29 de septiembre de 2010, 16:30
NUEVATRIBUNA.ES - 29.1.2010
Estaba yo tratando de descifrar el gesto de cabreo del Presidente en Davos, cuando de repente ha saltado la noticia: nos quieren clavar dos años más de curro obligatorio para la jubilación. Y me he caído del guindo: ¡ya sé con quién está enfadado! No precisamente con los banqueros y empresarios que le escuchaban. Me he tenido que pellizcar varias veces, he asaltado el kiosco y he ojeado todas y cada una de las portadas de los diarios. No, no se trata de una pesadilla, estoy bien despierto y tampoco es un globo sonda o una de esas noticias de la prensa del “Movimiento” . ¡Qué va! Es, ni más ni menos que una propuesta – decisión del Consejo de Ministros. Y ahí viene lo curioso, lejos de indignarme, me ha dado la risa floja, una risa que no se me acaba de pasar. Una risa estúpida si quieren, pero risa, burlona, desternillante.
No me digan que no es para reírse viendo cómo de una tacada el Gobierno le regala al PP la baza que le faltaba para pegar el subidón, a pesar del Gürtel y de Rajoy. Reírse a mandíbula batiente de los que estábamos convencidos de que este Gobierno era firme en la defensa de los intereses de los trabajadores, que estábamos en buenas manos, que, a pesar de algunas cosillas ambiguas, en Moncloa teníamos el rompeolas de la izquierda europea y que en este semestre se iban a enterar los “neocon” que nos han enfangado con la crisis financiera. Y de pronto nos sale con esto. Y por eso se nos ha quedado una cara como para troncharse. Porque no es un problema estadístico, como se empeñan en contar a coro la mayoría de los medios de comunicación, no es una cuestión de garantizar las pensiones a nuestros hijos y nietos: trabajar más tiempo para que las cotizaciones lleguen a las futuras generaciones. No es nada de eso. Eso es artificio mediático, como cuando hicieron aquella campaña para privatizar las pensiones y ponían al Chile de Pinochet como ejemplo, hasta que quebraron, el Estado tuvo que acudir al rescate y todos los corifeos liberalotes tuvieron que buscarse urgentemente un orificio apropiado para meterse la lengua. Es, simple y llanamente una coz tremenda al Estado del Bienestar, un golpe a los derechos de los trabajadores y una patada en los huevos de los sindicatos, ante el regocijo general de Díaz Ferrán y su banda.
Es una propuesta para que la clase obrera pague la crisis al cien por cien y con propina, mientras los banqueros reparten bonus, siguen ganando la pasta a toneladas al tiempo que mantienen el grifo del crédito cerrado y el del paro abierto a chorros. ¿Alguien se ha parado a pensar en el Gobierno que esto no lo va a digerir ni con Omeprazol su base social? ¿Les han hecho algún informe sobre las condiciones físicas y psíquicas en que va a llegar a los 67 años una señora de la limpieza, un peón de albañil, un maestro, un conductor de autobús o un instalador de antenas?¿Qué vamos a hacer cuando la edad media de incorporación de los “jóvenes” al trabajo sea de cuarenta años y tengamos miles de parados con más de 65? No, seguro que no. Porque de lo contrario no se les hubiera ocurrido esta parida. Además ya nadie comulga con ruedas de molino, ni se traga las trolas, y sabemos que esto no es más que el principio, la primera parte de una agenda que empiezan a aplicar estos y continuarán y ampliarán los del PP cuando gobiernen – con esto, ya seguro – y que nos van a decir que no se puede pagar tanto a los pensionistas ni a los parados y que hay que olvidarse de la jornada de ocho horas, que eso era cosa del siglo XX. Que hay que hacer la cosa aún más fácil a los empresarios, y para eso mejor que no haya que pagar a la Seguridad Social, que cada uno se pague el médico si puede y más y más, porque son insaciables.
Espero aún que todo haya sido un desliz. De lo contrario habrá que recordarle al Gobierno una fecha épica de la historia de España: 14 de diciembre de 1988.
Pedro Díez Olazábal participó en la fundación del Sindicato de Enseñanza de CC.OO y ha estado siempre vinculado a los movimientos sociales. Ha desempeñado los cargos de Alcalde de Arganda del Rey, diputado de la Asamblea de Madrid y Vicepresidente Tercero, portavoz en la Comisión de Medio Ambiente y Presidente de la Asamblea de Madrid.
