sábado. 20.04.2024

La resolución de 1973 no será suficiente. A vueltas sobre la postura de Izquierda Unida

A estas alturas de la película libia, de la tragedia libia, parece que la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU no será suficiente para detener a las tropas del dictador Gadafi y, menos aún, para echarle del país. Esto último no se contemplaba en aquella resolución, por lo que parece necesaria otra que tenga como objetivo esa expulsión.

A estas alturas de la película libia, de la tragedia libia, parece que la resolución aprobada por el Consejo de Seguridad de la ONU no será suficiente para detener a las tropas del dictador Gadafi y, menos aún, para echarle del país. Esto último no se contemplaba en aquella resolución, por lo que parece necesaria otra que tenga como objetivo esa expulsión. Aunque es verdad que toda información ha de ponerse en cuarentena, por mucho sesgo que haya en la misma no parece que Gadafi, sus secuaces y sus mercenarios, estén por encauzar a los libios por la senda de la libertad y de la democracia, sino todo lo contrario. Si no se pone ese objetivo por parte del Consejo de Seguridad no se podrá pasar de imponer esa zona de exclusión y proteger del dictador a los libios que quieren la libertad y la democracia, que nadie niega que los haya aunque se apunten –como siempre ocurre en circunstancias parecidas- oportunistas de última hora. Quizá una salida digna –aunque no suficiente- sería de imponer una fuerza de interposición que, al menos, asegurara a corto plazo la zona y ciudades en poder de los rebeldes de los ataques de las fuerzas de Gadafi. En la práctica supondría la división del país en dos, pero si no se está dispuesto a derrotar militarmente a Gadafi con fuerzas terrestres, no quedan muchas salidas. La resolución 1973 marcaba los objetivos de los Estados miembros(1), pero también sus límites. Y los rebeldes, sin más ayuda militar, tarde o temprano sucumbirán como sucumbió la II República española a manos de los fascistas en 1936. Obama, premio Nobel de la Paz, ha renunciado a dirigir la coalición y a la Merkel sólo le importa las elecciones en su país.

Lo que resulta incomprensible es la postura de Izquierda Unida en la votación en el Congreso, su voto en contra para ayudar, aunque de forma limitada, a los libios que quieren la libertad y la democracia, aunque se aprovechen de ello también los oportunistas. Peor aún son los argumentos empleados. Argumenta el representante de Izquierda Unida en el Congreso que “en estos momentos hay en el mundo 32 conflictos prácticamente iguales, con características muy similares al de Libia, donde hay un gobierno despótico, un tirano que sojuzga a su pueblo y que en muchos casos extermina a parte de su pueblo, a una tribu o al que piensa de forma distinta que él, y sin embargo sería una verdadera locura que la política internacional fuera la utilización de la guerra para acabar con esas situaciones. Sería una locura porque nos llevaría a un conflicto mundial. Por eso no se hace. Por eso se adoptan otras medidas”. Es decir, según el Sr. Llamazares no se puede intervenir en Libia porque hay otros lugares donde se dan las mismas circunstancias y de hacerlo “llevaría a un conflicto mundial”. Dicho de otra manera, los libios que quieren la libertad y la democracia, tienen que pagar en sus carnes literalmente la incapacidad de la comunidad internacional –suponiendo que esa sea su voluntad- de acabar con otras 32 situaciones parecidas. O dicho de otra forma, o se arreglan todas situaciones análogas como la Libia o no se arregla ninguna. Desde luego las palabras de Llamazares no parecen la de un revolucionario, especialmente las referentes a las del conflicto mundial. Más tarde se pregunta “¿por qué adoptamos pues esa estrategia?”, y se responde “porque nuestro objetivo –el sujeto de la oración se supone que son los proponentes de la resolución-, como he dicho antes, no son los derechos humanos, nuestro objetivo es la defensa de la geoestrategia y de los intereses”. Con ello Izquierda Unida pasa de la pregunta del qué hacer –la pregunta leninista por excelencia- para ayudar a los libios que quieren y luchan por la libertad y la democracia a juzgar los intereses de un sujeto colectivo –aunque no lo hace explícito- con intereses estratégicos. ¿Y qué? Lo que se dilucidaba el día 22 de marzo en el Congreso español no era un juicio sobre el comportamiento, los intereses y los supuestos motivos de ese colectivo de intereses, sino si se apoyaba o no la autorización de las Naciones Unidas para tomar todas las medidas encaminadas a proteger a los civiles en Libia (authorizing all necessary measures to protect civilians), con las limitaciones que la propia resolución impone, especialmente en el párrafo segundo(2). Cuando el dictador libio estaba atacando a la población civil, cuando amenazaba con entrar en Bengasi como Franco entró en Madrid, el Sr. Gaspar Llamazares dice que: “Creo que el mecanismo debe ser muy diferente. He recordado, en concreto, el caso de Sudáfrica, donde el embargo, el bloqueo y el aislamiento internacional fueron duros y difíciles, pero hoy Sudáfrica es una democracia consolidada y con futuro. En mi opinión, eso pone en valor la diplomacia de los valores y quita valor a la diplomacia de los cañones”. ¿Piensa I. U. que a la fecha del 17 de marzo -cuando por fin se aprueba la resolución 1973 salvando los vetos ruso y chino- se podía parar a Gadafi mediante el bloqueo y el aislamiento internacional? ¿Acabó con la dictadura franquista el cierre de la frontera con Francia por este país en 1946, la exclusión de España de la ONU, su no participación del plan Marshall?(3) El postergamiento de España durante una década por parte de Francia, de El Reino Unido, de los Estados Unidos, de los países occidentales en definitiva, al régimen franquista no acabó él. Muy al contrario, el gran perjudicado fue el pueblo español, lo mismo que el gran perjudicado del bloqueo yanqui a Cuba es el pueblo cubano. La dictadura sobrevivió 40 años y el dictador murió con los honores de jefe de Estado en 1975. Con la intervención en el Congreso el día 22 de marzo, el Sr. Gaspar Llamazares e I. U. se equivocan de pregunta y por eso responden mal. I. U. niega el apoyo a los que quieren la libertad y la democracia en Libia porque los mismos países que ahora parecen apoyar a los rebeldes han actuado por acción u omisión en sentido contrario en otras ocasiones, lo cual es cierto. ¿Piensa acaso el Sr. Llamazares que los Putin, Merkel, Cameron, Sarkozy, Obama, Zapatero son líderes mundiales en la lucha por los derechos humanos y la causa de la libertad de los pueblos y que van a luchar por ello en cualquier circunstancia y lugar? Y si se responde que no lo son, ¿entonces cualquier resolución o decisión que tomen hay que rechazarla, aunque ello pudiera servir a la libertad y la democracia en el caso libio, en las circunstancias concretas del caso libio o para otras poblaciones en otras circunstancias de tiempo y lugar? Al menos I. U. tenía la abstención.

