miércoles. 24.04.2024

La historia no es un libelo

NUEVATRIBUNA.ES - 4.10.2010Hace días, una profesora de instituto explicaba a sus alumnos de cuarto de ESO –veinticinco en total- que las últimas semanas del curso las dedicarían a hablar de las atrocidades del franquismo. No quería que terminaran la enseñanza obligatoria sin tener una idea clara de lo que fue la dictadura y el dictador.
NUEVATRIBUNA.ES - 4.10.2010

Hace días, una profesora de instituto explicaba a sus alumnos de cuarto de ESO –veinticinco en total- que las últimas semanas del curso las dedicarían a hablar de las atrocidades del franquismo. No quería que terminaran la enseñanza obligatoria sin tener una idea clara de lo que fue la dictadura y el dictador. Cuando estaba haciendo una breve introducción de lo que fue aquel régimen, veinte estudiantes de entre 15 y 16 años se levantaron y se pusieron a cantar el “cara al sol”. La profesora esperó, sorprendida, a que callaran, pero no lo hicieron, después continuaron con el himno nacional-franquista. Al final tanto libelo fascistoide y la negativa del PP a condenar el genocidio han dado sus resultados: Chicos nacidos en 1995 se saben el cara al sol y defienden a Franco como a un héroe mítico, algo así como Matrix.

Con el paso a la retaguardia de Vizcaíno Casas, Ricardo de la Cierva y Hoces y de Luis Suárez Fernández, uno creía que ciertas formas de aproximación al pasado habían periclitado. Igual pensaba de los himnos con que nos deseducaron y de los panegíricos dedicados al dictador. Sin embargo, no es así, las rigurosas investigaciones que desde hace varios años se vienen desarrollando en nuestro país sobre la represión fascista han despertado las iras de quienes siguen añorando ese pasado cruel y se niegan a que la sociedad española lo conozca con toda su crudeza, con todo su espanto, tal como se hizo en Francia, Alemania, Austria o Italia.

Siguiendo a Vicenç Navarro, hemos llamado fascismo al franquismo del mismo modo que no se llama hitlerianismo al nazismo ni mussolinismo a la dictadura italiana: Los tres regímenes, con sus peculiaridades, son variantes del totalitarismo salvaje que invadió Europa Occidental desde el primer tercio del siglo XX. Hoy, “escritores de historias” por todos conocidos quieren reinventar ese pasado y, con un apoyo económico, mediático y editorial sin precedentes, se atreven a retomar los viejos libros de la Editora Nacional, Editorial Nos, Reus, Prieto o AHB, o sea los libros escritos por Francisco Casares, Joaquín Pérez Madrigal, Luis de Galinsoga, Óscar Pérez Solís, Joaquín Arrarás, Manuel Aznar o Eduardo Comín Colomer –turiferarios franquistas- y hacernos creer que están escribiendo la “nueva historia”, la historia equidistante, la que pone a cada uno en su lugar. Nada más falso, nada más sucio, nada más estúpido: Los “revisionistas” no hacen más que contar aquello que tantas veces oímos en vida del tirano: Convencidos de la simplicidad de los lectores, quieren convertir el libelo en axioma irrefutable, la vieja historia oficial en novedad sorprendente y documentada.

Pese a los apoyos que reciben, pese a ocupar los mejores lugares en librerías y grandes almacenes, tienen la batalla perdida y dentro de poco tiempo ocuparán el lugar que merecen en la nada. Investigadores veraces e incansables como Ian Gibson, Julián Casanova, Francisco Espinosa, Abdón Mateos, Matilde Eiroa, Sebastián Balfour, Francisco Moreno, Alicia Alted, Rafael Torres, Ángeles Egido, Alberto Reig Tapia o Mirta Núñez, por citar a unos pocos de esa gran pléyade de historiadores de la represión, nos descubren día a día, sin prisas, sin estruendosos aparatos propagandísticos, con muchísimas horas de trabajo, lo que fue aquel tiempo criminal y quienes lo impusieron a sangre y fuego. Esperemos que así sea y que los cánticos irracionales de estos adolescentes hayan sido sólo una gamberrada y no el fruto de enseñanzas recibidas o aprehendidas. Sería terrible.

Empero, la evidencia es otra y todavía abundan historiadores profesionales y aficionados que siguen apreciando virtudes en el mayor genocida que ha sufrido España: Su influencia sobre niños y adolescentes puede tener consecuencias gravísimas que todos pagaremos algún día. En ningún país de Europa Occidental -el ultraderechista francés Le Pen, que basa su éxito en la maldita xenofobia, ha condenado varias veces el nazismo-, se permite ni la adulación ni la apología de los genocidas fascistas, a nadie se le ocurre hablar de unos y de otros, nadie escribe laudatorias sobre los tiranos: Se condenan con penas de cárcel o multas millonarias.

Sin duda alguna, esto cambiará. Algún día tendremos una derecha verdaderamente democrática que sienta el mismo desprecio hacia quien cubrió España de sangre durante cuarenta años que quienes tienen otra ideología. Algún día nadie –salvo cuatro cavernícolas, que los hay en todas partes- se escandalizará porque haya gente que quiera saber en qué cuneta o barranco yacen los restos de sus antepasados asesinados. Ese día se habrán cerrado todas las heridas.

> Historia del hambre en España tras la guerra civil

Pedro L. Angosto

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