Estaba yo tratando de descifrar el gesto de cabreo del Presidente en Davos, cuando de repente ha saltado la noticia: nos quieren clavar dos años más de curro obligatorio para la jubilación. Y me he caído del guindo: ¡ya sé con quién está enfadado! No precisamente con los banqueros y empresarios que le escuchaban. Me he tenido que pellizcar varias veces, he asaltado el kiosco y he ojeado todas y cada una de las portadas de los diarios. No, no se trata de una pesadilla, estoy bien despierto y tampoco es un globo sonda o una de esas noticias de la prensa del “Movimiento” . ¡Qué va! Es, ni más ni menos que una propuesta – decisión del Consejo de Ministros. Y ahí viene lo curioso, lejos de indignarme, me ha dado la risa floja, una risa que no se me acaba de pasar. Una risa estúpida si quieren, pero risa, burlona, desternillante.
No me digan que no es para reírse viendo cómo de una tacada el Gobierno le regala al PP la baza que le faltaba para pegar el subidón, a pesar del Gürtel y de Rajoy. Reírse a mandíbula batiente de los que estábamos convencidos de que este Gobierno era firme en la defensa de los intereses de los trabajadores, que estábamos en buenas manos, que, a pesar de algunas cosillas ambiguas, en Moncloa teníamos el rompeolas de la izquierda europea y que en este semestre se iban a enterar los “neocon” que nos han enfangado con la crisis financiera. Y de pronto nos sale con esto. Y por eso se nos ha quedado una cara como para troncharse. Porque no es un problema estadístico, como se empeñan en contar a coro la mayoría de los medios de comunicación, no es una cuestión de garantizar las pensiones a nuestros hijos y nietos: trabajar más tiempo para que las cotizaciones lleguen a las futuras generaciones. No es nada de eso. Eso es artificio mediático, como cuando hicieron aquella campaña para privatizar las pensiones y ponían al Chile de Pinochet como ejemplo, hasta que quebraron, el Estado tuvo que acudir al rescate y todos los corifeos liberalotes tuvieron que buscarse urgentemente un orificio apropiado para meterse la lengua. Es, simple y llanamente una coz tremenda al Estado del Bienestar, un golpe a los derechos de los trabajadores y una patada en los huevos de los sindicatos, ante el regocijo general de Díaz Ferrán y su banda.
Es una propuesta para que la clase obrera pague la crisis al cien por cien y con propina, mientras los banqueros reparten bonus, siguen ganando la pasta a toneladas al tiempo que mantienen el grifo del crédito cerrado y el del paro abierto a chorros. ¿Alguien se ha parado a pensar en el Gobierno que esto no lo va a digerir ni con Omeprazol su base social? ¿Les han hecho algún informe sobre las condiciones físicas y psíquicas en que va a llegar a los 67 años una señora de la limpieza, un peón de albañil, un maestro, un conductor de autobús o un instalador de antenas?¿Qué vamos a hacer cuando la edad media de incorporación de los “jóvenes” al trabajo sea de cuarenta años y tengamos miles de parados con más de 65? No, seguro que no. Porque de lo contrario no se les hubiera ocurrido esta parida. Además ya nadie comulga con ruedas de molino, ni se traga las trolas, y sabemos que esto no es más que el principio, la primera parte de una agenda que empiezan a aplicar estos y continuarán y ampliarán los del PP cuando gobiernen – con esto, ya seguro – y que nos van a decir que no se puede pagar tanto a los pensionistas ni a los parados y que hay que olvidarse de la jornada de ocho horas, que eso era cosa del siglo XX. Que hay que hacer la cosa aún más fácil a los empresarios, y para eso mejor que no haya que pagar a la Seguridad Social, que cada uno se pague el médico si puede y más y más, porque son insaciables.
Espero aún que todo haya sido un desliz. De lo contrario habrá que recordarle al Gobierno una fecha épica de la historia de España: 14 de diciembre de 1988.
Pedro Díez Olazábal participó en la fundación del Sindicato de Enseñanza de CC.OO y ha estado siempre vinculado a los movimientos sociales. Ha desempeñado los cargos de Alcalde de Arganda del Rey, diputado de la Asamblea de Madrid y Vicepresidente Tercero, portavoz en la Comisión de Medio Ambiente y Presidente de la Asamblea de Madrid.