Las 3 preguntas concretas en el caso libio que debería hacerse –en mi opinión- una organización que lucha por la causa de la libertad de los pueblos con la resolución 1973 de la ONU en la mano –resolución que no puede cambiar I. U., sino sólo apoyarla o rechazarla- son estas tres: ¿Hay en Libia hombres y mujeres que están luchando por la libertad y la democracia en Libia? ¿Sirve esa resolución para apoyar tal cometido en las circunstancias concretas de tiempo y lugar en Libia? ¿Había otras formas alternativas que pudieran tomarse a partir de la tercera semana de marzo que hubieran podido detener las intenciones genocidas de Gadafi? Si los argumentos empleados por el representante de I. U. en el Congreso fueran derivados de respuestas a estas preguntas, la cosa tendría otra discusión, pero no ha sido así. Parece como si los dirigentes –cosas parecidas ha dicho, por ejemplo, Julio Anguita- de I. U. hubieran abandonado o nunca hubieran tenido en cuenta aquello del análisis concreto de la situación concreta que dibuja con extraordinaria precisión Lenin en “¿Qué hacer?” y en “La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo”. En este último dice Lenin que “es preciso saber analizar la situación y las circunstancias concretas de cada compromiso o de cada variedad de compromiso”(4). Ejemplos parecidos de análisis concretos están también en Marx en el “18 Brumario de Luis Bonaparte” o en “La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850”. Es verdad que las circunstancias son otras y los fines son otros, pero el método de análisis es el mismo. Una izquierda transformadora debería saber analizar –es decir, separar, diseccionar- cada circunstancia concreta para tomar una postura y no juzgar las intenciones ajenas, globales, sean cuales sean estas, porque lo que importa son los hechos, las medidas que se proponen y no las supuestas intenciones de los proponentes y menos su historial. Con esta forma de pensar se saltan a Maquiavelo y a Lenin. Con este tipo de análisis, I. U. se convierte cada vez más en una mera organización de tipo pacifista, ecologista, etcétera. Estas organizaciones, con sus visiones parciales sobre la realidad y con sus propuestas dogmáticas, tienen su razón de ser y su justificación porque concretan sus objetivos, loables objetivos, pero una organización de izquierdas que aspira a transformar la sociedad parece que debiera ir más allá en sus planteamientos. El No a la guerra, acertado y oportuno para Irak y Afganistán, se convierte en la práctica en el caso libio en un eslogan propio del Evangelio de los católicos, donde reza –utilizo el verbo conscientemente- que “si te golpean una mejilla has de poner la otra”. Que Gadafi haga lo que quiera, porque quien puede pararlo debe estar siempre y en todo momento por el no a la guerra; que lo libios pechen y paguen las indudables incoherencias, oportunismos e intereses ocultos de la comunidad internacional (los estados miembros). El drama libio pone en evidencia el abandono de formas de pensar que deberían ser guías de transformación social, de internacionalismo, y no de meras posturas testimoniales, que quizá puedan arañar votos a la corta, pero que a la larga suponen la renuncia de una alternativa a la izquierda o derecha gobernante o, al menos, de una posible capacidad de influencia sobre la base de un discurso acertado. Y ello ocurre cuando más falta hace una organización alternativa a la izquierda gobernante (y más aún cuando no gobierna) en este país y en toda Europa.


1 Member States.
2 Adopting resolution 1973 (2011) by a vote of 10 in favour to none against, with 5 abstentions (Brazil, China, Germany, India, Russian Federation), the Council authorized Member States, acting nationally or through regional organizations or arrangements, to take all necessary measures to protect civilians under threat of attack in the country, including Benghazi, while excluding a foreign occupation force of any form on any part of Libyan territory -requesting them to immediately inform the Secretary-General of such measures.
3 España, tres milenios de historia, Domínguez Ortiz, y La República. La Era de Franco, Ramón Tamames, Alianza Editorial, págs. 546 y siguientes.
4 En Akal 74, pág. 25.


La resolución de 1973 no será suficiente. A vueltas sobre la postura de Izquierda Unida
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