jueves. 18.04.2024

La oferta “religiosa” de Mas

Hace días que me ronda por la cabeza una idea sobre el imaginario religioso que ha construido Artur Mas para presentarse como la "gran solución" ante el 25N. En momentos de gran desconcierto y desesperanza como el actual, los humanos necesitamos y buscamos explicaciones simples y soluciones sencillas. Y eso es lo que ha hecho Artur Mas y CiU, echando mano de la más elemental antropología religiosa. Con una iconografía en la que no falta de nada.

Hace días que me ronda por la cabeza una idea sobre el imaginario religioso que ha construido Artur Mas para presentarse como la "gran solución" ante el 25N.

En momentos de gran desconcierto y desesperanza como el actual, los humanos necesitamos y buscamos explicaciones simples y soluciones sencillas. Y eso es lo que ha hecho Artur Mas y CiU, echando mano de la más elemental antropología religiosa. Con una iconografía en la que no falta de nada. Desde la más sencilla de las explicaciones, la de la lucha entre el Bien y el Mal, hasta la de la Tierra Prometida, en la que él nos conducirá e incluso si es necesario nos ofrecerá su vida por nuestra salvación.

Y si a alguien le parece abusiva esta interpretación, repasamos lo que ha pasado en los últimos meses. Es cierto que esta antropología judío-cristiana está muy arraigada en toda la civilización occidental y en todos nuestros comportamientos y que está en el fondo de muchas ideologías y comportamientos políticas, pero el candidato Mas ha sobrepasado todos los límites.

En la explicación a todos los problemas, compartidos con otras sociedades, no se olvide, Mas nos ofrece la más simple de las explicaciones y la más sencilla de las soluciones. La más simple explicación del Mal siempre han sido los otros, los bárbaros los romanos, los extranjeros. En la iconografía de Mas, se trata de España. Y la solución, sencilla, una determinada forma de Estado que en algunos momentos aparece como la Tierra Prometida. Quizás incluso no sea casual que en esta isla-paraíso le haya llamado Itaca y no Utopía.

No hay Tierra Prometida, sin un Mesías que nos conduzca. Y así lo ha llegado a verbalizar el candidato Mas. "Yo sólo soy un instrumento" dijo. Sólo le ha faltado decir "en las manos de Dios". "Yo os llevaré hasta el referéndum y después me retiraré", continuó. Es tal la fuerza de este imaginario que incluso se ha reproducido en la iconografía de los carteles y en la mística del spot electoral.

Y por si faltaba algo, ayer la remató. Por responder –tiene todo el derecho– a lo que considera que es una denuncia falsa de El Mundo, de nuevo ha echado mano de la misma iconografía. "Si logran destruirme, vendrán otros y cogerán mi testimonio" O sea que ofrece su vida para que nosotros nos salvemos.

Muchas semejanzas como para ser una anécdota. De lo que se trata ahora es saber si este comportamiento obedece a una atrevida y hábil estrategia comunicativa o es que el candidato Mas está profundamente convencido de su misión histórica. En el primer caso, todo quedaría en el debate de la ética en el uso de los medios. En el segundo supuesto sería muy preocupante para nuestra condición de ciudadanos libres.

No hay nada que excluya la posibilidad de que una parte de la ciudadanía acoja con satisfacción y entusiasmo este imaginario. No sería la primera vez que la ciudadanía se deja seducir con este tipo de planteamientos, pero sería una mala noticia. Y no por los resultados electorales, sino por los riesgos que para una sociedad libre conlleva dejarse arrastrar por soluciones religiosas para dar respuesta a problemas terrenales.

La oferta “religiosa” de Mas