jueves. 28.03.2024

La cumbre del Consejo Europeo y el Pacto sobre Europa del PP y el PSOE

Que una parte importante de la responsabilidad de la profunda depresión económica y social que vive España se deriva de las políticas impuestas por el gobierno de Alemania, ya pocos lo ponen en duda...

Que una parte importante de la responsabilidad de la profunda depresión económica y social que vive España se deriva de las políticas impuestas por las instituciones de la Unión Europea y su poder político principal, el gobierno de Alemania, ya pocos lo ponen en duda, hoy, en España. Y también fuera de nuestras fronteras. Esta afirmación es perfectamente compatible con el recuerdo de la responsabilidad histórica de las élites económicas y políticas españolas en la creación de la gigantesca burbuja especulativa inmobiliario-financiera cuyo estallido ha provocado millones de parados y el afloramiento de una enorme deuda privada (alrededor del 350% del PIB) que es el auténtico lastre, y no la deuda pública, para el futuro de nuestro país. El problema es que las políticas de austeridad y recortes sociales, al provocar directamente la caída de la actividad económica y más desempleo, en lugar de ayudarnos a soltar lastre nos lo incrementan.

Otra Europa no sólo es posible, es necesaria

Desde 2010, la economía europea sufre las recetas de la ideología hegemónica en Alemania en el campo de la economía política. El “neoliberalismo alemán” es una mezcla de su ordoliberalismo tradicional -construido sobre el pavor a la hiperinflación de la República de Weimar- con elementos de economía neoclásica y economía de la oferta. Si se pudiera definir por una sola palabra esta sería “antikeynesianismo”.

Que la versión para Europa del “neoliberalismo alemán” ha sido un profundo error (error económico sumado a insoportable injusticia social) lo dicen no sólo todo el sindicalismo europeo y mundial (CES y CSI) y, por supuesto, el alemán (DGB). Lo dicen los demás gobiernos del G20 y una larga lista de los mejores economistas: Krugman, Stiglitz, Rogoff, Roubini, Blanchard, etc. Lo dice hasta el FMI, con todas las contradicciones de una institución que, en su tránsito del Consenso de Washington hacia no se sabe muy bien qué, es una institución esquizofrénica en la que algunas de sus instancias dicen una cosa y otras la contraria. Pero que, en su World Economic Outlook de octubre de 2012, incluye dos estudios muy serios que demuestran que: a) en la historia de las crisis económicas y financieras, las políticas de austeridad no han servido en ningún caso para salir de las crisis y sí, en muchos casos, para agudizarlas; y, b) los recientes ajustes fiscales (muestra de 27 países) han producido disminuciones del PIB de entre el 0,8% y el 1,7% por cada punto de PIB de ajuste (y no del 0,5% como erróneamente se había calculado).

Pero que las políticas de austeridad y deflación de los costes laborales y sociales (componente principal de las llamadas reformas estructurales) han sido un enorme error lo dice, sobre todo, la realidad: la nueva recesión generalizada en la Zona euro y en la UE, los 27 millones de parados, y la grave crisis política inducida en el proyecto europeo por tres años de mal gobierno europeo. Crisis de sus instituciones políticas y de deslegitimación de las mismas por la ciudadanía.

El Pacto PP-PSOE sobre Europa 

Pienso que hay que tener en cuenta estas consideraciones para evaluar el significado del Pacto sobre Europa, suscrito por el PP y el PSOE y apoyado en el Congreso por otros grupos parlamentarios, y que ha producido un fuerte debate entre el PSOE y la Izquierda Plural, en el Pleno del Congreso del 2 de julio y en nuevatribuna.es, entre otros sitios.

De entrada diré que me parece razonable, o incluso deseable, que los principales partidos lleguen, o intentes llegar, en tiempos de crisis a acuerdos sobre cuestiones políticas fundamentales. Y Europa sin duda, lo es. Lo importante son sus objetivos y contenidos y, en las circunstancias que vive la UE, el impacto que pudiera tener en unas políticas europeas que están afectando fuertemente las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría de los españoles. Y para ello hay que empezar por compartir una base mínima de diagnóstico común sobre lo que están haciendo las instituciones europeas y cómo nos están gobernando.

Las malas políticas y formas de gobierno de la UE no se han ido

Todavía hoy, la canciller Merkel (entrevista de ayer en El País y otros diarios europeos) y los presidentes Van Rompuy, Barroso, Draghi y Dijsselbloem siguen sosteniendo que las políticas de austeridad y reformas estructurales son insustituibles. Lo que ha cambiado es que, de un año a esta parte, ante la avalancha de críticas por la falta de resultados y las muy negativas consecuencias sociales, al discurso oficial de los principales líderes europeos se añade que la austeridad debe “acompasarse” o “complementarse” con otras medidas que promuevan el crecimiento y el empleo. Pero cuando dos fuerzas actúan en sentidos opuestos sobre una misma dirección se caminará en el sentido de la más potente. Y hoy los vectores de la austeridad y de la deflación de los salarios y costes sociales son mucho más poderosos que los de los planes de crecimiento y empleo. No digamos si, además, estos planes se formulan de forma engañosa, no se desarrollan y no se cumplen. No me extiendo sobre el Plan de Crecimiento y Empleo de la Cumbre de junio de 2012, el de los supuestos 120.000 M.€. Lo analicé en estas mismas páginas (La UE y sus planes de empleo: ¡Cumplan de una vez lo que deciden o proponen!).

