viernes. 19.04.2024

La quiebra de la razón

Mucho se ha hablado y escrito sobre los pactos municipales. Algunos medios y grupos de comunicación en su afán por afear la conducta de IU han exagerado en exceso la trascendencia de algunas decisiones. Han hecho suyo un informe del PSOE y lo han convertido en propaganda informativa contra IU.

Mucho se ha hablado y escrito sobre los pactos municipales. Algunos medios y grupos de comunicación en su afán por afear la conducta de IU han exagerado en exceso la trascendencia de algunas decisiones. Han hecho suyo un informe del PSOE y lo han convertido en propaganda informativa contra IU. Pero en el fondo de esta desorbitada campaña, subyace una cruda y triste realidad: algunas organizaciones locales de IU han permitido alcaldes del PP, o lo que es peor, han pactado programas de gobierno con el PP. Los datos apuntan a 45 pueblos en los que IU ha facilitado la alcaldía al candidato conservador pudiendo ser del PSOE, y 15 en los que IU ha accedido a la alcaldía con el apoyo del PP. El coordinador general de IU ha informado que en 15 localidades el PSOE ha permitido que el PP u otras formaciones conservadoras arrebaten la alcaldía a IU. Un disparate no justifica otro.

Parto de una consideración que no desprecio: en muchos pueblos los conflictos personales, familiares, de corrupción o clientelares alteran el discurso político y ayudan a construir argumentarios y coartadas muy diversas. Sin embargo, fuera de ciertas excepciones, no cabe la justificación. Esconder la cabeza bajo el ala o improvisar una comprensión de tales conductas, supone un duro golpe a la credibilidad de IU, sobre todo ante sus reales y potenciales votantes. ¿Hay alguien capaz de explicar cómo se puede cerrar el paso a la derecha (y a las políticas de derecha) aupando a la alcaldía a candidatos del PP? Solo una persona condenada por corrupción -o con pruebas verificables en su contra- en la candidatura del PSOE (o de cualquier otro partido) no podría ser nunca votada por IU, y obligaría a su partido a cambiar de candidato/a para recibir el voto.

Decir y hacer

Cayo Lara anunció que IU no facilitaría, por acción u omisión, alcaldes ni presidentes autonómicos del PP. Ahora, con toda la información en la mano, hay que actuar. Es un gesto imprescindible de autoridad política, y no hacerlo, dejaría en muy mal lugar al propio Cayo Lara, además de convertir a IU en un interlocutor poco fiable. Seguramente serán muchas las personas que al leer esto le vengan a la cabeza una inacabable lista de agravios relacionados con el PSOE (como me vienen a mí). No les faltarán razones a quienes censuren la política laboral y económica del Gobierno, su sometimiento al discurso más conservador del núcleo duro de la UE, su obsesión por combatir el déficit público a cualquier precio y la reducción del gasto social, su abandono de la inversión pública y la creación de empleo; en definitiva, su voluntad de compartir con las ideas, grupos y personas que provocaron la crisis, la salida de la misma. Pero el discurso de la razón para que no se quiebre ha de evitar la tentación de hacer “lo que me pide el cuerpo”, recurriendo al siempre más sabio proceder de la cabeza. No es posible ni deseable el ejercicio de equidistancia entre el PSOE y el PP. Más bien es síntoma del visionario aquello de “no hay más izquierda que la nuestra”. Porque de la dura y no menor descalificación de las medidas socialistas no puede deducirse que “todos son iguales”. La derecha del ultraliberalismo, la confesionalidad, el racismo, la xenofobia, la alergia a los derechos civiles, el desprecio de la iniciativa pública, el recorte del Estado de bienestar y la desregulación sin límites, sigue marcando las diferencias e IU no puede banalizarlas. Es más, la inmensa mayoría de los votantes socialistas y de IU comparten bastantes más deseos y prioridades de las que hacen gala sus dirigentes.

Por eso, y aun conscientes de las dificultades que aparecen en cada ámbito, IU debe poner en su sitio a quienes han roto las decisiones tomadas. Si me apuran, especialmente a aquellos que lo han hecho violentando algo más que decisiones. Pueblos en los que no solo se facilita el acceso del PP a la alcaldía, sino que además se pactan programas de gobierno con la derecha. O pueblos como el de Coslada en Madrid, que gracias a IU, exclusivamente a IU, tienen alcalde del PP, después de que hasta UPyD votara al candidato socialista “porque el del PP está acusado de corrupción”. Las direcciones regionales y la dirección federal deben corregir, con todos los instrumentos de la legalidad interna a su alcance, las situaciones irregulares y restablecer la normalidad.

Sin vulnerar la capacidad de decisión de la que deben gozar las organizaciones de IU, hubiese sido saludable pactar un marco unitario de actuación en cada comunidad autónoma a partir de un diagnóstico común sobre acuerdos y diferencias en cada pueblo, y sobre los pasos básicos a adoptar para desbloquear conflictos. Posteriormente, y respetando lo pactado por las direcciones regionales de PSOE e IU, las organizaciones locales tendrían la última palabra para definir prioridades, explicitar demandas y objetivos programáticos, y pactar la fórmula de colaboración municipal (pacto de gobierno, pacto de legislatura, voto al candidato de la lista más votada de la izquierda y trabajo desde la oposición). El acuerdo alcanzado en Castilla y León es, quizás, el ejemplo a seguir. La actual coyuntura política alejaba la posibilidad de elevar la conversación al ámbito federal, pero es que además, poco más de lo anunciado por Cayo Lara cabía plantear, con los resultados postelectorales ya conocidos.

Y no me olvido de la propuesta política con la que PSOE está cavando su propia tumba y que he censurado con dureza. A las izquierdas les corresponde debatir a campo abierto sobre su futuro, de manera singular al PSOE, si no queremos alargar el ciclo conservador más allá de lo inevitable en las instituciones. Quizás, la primera y más urgente reflexión sea la de encarar con decisión la reforma de la ley electoral (especialmente la circunscripción electoral). Ya no valen excusas. Quizá con una ley más justa, Castilla-La Mancha, quien sabe si Andalucía y otras tantas comunidades autónomas seguirían en manos de la izquierda.

La quiebra de la razón
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