29 de septiembre de 2010, 16:28
NUEVATRIBUNA.ES - 1.12.2009
No siempre es pertinente escribir cosas sesudas y dar alternativas. A veces -como ahora hago- hay que hacer una excepción y escribir sobre algunas cosas de la actualidad donde prime el envoltorio de la anécdota sobre lo sesudo del contenido. Volveré a lo sesudo en la próxima. Ahora quiero resaltar una cosita, una cosa decía aparentemente anecdótica. Las anécdotas, bien escogidas, representan la espuma de los días, debajo de las cuales corre el líquido de acontecimientos que irrigan el lento proceso de la historia. Una de ellas, sin duda para mí, es el atrevimiento sin par, singular, desvergonzado y cínico de ese diputado que ha calificado el plan del Gobierno sobre la economía sostenible de franquista. A todo esto el plan aún no ha salido, pero este señor debe tener la conciencia suya y quizá la de sus ancestros biológicos y/o ideológicos hecha unos zorros. Que alguien del P.P. emplee la palabra franquista para decir algo, lo que sea, para criticar, para endilgarlo a algo o a alguien es una afrenta a la dignidad de los cientos de miles, de millones, que lucharon por la II República, por el mantenimiento de la legalidad y de los derechos conquistados precisamente del 31 al 39; es un insulto a los miles de ciudadanos y militantes que cayeron durante los cuarentamil -Forges dixit- años de franquismo; un insulto a los exiliados que tuvieron que pasar decenios hasta volver a oler, tocar y mirar los campos y casas de sus pueblos donde una vez un cura de pueblo les hizo caer el frío del agua por sus cabecitas en esa ceremonia llamada bautismo; un insulto a los ciudadanos que aún hoy día buscan a sus familiares asesinados por los franquistas en las cunetas; y un insulto para una gran parte de votantes del P.P., que si votan a este partido, no es por lo que tienen de demócratas sus representantes, ni siquiera por lo que tienen de derecha, sino por lo que tienen, precisamente, de franquistas, tanto votantes como votados.
Sabe este individuo -que no merece figurar su nombre en ninguna redacción- que ellos, vosotros, los del P.P., sabéis muchos de franquismo, y los demás diputados del hemiciclo, con el presidente del mismo a la cabeza, el Sr. Bono, alejando por un momento sus cuitas católicas y abortivas con el Sr. Cañizares y el Sr. Rouco, debieran pensar y actuar en consecuencia cuando alguien del P.P. habla de franquismo en tan señero lugar. Debiera pararse la sesión y predisponerse todos los que estuvieran allí, hasta lo bedeles, hasta los guardias de seguridad, a tomar notas ávidamente, anhelantes de aprender de franquismo, porque los del P.P. son unos expertos en franquismo; no lo son porque hayan luchado contra él, sino porque lo han mamao; su sangre y sus tuétanos están hechos del mismo material con que se forjaron la sangre y los tuétanos de aquellos que acabaron con la II República, y ahora les lacera tener que estar en la pantomima -para ellos- de la democracia, es decir, de las elecciones, porque para lospeperos la democracia sólo son elecciones. Y por si alguien de ellos se despista de franquismo y no pasa la prueba, ahí tienen al Sr. Fraga, para que le adoctrine, enseñe y cautive de franquismo; no porque el Sr. Fraga lo haya estudiado como haría un joven historiador de estas calendas, sino porque se ha bañado en él- además de en Palomares-, fue artífice y varias veces ministro del dictador y asesino, Francisco Franco. El Sr. Fraga, presidente -no por casualidad- del P.P., sabe mucho de franquismo y es una pena que con su próxima desaparición -por razones de edad, Dios y Rouco me libren de pensamientos impuros-, desparezca tan insigne experto en franquismo práctico. Sr. del P.P. que relaciona un plan de economía sostenible con el franquismo -hay cactus con más cerebro que el de este espécimen, y no me refiero al cactus-, hable con el ínclito gallego sobre lo que es el franquismo y no ahuyente a sus votantes por hacerles creer, casi sin querer, que ustedes han dejado de ser eso que son: un rescoldo del franquismo, un rescoldo del franquismo que no acaba de apagarse. Lástima para este país.
