miércoles. 24.04.2024

La resignación rota

NUEVATRIBUNA.ES - 7.9.2010Tengo que confesar que en los últimos meses, por no decir años, venía padeciendo de una resignación que mantenía mi ánimo político bajo mínimos.
NUEVATRIBUNA.ES - 7.9.2010

Tengo que confesar que en los últimos meses, por no decir años, venía padeciendo de una resignación que mantenía mi ánimo político bajo mínimos. Con un panorama como el que tenemos ante nosotros, viajando en la montaña rusa del día a día de la economía global, pendientes de los niveles de confianza en sangre de los “mercados” y los gobiernos europeos en plena orgía de recorte social, me daba como una especie de hastío infinito y me entraba una galbana veraniega casi al borde del “laissez faire”. Pero hete aquí que, como en los buenos relatos, un giro inesperado se produce en el panorama nacional. De pronto, el charco de aguas calmas de la política española, en el que sólo el croar metódico de Rajoy – Cospedal – Arenas, con su salmodia repetida mil veces de la consigna perpetua con dos únicos términos, en la que cambia el primero (Melilla, Sahara, los secuestrados, el Estatuto de Cataluña, la economía, los incendios o el toro que mató a Manolete) y se mantiene el segundo (Zapatero culpable), se conmueve y agita. Batracios, pescadores, peces, ofidios y tertulianos, se lanzan a una loca barahúnda rompiendo la calma chicha que, poco a poco, iba haciendo derivar la desarbolada nave de la izquierda hacia aguas muertas, traicioneras. Las aguas de la resignación, virtud ovina que tanto daño ha causado al progreso humano. Parecía que era inevitable y que ya estaba escrito en esa inexistente categoría que llamamos destino: la derecha volvería a ganar en Madrid el año próximo y avanzaría, viento en popa. hasta hacerse con el botín de lo que quede del Estado allá por la primavera del 2012, eso si Urkullu no adelanta el calendario.

El tándem Gallardón – Aguirre, jugando al “ying – yang”, poli progre – poli facha, había logrado asentar la sensación de placidez del desencanto, la dulce derrota del no podemos; si no se intenta, tampoco se sufre. Y aquí el cambio, la pedrada en la charca. ¡Hay juego señores! Se acabó la siesta. Por primera vez en mucho tiempo: nervios en Sol – Cibeles, histeria en el “facherío” mediático, como Carrascal, que hasta atisba otra vez la guerra fría. No me lo acababa de creer, ahora iba en serio y no volvíamos a las andadas con aquello de “si al fin y al cabo se va a perder igual, pues que no haya bronca…” Parece que sí, el PSOE federal apuesta fuerte por Madrid y va a por todas. Y Gómez, como en un mal sueño futbolero, reclamando el esférico en la defensa, sin enterarse que se juega muy adentro en el campo contrario, cerca del área y que lo que hay que hacer es unir fuerzas, pasar balón y clavarlo en la red del adversario. Se lo juro, me han despertado y sospecho que, como a mí, a toda la ciudadanía indignada con esta derecha impenitente, que no sabe pedir perdón por lo que hizo ni aunque hayan pasado catorce lustros, chula e insultante, que luce cual blasón el desparpajo y a la que tantos pelotas lameculos ríen las vergüenzas como gracias. Derecha corrompida hasta las cejas, que ya se frotaba las manos esperando convertir, más allá de Madrid y Valencia, España entera, en parque temático de la carcunda europea. Porque por mucho enfado que tengamos con los nuestros, sabemos que sería muchísimo peor con ese prócer indescriptible, melena al viento, que despliega ardor guerrero en un derroche de testosterona patriotera o su belfo heredero de hilillos de plastilina.

Trini – Lissavetzky han roto la lámina fangosa, turbia, de la resignación. Esta vez sí: es posible ganar Madrid para la izquierda.

Pedro Díez Olazábal participó en la fundación del Sindicato de Enseñanza de CC.OO y ha estado siempre vinculado a los movimientos sociales. Ha desempeñado los cargos de Alcalde de Arganda del Rey, diputado de la Asamblea de Madrid y Vicepresidente Tercero, portavoz en la Comisión de Medio Ambiente y Presidente de la Asamblea de Madrid.

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