractores que suelen ser poco convincentes” En España, los efectos de un juego que convoca a millones de espectadores antes las pantallas del televisor , que paraliza el tráfico durante dos horas y modifica la agenda de los políticos, no pueden despacharse con displicencia, desde una supuesta superioridad intelectual. La derrota de la selección española, preconizada campeona del Mundo, ante una eficiente y mediocre Suiza ha despertado los más bajos instintos guerracivilistas y ha alimentado la irracionalidad en el debate político. Un gol en contra no ha fabricado esa realidad, pero si ha dado lugar a que se manifieste en toda su virulencia.

La correlación entre los graves problemas que atraviesa el país, la situación de dificultad innegable del gobierno para atender los distintos frentes en los que lucha por su supervivencia, y el fracaso de once jugadores a la hora de cumplir con la esperanza depositada en ellos, se ha hecho evidente a través de los más groseros análisis y los más disparatados mensajes mediáticos. El gobierno es culpable: “Zapatero, ministro de Deportes, debe dimitir inmediatamente” Que más da que con el mismo “ministro” se conquiste la Eurocopa, triunfe Nadal, se gane el “Tour”, nos impongamos en las motos, etc, etc. Un fallo de Torres o de Casillas-hasta ayer ídolos intocables-ha hecho aflorar la rabia y el odio por parte de los mismos que aplauden que a una Consejera de la Generalitat se la insulte desde un medio de comunicación llamándola “zorra” y “guarra asquerosa”. La anécdota de una derrota deportiva o la de un exabrupto indisculpable ha servido para alertar de la existencia de un sector social que está deseando que se materialice una opción política de extrema derecha, insatisfechos con algunos comportamientos que consideran demasiado moderados por parte del PP, al que han considerado siempre como su refugio útil. Alguien debiera, cuanto antes, cuantificar el peso electoral de ese movimiento, todavía difuso, que está a la espera, simplemente, de un liderazgo claro que ahora solo identifican con algunos exaltados en los medios de comunicación.

Confieso que este comentario no es ajeno a un hecho que algunos pueden considerar otra anécdota más, la visceralidad con la que se ha reaccionado ante el uso de “la roja” para referirse a la selección nacional. Lo que es natural en Italia o Argentina para unir los colores de la camiseta a la denominación del equipo, es aquí piedra de escándalo y, a no tardar, motivo de interpelación parlamentaria. Leo y escucho que hay que borrar ese color de nuestro imaginario colectivo. Los “patriotas” no quieren que gane “la roja”. Descubro, en cambio, un comentario bienhumorado, que se coló momentáneamente en un foro “ultra”: “De acuerdo, rebajemos el rojo de nuestra bandera y pongamos una franja morada”. Y todo porque, maldita sea, no ganamos a Suiza.

Eduardo Sotillos es periodista y, actualmente, secretario de Comunicación y Estrategia del PSM

La Roja
Comentarios