jueves. 18.04.2024

La responsabilidad en la crisis y la soberbia de los banqueros

La crisis ha llegado y parece que nadie sabe cómo ha sido. E incluso hay quien parece que no sepan que va con ellos, es el caso de los banqueros. No hay duda de que la crisis ha sido debida a un problema financiero internacional nacido en los EEUU.

La crisis ha llegado y parece que nadie sabe cómo ha sido. E incluso hay quien parece que no sepan que va con ellos, es el caso de los banqueros.

No hay duda de que la crisis ha sido debida a un problema financiero internacional nacido en los EEUU.

Esta situación afectó a nuestro país en un momento en que vivíamos unos años de una situación de expansión económica, especialmente en los sectores financiero e inmobiliario, consecuencia de tener unos tipos de interés muy bajos y una inflación más alta, lo que provocó un efecto espejismo de prosperidad y riqueza. Todo ello favorecido por unas políticas legislativas que se encargaban de rebajar impuestos y bonificar la compra de viviendas.

Los máximos directivos de bancos y cajas del país estimularon el endeudamiento de la población, convirtiendo la compra de viviendas en un producto financiero refugio, el cual predecía altos niveles de rápidos de beneficios en el mercado inmobiliario, consecuencia de la espiral especulativa de la "burbuja inmobiliaria". Fue como el efecto de un inmenso juego de "pirámide especulativa".

Desde las entidades financieras se estimuló la concesión, sin plenas garantías, de préstamos de vivienda y de consumo, y se ilustró a la población de los beneficios de vivir a crédito, como una consecuencia más de la excelencia de nuestro modelo de crecimiento.

La locura llevó a que se superaran todos los límites de seguridad. Se efectuaban tasaciones por encima de la realidad del mercado, previendo las futuras subidas. Se daban los créditos por valor superior al de precio del inmueble, fácilmente del 110 o 120%. La compra de inmuebles se convierte en el producto financiero de más alta rentabilidad que potenciaba la especulación y desincentivaba la inversión en otros sectores más productivos como podía ser el industrial.

Las entidades financieras tuvieron unos años de crecimiento extraordinarios con ganancias superiores al 30% sobre el año anterior como norma, al tiempo que potenciaban procesos de expansión, especialmente en el caso de las cajas que supusieron duplicar el número de oficinas financieras y trabajadores. Es evidente que los beneficios de las entidades comportaron a los directivos importantes mejoras en sus retribuciones, fijas, variables, y en salario diferido.

La ambición de los dirigentes de las entidades financieras españolas les llevó a endeudarse de forma muy importante, en cientos de miles de millones de euros en el mercado internacional. Parecía que la "bacanal" financiera no pudiera tener fin. Como si la situación de bonanza no se pudiera terminar y el crecimiento del mercado inmobiliario fuese infinito. A todo esto el regulador, es decir el banco de España, lo contemplaba impávido y sólo daba instrucciones de cubrir los fondos genéricos anticíclicos

La financiación sin garantías no afectaba únicamente los particulares sino que comportaba también el de grandes operaciones de corporativas y de financiación de promociones inmobiliarias en las que todo se hacía a crédito sin jugarse nada de capital propio. Estas grandes operaciones eran bendecidas y aprobadas por los más altos directivos de las entidades financieras que no están libres de responsabilidad y que eran los que más se beneficiaban de este tipo de crecimiento.

Y en estas estaban cuando la crisis financiera internacional cierra el grifo del crédito. Y el sistema financiero español, deudor del internacional, se queda cn la imposibilidad de refinanciar su deuda externa, la cual están obligados a devolver. Esto conlleva la crisis del sector inmobiliario y de cientos de miles de ciudadanos imposibilitados de devolver sus créditos y deriva en una crisis económica profunda con un paro superior al 25% de la población

El principal problema del sistema financiero español es la gran cantidad de activos inmobiliarios, y en especial suelo sin edificar que figuran en sus balances, imposibles de realizar ni a corto ni a largo plazo. Se puede calcular que ascienden a 323.000 millones de euros, de ellos 175.000 son problemáticos, especialmente 80.000 de suelo.

Estas son las responsabilidades de los altos directivos de nuestro sistema financiero que ahora, como hace el Sr.. Botín, mira hacia otro lado y acusa de la crisis a los políticos, como si él y el resto de banqueros no fueran responsables de nada.

El principal problema del país es la crisis financiera. Nuestros bancos no sólo tienen una importante deuda externa sino que no cumplen su función de facilitar el crédito a la economía productiva y a las familias. Pero nuestros gobiernos tan duros y efectivos en otros temas han utilizado el guante de seda con el sistema financiero e incluso han establecido la salida con el acuerdo de los directivos de las grandes entidades.

Así no hemos visto ni golpe en la mesa, ni depuración de responsabilidades ni objetivos de hacer fluir el crédito a cambio de las ayudas del estado. Por el contrario la solución parece pasar por la creación de un oligopolio de grandes entidades, con importantes recursos económicos públicos dedicados al saneamiento y reconversión del sector, con pérdida de miles de puestos de trabajo y sin ninguna demanda de responsabilidades para los directivos responsables de la situación creada.

Los gestores de las entidades financieras, responsables de dar créditos de forma excesiva y con excesivas facilidades y de superar sus capacidades de endeudamiento, salen limpios. Nadie les pide cuentas de sus actuaciones. Por el contrario ellos, en un país sometido a fuertes restricciones sociales, mantienen sus altas retribuciones e incluso hacen ostentación de ellas, 1500 directivos se reparten 500 millones de euros anuales.

Y no sólo eso, las entidades grandes se hacen más grandes a partir de fuertes ayudas y grandes costes sociales. Un ejemplo: la última adquisición de Unnim por el BBVA (cuyo presidente Sr. González cobra más de 9 millones anuales) se ha realizado con ayudas de 953 millones, al tiempo que reduce la plantilla en 1300 trabajadores, esto representa casi la mitad de la plantilla de Unnim.

Pero el tema es aún mayor. Otro ejemplo: a pesar de las ayudas públicas recibidas para reestructurar el sector, las entidades tratan en el Estado con total soberbia. Así otorgan un crédito de 35.000 millones, para las CCAA y los ayuntamientos, a un 5% de interés cuando ellos consiguen el capital al 1% del BCE.

Podemos concluir con las palabras de Antón Costas en su artículo en El País Negocios, "Llegar a mañana también es importante" dice "Uno de los hechos más desvergonzados de esta crisis es ver cómo las voces más exigentes para que se aplique una sobredosis de austeridad vienen del mundo Financiero. Es decir, de personas que han sidos las causantes directa a del sobreendeudamiento privado que ha provocación esta crisis y que además están protegidos por sobresueldos, contratos blindados y pensiones millonarias".

En definitiva, los poderes públicos tan duros con los ciudadanos y los trabajadores se arrodillan ante los directivos de las entidades financieras, los Botín, Saenz, González, Fainé, Nin, Oliu, Ron, etc. Responsables de la crisis y soberbios.

La responsabilidad en la crisis y la soberbia de los banqueros
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