Un año después de no haber aplicado ni uno sólo de los puntos del supuesto plan de los 120.000 millones, y de haber contribuido así a la nueva recesión y los 27 millones de parados, la cumbre del Consejo de junio de 2013, nos anuncia otro Plan de empleo para jóvenes de 6.000 M.€. Además, una promesa de incremento de los créditos del BEI en un 40%. Es decir nos anuncian un plan con cuantías sensiblemente inferiores a las del plan del año pasado sin dar ni una somera explicación de por qué no se ha cumplido nada del antiguo ni de cuando van a hacerlo, si es que todavía sigue siendo un plan.

Ayudas al empleo vs ayudas a la banca

Para calibrar el volumen del esfuerzo en empleo juvenil y para saber cuales son de verdad las prioridades de quienes hoy gobiernan Europa resulta ilustrativa las siguientes comparaciones. Los 6.000 M.€ representan el 0,049 % del PIB Europeo. A la banca europea se le han dado ayudas por valor de 1,8 billones de euros (sin contar la barra libre de liquidez de Dragui), un 15% del PIB europeo aproximadamente. Es decir: ¡306 veces más! Los 1.900 M.€ que, dice Rajoy, tocarán a España, representan el 0,19 % del PIB español. La banca española ha recibido como mínimo 125.000 M.€, el 12,5% del PIB (sin contar los 300.000 M€, el 30% del PIB, de liquidez del BCE). Es decir ¡66 veces más! Pero la cosa no para ahí. Las condiciones del MOU del rescate de la banca privada española impusieron, en julio de 2012, nuevos recortes a las políticas activas de empleo que sumados a los anteriores totalizan 4.000 M.€. El vector resultante del esfuerzo presupuestario en empleo en España seguirá teniendo signo negativo después de aplicarle el Plan de empleo de jóvenes. Nada menos que en -2.100 M.€.

¿Qué fue de la reforma de la UEM? ¿Y de la Unión Bancaria?

 De los demás contenidos de la cumbre del Consejo, a los que aludía el texto del Pacto  europeo, aprobado por el Congreso de los Diputados cuando ya se conocía el borrador de conclusiones de la cumbre, se puede decir: a) certificó el parón impuesto por el gobierno alemán a la reforma de la Unión Económica y Monetaria; b) retrasó a finales de 2013, por lo menos, el acuerdo sobre la Unión Bancaria y lo orientó hacia la versión más limitada que quiere Alemania; y, c) dio carpetazo definitivo a la posibilidad de recapitalización directa de la banca privada española que fue anunciada por Rajoy como uno de los grandes logros de la cumbre de junio de 2012.

La izquierda y Europa

La crítica que desde la izquierda hay que hacer al PSOE no es la de haber suscrito un pacto sobre Europa con el PP. Hay que empezar a hacerla por lo limitado de sus contenidos, por no haber tenido en cuenta lo que dimana del contexto europeo y de las instituciones de la UE y por contribuir a difuminar su mensaje político español y europeo, hoy muy entrelazados, sobre lo que hay que hacer para salir de la crisis. Pero, sobre todo, porque, le ha obligado en el debate del Congreso –todavía no sabemos lo que harán sus europarlamentarios- a embellecer las conclusiones de una cumbre que, una vez más, ha sido un fiasco.

Dicho esto, añado que sería muy importante que la izquierda española y europea que sigue creyendo en el proyecto político europeo, en todo su espectro ideológico y abarcando también a la izquierda social del sindicalismo de clase y los movimientos sociales, fuese capaz de abrir un debate conjunto sobre un nuevo proyecto político para Europa, socialmente avanzado y democrático. Y sería muy interesante que fuese capaz de hacerlo, o por lo menos de comenzar a hacerlo y transmitirlo a la ciudadanía europea, antes de las elecciones al Parlamento Europeo del próximo año.

Otra Europa es necesaria

Porque esta UE ya no nos vale. No sólo la UE que permanece insensible ante la pobreza –incluida la pobreza extrema y la desnutrición infantil- y la desigualdad que producen sus políticas. No vale la UE que es incapaz de entender que hay que construir ya las instituciones necesarias a cualquier zona monetaria (tesoro europeo, política fiscal, banco central con competencias plenas, etc.). No nos vale la UE que pone una pistola en la nuca al gobierno de Zapatero para que en 15 días cambie nuestra “intocable” Constitución para introducir en su artículo 135 uno de los tótems del pensamiento económico más conservador y la prioridad absoluta del pago de los intereses de la deuda. No  vale la UE del Tratado de Estabilidad, coordinación y gobernanza que consagra la cesión de la soberanía presupuestaria de las naciones endeudadas a instancias y procedimientos no democráticos. No nos vale la UE que no sólo no fortalece su pilar social sino que contribuye a la destrucción de las conquistas sociales en los Estados (MOUs de los rescates de Grecia y Portugal o del mismo rescate bancario español). No debería valer a nadir una UE sin democracia, sin mucha más democracia que la que hoy tiene.

Pienso que nadie en la izquierda, y el PSOE para mí desde luego está en la izquierda, puede seguir pensando que para conseguir que los trabajadores y la ciudadanía  vuelvan a confiar en un proyecto común para Europa  se puede seguir defendiendo más de lo mismo o ligeros retoques a la actual UE, a su actual arquitectura institucional y a sus actuales políticas y modos de gobierno. Otra Europa no sólo es posible, es necesaria.

La cumbre del Consejo Europeo y el Pacto sobre Europa del PP y el PSOE