viernes. 29.03.2024

La prisa

La prisa es el título de un magnífico libro de poemas de Juan Carlos Suñén publicado en 1994.

La prisa es el título de un magnífico libro de poemas de Juan Carlos Suñén publicado en 1994. En las últimas semanas, como si un grupo de conocidos dirigentes socialistas hubiera optado por convertir ese título en marca de la casa de su actuación inmediata, hemos asistido a diversas declaraciones en los medios de comunicación planteando la celebración, sino inmediata, sí en un corto plazo, de elecciones primarias para decidir, cuanto antes, quién será el candidato o la candidata a la presidencia del gobierno en 2015 y así (aunque esto último no se explicitaba hasta el pasado sábado, en las horas posteriores a su Consejo Territorial) cuestionar al  secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba y a la actual ejecutiva federal. En otras palabras: primarias como segundo round del congreso de Sevilla convertidas, en la voz de Tomás Gómez, en “congreso extraordinario”. Ahí es nada.  

Cuando no ha pasado un año de la celebración del de Sevilla; cuando  se ha hecho público el comienzo de los trabajos de elaboración de los documentos base para el debate en una conferencia política que es un mandato congresual y en los que, según hemos podido leer en distintos medios, se proponen cambios fundamentales y políticas alternativas; cuando se aborda (aunque con cierto retraso, todo hay que decirlo) un imprescindible  giro hacia una mayor firmeza y claridad en la estrategia de oposición; cuando los medios de comunicación de la órbita de la derecha, desde el centro hasta la extrema, sitúan todas sus baterías apuntando al PSOE y a su máximo representante ante la sociedad, ¿no es algo más que inconveniente esa sucesión de mensajes en los que no sólo se deslegitima al actual secretario general, sino que se transmite la impresión de que la urgencia está determinada más que por intereses generales de la sociedad o del propio partido por intereses particulares, del o de la aspirante a candidato?

Perplejidad, como poco, producen estas declaraciones si tenemos en cuenta que se producen casi al tiempo en que decenas de miles de sanitarios y pacientes salen a la calle a manifestarse contra la privatización de la sanidad en Madrid y otras regiones, en que los jueces y fiscales se declaran en huelga contra los desmanes políticos y jurídicos del ministro Gallardón, declarándose en huelga, en que se cierra en falso la comisión de investigación del caso Madrid Arena o en que el ministro Wert, con la aquiescencia del gobierno, plantea devolver a la educación pública al tiempo en blanco y negro de los años 70.  Los sindicatos movilizándose; las asociaciones médicas, de usuarios de la sanidad pública, de madres y padres de alumnos, de usuarios de la justicia, movilizándose; el mundo de la cultura, estupefacto ante la subida del IVA , movilizándose; los indignados de distinta condición y procedencia, movilizándose… y, en tal situación, algunos dirigentes socialistas mostrando ante la opinión pública, sin ningún rubor, su principal preocupación: primarias. O congreso extraordinario. Toda una ironía.

Llama la atención, además, que esta demanda se realice sin que haya sido aprobada la nueva normativa que regule ese tipo de elecciones en ese partido y sin que se haya concluido el proceso de elaboración de los documentos que servirán para el debate en la conferencia política. Y, por supuesto, sin conocer siquiera cómo se va a regular la participación de los simpatizantes o electores no afiliados en la citada normativa.

Pero ese no es, a mi juicio y con ser importante, el problema esencial. El problema esencial es de naturaleza política: ante la más grave crisis económica y social que vive Europa desde el crack del 29, en que es preciso poner sobre la mesa y de forma prioritaria una alternativa a las políticas conservadoras y liberales basadas casi en exclusiva en el cumplimiento estricto de las demandas de los mercados financieros, el mensaje fundamental que el PSOE, como principal partido de la izquierda, debería trasladar a la sociedad es que está preocupado y ocupado, ante todo, por los ciudadanos; que está trabajando, a fondo, para que la movilización social encuentre un referente político en sus propuestas; que está poniendo en práctica fórmulas de colaboración y participación con y de la ciudadanía en los barrios para ser un partido útil y eficaz para el tejido social, incluyendo a los diversos colectivos de indignados. Y que se “pone las pilas” para abordar algunos desafíos de primer orden: políticas locales de progreso en las ciudades en una situación de crisis; políticas de austeridad y ejemplificadoras de los cargos electos y de designación (desde la drástica reducción de coches oficiales hasta la generalización de los vuelos en turista pasando por el apoyo sin fisuras a toda demanda de transparencia, entre otras medidas). Creo que esa es la necesidad más perentoria del partido socialista: una necesidad estrechamente vinculada a la recuperación de la credibilidad ante los votantes que en las últimas elecciones se quedaron en casa (también en Cataluña, por cierto) y ante las generaciones más jóvenes, que han hecho de la abstención o de la votación a partidos que se mueven entre el ecologismo, la austeridad institucional (UPyD) y el marxismo radical su referente.

