viernes. 29.03.2024

La presidencia checa y la política social

De aquí a final de junio la presidencia de la UE reposa en la República Checa. Los medios de opinión coinciden en adjetivar a este gobierno de “euro-escéptico”.

De aquí a final de junio la presidencia de la UE reposa en la República Checa. Los medios de opinión coinciden en adjetivar a este gobierno de “euro-escéptico”. Lo que parece un adjetivo piadoso, puesto que realmente la República checa mantiene una posición filo-americana a ultranza en todos los asuntos políticos y económicos, como se ha visto actualmente con su reacción frente a la invasión militar israelí contra un pueblo inerme y acorralado.

Pero el significado de su “euro-escepcticismo” se conoce bien cuando se lee el programa que enarbola para estos seis meses en materia de empleo y de política social.

Para la presidencia checa, es fundamental incentivar la movilidad de los trabajadores en el mercado europeo, por lo que se propone fomentar la “modernización” de los sistemas de seguridad social de los trabajadores migrantes, que por cierto resulta complicada ante la opción de los sistemas del Este europeo por la demolición de los sistemas públicos de seguridad social y su sustitución por sistemas de capitalización gestionados privadamente.

Lo más relevante es sin embargo lo que prevé en materia de empleo. Literalmente, la plena utilización de la mano de obra debe realizarse con el reforzamiento de la flexibilidad del mercado de trabajo, en la búsqueda de aumentar la competitividad en la UE. Por ello la Presidencia “pondrá en práctica las lineas directrices sobre el crecimiento y el empleo y los principios generales de la flexiguridad, dando prioridad al refuerzo de la flexibilidad del mercado de trabajo, flexibilidad de las relaciones de trabajo y de los servicios sociales según el principio “reforzar el atractivo financiero del trabajo” (making work pay) y reforzar la motivación del trabajador mediante un compromiso activo de reinserción en el mercado de trabajo”, poniendo también el acento “en la utilización abusiva de la protección social”.

Es decir, el euroescepticismo se convierte directamente en neoliberalismo en su versión anterior al desplome financiero del verano de este año, con una versión de la flexiguridad en donde solo cabe sitio para la destrucción de las garantías de los trabajadores ante el empleo, y en donde además se acuña la novedosa expresión del “abuso” por los ciudadanos de las situaciones de protección social.

Para acabar de helar la sangre en las venas, los euroescépticos checos se proponen “conciliar” con el Parlamento europeo la directiva sobre el tiempo de trabajo rechazada por éste y, por último, se esforzará en avanzar en la “modernización del derecho del trabajo” sobre los principios antes citados.

Para la presidencia de la UE la política social no cuenta si no se declina como flexibilización y debilitación consecuente de las garantías sobre el empleo. Utilizan un credo liberal que no sólo no se sostiene ante la presencia del modelo social europeo en los ordenamientos centrales de la Unión, sino que ignora lo previsto en los propios Tratados y en la declaración de derechos de Lisboa (2007). Y que tampoco va a encontrar apoyo en las políticas internas de los Estados Unidos con Obama, mucho más decidido a avanzar un cuadro intervencionista de la administración del trabajo en las relaciones laborales y al fortalecimiento del sindicato como eje de gobernabilidad del espacio económico, social y corporativo que marca el trabajo. La nominación de una Secretaria de Trabajo, Hilda Solís, extraordiariamente bien recibida por los sindicatos, y la casi segura promulgación de la Ley sobre sindicalización y negociación colectiva en las empresas, que impulsa el Senador Ted Kennedy y que había sido boicoteada en el Senado en la última época de Bush así parece indicarlo, como también la impresionante inversión de miles de millones de dólares en la protección por desempleo y de asistencia sanitaria. Un programa corrector de los esquemas neoliberales que parece abrazar con la fe del carbonero la presidencia checa de la UE.

Que pasen pronto estos seis meses. Pero por si acaso, hay que estar alerta ante las propuestas que se puedan hacer desde la presidencia de la UE en este lapso de tiempo. El sindicalismo europeo tiene trabajo por delante, ciertamente, para lograr que nada de este programa retrógrado y antidemocrático se pueda llevar a cabo.


Antonio Baylos
Catedrático de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad de Castilla La Mancha

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