miércoles. 24.04.2024

La guerra de divisas y el fracaso del Fondo Monetario Internacional (FMI)

NUEVATRIBUNA.ES - 17.10.2010PARA FUNDACIÓN SISTEMA...y de otras economías de la zona de la moneda única. Sin embargo, la actuación de la Unión Europea, aunque tardía, ha alejado el peligro de momento.
NUEVATRIBUNA.ES - 17.10.2010

PARA FUNDACIÓN SISTEMA

...y de otras economías de la zona de la moneda única. Sin embargo, la actuación de la Unión Europea, aunque tardía, ha alejado el peligro de momento. Hay que subrayar, no obstante, que esos ataques especulativos fueron en parte no tanto contra el euro, sino contra los bonos nominados en euros de determinados países, a los que se consideró como economías débiles. En los últimos tiempos se está produciendo una gran distorsión en los tipos de cambio, y muchos países están tratando de competir con devaluaciones para fomentar las exportaciones y restringir las importaciones. Las devaluaciones competitivas tienen sus riesgos y pueden dificultar la ya de por sí débil recuperación. La atonía de los mercados internos de los países desarrollados y la escasa importancia que tienen en algunos países emergentes hacen que todas las economías encuentren una tabla de salvación en las exportaciones. Pero esta no puede ser una solución a escala global, sino que sólo sirve para aquellas economías que o bien tienen una alta productividad, o bien son las que producen materias primas que son demandadas por las economías que están creciendo más.

En este sentido el papel que desempeña China es básico. La economía china está logrando unos índices de crecimiento que resultan sorprendentes en una situación de atonía económica como la que se está viviendo. Por un lado, da muestras de una gran capacidad exportadora, lo que sin duda supone que está desplazando en las ventas a empresas de otros países. Por otro lado, es un motor para las exportaciones de muchos países en desarrollo, que se benefician del tirón chino. A su vez, como tiene una moneda con un tipo de cambio bajo con relación a otras monedas, consigue que las importaciones que compiten con sus mercancías en su propio mercado se vean restringidas. Todo ello le lleva a un superávit realmente elevado en cuenta corriente de la balanza de pagos, lo que a su vez le supone una acumulación considerable de divisas. En consecuencia, China se ha convertido en un gran prestamista en el mercado internacional, y gracias a ello se financia el elevado déficit público de los países que lo tienen. Todos ruegan a China que compre su deuda pública para poder financiar los déficit.

De este modo, China cumple un doble papel, como estimulante de la economía mundial y como financiadora de los déficit públicos y de cuenta corriente de bastantes países. Pero a su vez China tiene una moneda excesivamente devaluada para su potencial económico y su capacidad exportadora. Es un gran competidor que se basa en una economía con bajos salarios y largas jornadas de trabajo, y en una moneda cuyo valor se encuentra muy por debajo de lo que debería ser. Hay presiones, sobre todo de Estados Unidos, para que revalúe, pero los dirigentes chinos se niegan. Otros países, sobre todo emergentes, quieren seguir su camino. La guerra de divisas está en marcha, no se sabe qué puede deparar, sin duda más incertidumbres sobre la economía mundial y desestabilizaciones futuras. Mientras tanto el precio del oro se dispara hacia el alza.

Ante lo delicado de la situación que se deriva de la asimetría existente entre los países que sufren déficit en sus balanzas por cuenta corriente y los que tienen superávit, se ha pedido al FMI que ponga orden y coordine tanto desequilibrio. Se ha aprovechado para ello la asamblea anual que celebran conjuntamente el FMI y el Banco Mundial. La respuesta ha sido insatisfactoria y se sigue sin abordar en profundidad una reforma del sistema monetario y financiero internacional.

La economía global hace agua por muchos sitios, y cuando no es un problema es otro el que aparece. Mientras tanto los dirigentes internacionales quieren salvar sus economías individualmente, y sólo acuden a ayudas de las instancias internacionales cuando el agua les llega al cuello. Estos organismos internacionales se muestran incapaces de resolver tantos problemas, entre otras cosas porque se encuentran caducos y obsoletos, para afrontar la grave situación por la que atraviesa la economía mundial.

Mientras observamos que la clausura de la asamblea del FMI y del Banco Mundial se celebra sin que se obtengan resultados positivos para avanzar en la solución a la crisis, se acaba de publicar el Informe Stiglitz, encargado por las Naciones Unidas, para llevar a cabo una verdadera reforma del sistema monetario y financiero internacional.

Stiglitz ha presido una comisión amplia en la que había representantes de países desarrollados y en desarrollo, mujeres y economistas tan críticos como François Houtart. En él se hacen propuestas que, sin embargo, no han sido analizadas por los países que forman parte de Naciones Unidas, y tampoco por el FMI ni el Banco Mundial.

Como siempre, hay propuestas que sin lugar a dudas pueden ayudar a dar pasos hacia delante en las reformas que toda crisis debe llevar consigo. Pero una vez más se choca con los intereses establecidos. Esperemos que este trabajo serio, aunque con insuficiencias, no caiga en saco roto como pasa con tantos informes y propuestas que se hacen. El fundamentalismo de mercado, a pesar de sus rotundos fracasos, sigue en pie y es el que de momento se está llevando al gato al agua. Pero de seguir así la catástrofe es más que probable.

Carlos Berzosa es catedrático de Economía Aplicada y rector de la Universidad Complutense de Madrid desde el 23 de junio de 2003, tras ser Decano los catorce años anteriores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de dicha Universidad

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