Antonio Mora Plaza - Economista.
No siempre es pertinente escribir cosas sesudas y dar alternativas. A veces -como ahora hago- hay que hacer una excepción y escribir sobre algunas cosas de la actualidad donde prime el envoltorio de la anécdota sobre lo sesudo del contenido. Volveré a lo sesudo en la próxima. Ahora quiero resaltar una cosita, una cosa decía aparentemente anecdótica. Las anécdotas, bien escogidas, representan la espuma de los días, debajo de las cuales corre el líquido de acontecimientos que irrigan el lento proceso de la historia. Una de ellas, sin duda para mí, es el atrevimiento sin par, singular, desvergonzado y cínico de ese diputado que ha calificado el plan del Gobierno sobre la economía sostenible de franquista. A todo esto el plan aún no ha salido, pero este señor debe tener la conciencia suya y quizá la de sus ancestros biológicos y/o ideológicos hecha unos zorros. Que alguien del P.P. emplee la palabra franquista para decir algo, lo que sea, para criticar, para endilgarlo a algo o a alguien es una afrenta a la dignidad de los cientos de miles, de millones, que lucharon por la II República, por el mantenimiento de la legalidad y de los derechos conquistados precisamente del 31 al 39; es un insulto a los miles de ciudadanos y militantes que cayeron durante los cuarentamil -Forges dixit- años de franquismo; un insulto a los exiliados que tuvieron que pasar decenios hasta volver a oler, tocar y mirar los campos y casas de sus pueblos donde una vez un cura de pueblo les hizo caer el frío del agua por sus cabecitas en esa ceremonia llamada bautismo; un insulto a los ciudadanos que aún hoy día buscan a sus familiares asesinados por los franquistas en las cunetas; y un insulto para una gran parte de votantes del P.P., que si votan a este partido, no es por lo que tienen de demócratas sus representantes, ni siquiera por lo que tienen de derecha, sino por lo que tienen, precisamente, de franquistas, tanto votantes como votados.
Sabe este individuo -que no merece figurar su nombre en ninguna redacción- que ellos, vosotros, los del P.P., sabéis muchos de franquismo, y los demás diputados del hemiciclo, con el presidente del mismo a la cabeza, el Sr. Bono, alejando por un momento sus cuitas católicas y abortivas con el Sr. Cañizares y el Sr. Rouco, debieran pensar y actuar en consecuencia cuando alguien del P.P. habla de franquismo en tan señero lugar. Debiera pararse la sesión y predisponerse todos los que estuvieran allí, hasta lo bedeles, hasta los guardias de seguridad, a tomar notas ávidamente, anhelantes de aprender de franquismo, porque los del P.P. son unos expertos en franquismo; no lo son porque hayan luchado contra él, sino porque lo han mamao; su sangre y sus tuétanos están hechos del mismo material con que se forjaron la sangre y los tuétanos de aquellos que acabaron con la II República, y ahora les lacera tener que estar en la pantomima -para ellos- de la democracia, es decir, de las elecciones, porque para lospeperos la democracia sólo son elecciones. Y por si alguien de ellos se despista de franquismo y no pasa la prueba, ahí tienen al Sr. Fraga, para que le adoctrine, enseñe y cautive de franquismo; no porque el Sr. Fraga lo haya estudiado como haría un joven historiador de estas calendas, sino porque se ha bañado en él- además de en Palomares-, fue artífice y varias veces ministro del dictador y asesino, Francisco Franco. El Sr. Fraga, presidente -no por casualidad- del P.P., sabe mucho de franquismo y es una pena que con su próxima desaparición -por razones de edad, Dios y Rouco me libren de pensamientos impuros-, desparezca tan insigne experto en franquismo práctico. Sr. del P.P. que relaciona un plan de economía sostenible con el franquismo -hay cactus con más cerebro que el de este espécimen, y no me refiero al cactus-, hable con el ínclito gallego sobre lo que es el franquismo y no ahuyente a sus votantes por hacerles creer, casi sin querer, que ustedes han dejado de ser eso que son: un rescoldo del franquismo, un rescoldo del franquismo que no acaba de apagarse. Lástima para este país.
Antonio Mora Plaza - Economista.