viernes. 19.04.2024

La Ley de Amnistía o Ley de Amnesia

NUEVATRIBUNA.ES - 22.4.2010Cuando en estas últimas semanas se ha esgrimido desde los poderes corporativos y la derecha la Ley de Amnistia del 77 como la sacrosanta bandera para romperle la cabeza a Garzón, me puse a hurgar en mis recuerdos e incluso en mi subconsciente para intentar ver si aquella Ley había sido uno de los grandes episodios catárticos de la transición, y la verdad es que no lograba identificarlo como uno esos momentos, que hubo
NUEVATRIBUNA.ES - 22.4.2010

Cuando en estas últimas semanas se ha esgrimido desde los poderes corporativos y la derecha la Ley de Amnistia del 77 como la sacrosanta bandera para romperle la cabeza a Garzón, me puse a hurgar en mis recuerdos e incluso en mi subconsciente para intentar ver si aquella Ley había sido uno de los grandes episodios catárticos de la transición, y la verdad es que no lograba identificarlo como uno esos momentos, que hubo muchos, donde a trancas y barracas palpábamos que la libertad se alcanzaba. No era ni la apertura de las puertas de las cárceles, ni la llevada en volandas de los presos políticos por la multitud liberadora. Dudé de mi memoria, revisé documentos y libros y la verdad es que encontré poco más de algunas líneas donde se reflejaba la fecha del 14 de octubre como uno de los puntos álgidos de la transición, que ahora una chusma de resentidos convocados por los sindicatos y Carlos Berzosa quiere borrar. Sin embargo hoy he recordado -no admito que se diga que tengo Alzheimer - que yo fui un beneficiario de dicha Ley y que gracias a ella en las Salesas, en la sacrosanta sala del TOP (Tribunal de Orden Público), bajo la Presidencia de ese modelo de jueces (de muchos de los que hoy siguen ejerciendo desde las más altas magistraturas) que era el Juez Mateu, se me aplicó la Ley de Amnistía y se exoneró del juicio, sorprendentemente, a dos de mis compañeros de Sumario con el mismo marco legal de referencia. Es decir que yo, beneficiario de la Ley de Amnistía, nunca sentí ser parte de un hecho histórico en el que se pretende resumir el balance del franquismo y de la reconciliación nacional.

La Ley de Amnistía fue una más de las importantes medidas que a toda prisa iba tomando el Gobierno de Suárez para allanar el camino hacia una Constitución democrática, ni mucho menos hacia una fórmula para hacer tabla rasa de la dictadura. Aunque impedía la persecución de funcionarios y responsables del régimen franquista, ni era una ley de punto final, ni se situaba por encima de los delitos de lesa humanidad. De pronto, en manos de los herederos de los que no quisieron saber nada de amnistía para los presos políticos, esta ley se transforma en paradigma de la transición. Todavía más: en la reencarnación de ese tan intangible “espíritu de la Transición” que sólo puede competir en los cielos con la “Santísima Trinidad”.

Es muy llamativo que alrededor de la defensa de la Ley de Amnistía del 77 se agrupan aquellos sectores políticos y judiciales para los cuales la Amnistía era una concesión inaceptable a las exigencias de los “rojos”. Como en tantas otras cosas, TODO vale si es para atacar al Gobierno, a los sindicatos y a la izquierda: que hablamos de la Constitución de la anti España, pues a ella nos agarramos; que se discute sobre el respeto al Estado de Derecho, pues dale que dale para no modificar los órganos periclitados del Tribunal Constitucional; que sale a relucir el Estado Autonómico, pues mas independentistas que nadie para no cumplir las Leyes educativas y de dependencia; que hay que subir la presión fiscal porque las cuentas no cuadran, pues se hace a la vez que se llama a la rebelión fiscal contra Zapatero; que Matas, Bárcenas, Sepúlveda, Merino, etc, etc aparecen en la trama Gurtel, pues la culpa es de la policía de Rubalcaba que investiga con “saña”. Todo lo que sucede, incluso aquello que no llega a suceder como la autoría etarra del 11-M, sirve si con ello se ataca al Gobierno. Y si es a costa de arriesgar la estabilidad democrática, mejor. Como tantas veces repiten Aznar y Aguirre, “somos una derecha sin complejos”. Es una gran ventaja eso de tener pocos principios, valores y convicciones, pero es mucho más ventajoso que además sean flexibles.

Pero volvamos al tema de la Ley de Amnistía y la intocabilidad del régimen genocida de Franco. Una de las mayores críticas que se han hecho a la Ley de Memoria Histórica es que no se atreviese a determinar la “ilegalidad” del régimen del 18 de julio. Se limita a la ilegitimidad pero no se atreve a declarar ilegales sus actos. Ahora, se pretende hacer una lectura única de la Ley de Amnistía para convertirla en una Ley de Amnesia. Por eso, la iniciativa parlamentaria para poner límites a la Ley del 77 es adecuada, pero lo que sigue latiendo es algo no resuelto y que se debería tipificar en nuestro ordenamiento jurídico como delito “apología del franquismo·”. De la misma forma que recientemente se cerró la librería Europa y se condenó a dos años y nueve meses al nazi Pedro Varela por la “difusión de ideas genocidas y delito contra los derechos fundamentales”, de la misma forma que en Francia, Alemania e Italia está prohibida la apología del nazismo, del régimen de Vichy o del fascismo (aunque Berlusconi ha logrado atenuarlo), en nuestro país las víctimas de un régimen genocida no podemos obviar legalmente el pasado por mucho que le cueste al partido de la derecha romper con sus vínculos con el régimen anterior. Ese sería el auténtico apoyo a las víctimas y a los familiares que hoy se ven desprotegidos ante los desatinos de una parte de los jueces que dan cobertura a la acción de los que exaltan al franquismo .

Enrique del Olmo - Escritor.

La Ley de Amnistía o Ley de Amnesia
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