viernes. 29.03.2024

La guerra de las favelas

nuevatribuna.es | 20.12.2010“En las favelas de Río de Janeiro ni hay un proyecto de poder ni existe una organización criminal autóctona”. Marcelo Freixo, un activo diputado brasileño, se explaya: “nunca nadie de las favelas –afirma con ironía- formó parte ni de las juventudes católicas ni de asociaciones estudiantiles. ¿Cómo pretender, entonces, que haya noción de colectividad?”.

nuevatribuna.es | 20.12.2010

“En las favelas de Río de Janeiro ni hay un proyecto de poder ni existe una organización criminal autóctona”. Marcelo Freixo, un activo diputado brasileño, se explaya: “nunca nadie de las favelas –afirma con ironía- formó parte ni de las juventudes católicas ni de asociaciones estudiantiles. ¿Cómo pretender, entonces, que haya noción de colectividad?”.

El incómodo diputado, amenazado de muerte, pone el dedo en la llaga: aunque la inseguridad caracteriza a las zonas más deprimidas, se trama en los barrios más elegantes… Las milicias –siniestra amalgama de paramilitares, narcotraficantes y sicarios- tienen, según un reciente informe, inquietantes ramificaciones en la matriz del sistema.

¿Por qué estalló, en noviembre pasado, una batalla –posterior a las elecciones - que provocó 39 muertes y cerca de 200 detenciones?
Las milicias controlan, según un estudio, más de la mitad de las favelas y el Gobierno nacional, que promueve un plan de pacificación basado en la participación social y en la provisión de servicios públicos, apenas un 3%.

¿Se trató entonces, como sugirió la prensa, de una reacción del narco a una incursión, progresiva y no represiva, del Estado en zonas deprimidas?

Solo en parte: la batalla de noviembre, típicamente policial, se desarrolló en zonas grises en las que trapicheos y pobreza se retroalimentan. Los territorios libres (y no, los controlados por milicias) fueron el campo de batalla: la redefinición urbanística consecuencia del proyecto olímpico explica muchos detalles de la geografía del conflicto.

En las zonas más pobres de Río, ahora mismo, todos luchan: los grupos de poder, nacionales y locales, teledirigen a unas milicias que se entrematan y son combatidas, al mismo tiempo, por los cuerpos de Seguridad del Estado. Solo un pocos, ganan. La mayoría de los habitantes de las favelas, que son las primeras víctimas de la violencia, pierden.

No es casual que, según una reciente encuesta, el 92% de los faveleiros apoye el plan de pacificación del Gobierno y no, batallas campales como la emprendida en noviembre pasado por los sectores más reaccionarios de la oligarquía carioca.

El mundo, mientras tanto, mira confundido: más de mil millones de personas residen, ya, en asentamientos urbanos degradados. ¿Río como espejo o como laboratorio?

Juan Agulló | Sociólogo y periodista.

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