A esos electores, en mi modesta opinión, hoy les preocupa el paro, el deterioro de servicios públicos, la falta de horizonte de la juventud, la deshonestidad de los grandes directivos de bancos y cajas y la tibieza con que se les exigen responsabilidades penales, la separación entre las condiciones de vida de sus representantes políticos y sus propias familias, la reducción de su poder adquisitivo, los desahucios, el futuro de las pensiones o la conversión de la Unión Europea en el “principal enemigo público” del Estado del Bienestar. Y les preocupa que el partido mayoritario de la izquierda no muestre sensibilidad hacia esa situación o que en sus propuestas no se contemplen alternativas claras a esos profundos agujeros de su vida colectiva.  Y si esas son las preocupaciones sociales, darles respuesta ha de ser el objetivo prioritario irrenunciable.  En sus antípodas está aparecer ante la sociedad un día sí y otro también poniendo en primer plano el nominalismo y una visión internalizada de la política. Y, sobre todo, concretando éstos en una desmedida prisa por realizar unas primarias cuyo principal contenido político es hacer unas primarias.  

Tomás Gómez afirmó antes de las elecciones catalanas que, tras ellas,  “algunos tendremos que decir lo que pensamos”. Bien, no hubo nadie en el PSOE que le preguntara si tenía dos pensamientos: uno, para antes de las elecciones catalanas, y otro para después. Dicho de otro modo: hasta el 25 de noviembre, lo que venía diciendo públicamente ¿era o no lo que de verdad pensaba? Eso, en el castellano de la RAE, se llama incoherencia. Y en lenguaje político riguroso, oportunismo: ahora, como si el PSOE fuera un ente al margen de la realidad, propone que, en medio de una confrontación social sin precedentes contra las políticas neoliberales, ese partido se “abra en canal” en un congreso que lo llevaría, otra vez, al repliegue, al ensimismamiento, a las claves internas. En fin...

De otro lado, Carme Chacón, aprovechando un acto de homenaje a Gregorio Peces Barba organizado por el PSM  (por cierto, un acto poco integrador de sensibilidades), llamó al PSOE a levantarse (¿contra quién que no sea contra las políticas de la derecha?). Y unos días después, en un foro público, vino a afirmar que “el PSOE no tiene todo el tiempo del mundo”. Estamos de acuerdo. Pero no creo que esa falta de tiempo esté vinculada, para los ciudadanos, a la urgencia de unas primarias. Más bien, les apremia que el PSOE afronte de una vez una reflexión en profundidad sobre las políticas de progreso que demanda la realidad que sacude a España y a Europa: eso sí es urgente, más aún en la perspectiva de la anunciada conferencia política.  Aunque para urgencias las de Juan Antonio Belloch, quien, actuando de “adelantado Fernández” en el citado foro público, situaba ya a Chacón en la presidencia del gobierno de España. Nada más… y nada menos. Y mientras tanto, los grupos de trabajo preparatorios de la citada conferencia, dedicando horas y recabando materia crítica y aportaciones de los más diversos sectores profesionales progresistas del país para perfilar sus contenidos.

El PSOE lleva muchos años planteando la necesidad de abrirse a la sociedad y sus militantes (al menos, los militantes más lúcidos) demandando actuaciones que no estén marcadas por la urgencia y sí por el rigor, por el debate sosegado y exento de demagogia, por la visión estratégica a medio y largo plazo y por la articulación eficaz y no “para salir del paso” de mecanismos que faciliten la participación de los simpatizantes y no afiliados en la elección, mediante primarias, de los candidatos a presidentes, en los distintos niveles, y alcaldes. Y ahora que, según hemos podido leer en algunos borradores y documentos previos que se han publicado en distintas plataformas, se está trabajando (dado que no hay un horizonte electoral inmediato) en esos objetivos, ¿qué ha de hacer? ¿Interrumpir el proceso y preparar primarias o un congreso extraordinario? ¿Meter al conjunto de sus agrupaciones y organizaciones regionales en una batalla nominalista que, por mucho que se empeñaran sus protagonistas, dejaría en segundo plano las propuestas políticas? No nos engañemos, las primarias pueden ser preludio de desastre (Madrid fue un ejemplo palmario en el otoño de 2010, también Barcelona ciudad) o una eficaz precampaña electoral. Lo primero está garantizado si se abordan con prisa y el ciudadano tiene la sensación que son, en lo esencial, una “lucha por el poder”; lo segundo, si son posteriores a un proceso de reflexión del conjunto del partido que se acompañe de una alternativa contra las políticas neoliberales, asumida colectivamente y reconocible como suya por una mayoría social. Y en ese acompañamiento, es imprescindible que el conjunto de sus cargos públicos se sitúe en el plano en que el ciudadano medio desarrolla su vida cotidiana  y que su oposición sea clara, inequívoca. También rigurosa y responsable.

Una cosa sí está clara a estas alturas de la película: quienes aparecen ante los medios haciendo suyo el título del libro de Suñén transmiten la sensación de tener, más que un proyecto alternativo, prisa. Sólo prisa. O esencialmente prisa. 

La prisa