29 de noviembre de 2010, 13:14
nueva tribuna | 29.11.2010
Los partidos que venían conformando el gobierno tripartito en Cataluña han sufrido un gran descalabro electoral; el PSC pierde nueve escaños de los 37 que tenía y obtiene el peor resultado de su historia. ERC ve reducida su representación a diez escaños desde los 21 que mantenía en el anterior Parlamento. Y finalmente ICV se queda con diez escaños en el nuevo Parlamento Catalán, con una pérdida de dos parlamentarios que, finalmente, también ha resultado algo más acusada de lo anunciado.
La participación en contra de todos los pronósticos y desmintiendo las encuestas que anticipaban un incremento de la abstención, ha resultado algo más de tres puntos superior a la de las anteriores elecciones al Parlamento de Cataluña.
Por todo ello la primera conclusión es que la derecha catalana si se ha movilizado y que, por el contrario, una parte de la izquierda se ha quedado en casa sin acudir a votar. Ello ha supuesto que veinte escaños hayan pasado de las bancadas de la izquierda a las de la derecha en el Parlamento de Cataluña.
Voto oculto
Los grandes vencedores de este profundo descontento en las filas de la izquierda han sido CIU, que con 62 escaños (14 más de los que tenían en el Parlamento anterior) van a ser los responsables del nuevo gobierno catalán. Y contradiciendo también a las encuestas (lo que desvela un voto oculto hacia el Partido Popular que no recogen del todo los sondeos) el segundo vencedor de estas elecciones es el PP, que llega a obtener con 18 escaños el mejor resultado de su historia en Cataluña, batiendo así los 17 parlamentarios obtenidos en 1995 por Vidal Cuadras.
Recapitulando les puedo decir que veo un Parlamento Catalán que gira ostentosamente a la derecha, que ya no tiene solo un partido declaradamente independentista sino a dos, y que deja a la izquierda sumida en la confusión y peligrosamente estéril de cara a los próximos comicios municipales que el próximo mes de Mayo Cataluña sí compartirá con el resto de España.
De los 135 escaños que conforman el Parlamento de Cataluña, 62 han ido a manos de la derecha catalana que representa CIU y cuatro a la derecha independentista del señor Laporta. Y luego, otros 18 escaños han ido a la derecha española del Partido Popular de Rajoy.
Un triunfo sin paliativos de la derecha catalana que se queda a seis escaños de la mayoría absoluta pero con una oposición perdida en la búsqueda de sus raíces y de su coherencia.
Otra conclusión que podemos extraer es que en esta ocasión, más participación ha representado más votos para la derecha y mayor derrota de la anunciada para la izquierda, contradiciendo lo que tradicionalmente venía ocurriendo hasta la fecha.eras derrotas.
Preludio de severas derrotas
Finalmente cabe destacar también, que esta derrota sin paliativos de la izquierda catalana, nos anuncia el preludio de otras severas derrotas. Porque miren, no es solo que no hayan trasmitido bien todo lo realizado desde el gobierno que salía a decir, ayer mismo, Marcelino Iglesias en un afán “loable” por poner diques de contención al fracaso electoral del PSC en las elecciones catalanas. Es la crisis y son las respuestas que se han puesto en marcha desde el gobierno de Rodríguez Zapatero lo que se ha llevado por delante a la izquierda catalana, pero que no se equivoquen porque detrás vienen los alcaldes y el resto de las autonomías en las que todavía gobierna la izquierda ¿Injusto? Probablemente lo sea, especialmente porque el varapalo va a seguir siéndolo para el conjunto de la izquierda. Pero es que, “el me cueste lo que me cueste”, tiene estas cosas. Y el abrazar con la fe del converso las salidas que para la crisis viene recetando la derecha neoliberal con la señora Merkel y el señor Sarkozy a la cabeza, cargando la salida de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores que nada han tenido que ver con el origen de la crisis tiene también aseguradas estas consecuencias.
Pueden hacer sesudos análisis y realizar todo tipo de especulaciones de despacho, pero esto no cambiará la realidad de que una parte de la izquierda se siente defraudada y tiene decidido quedarse en casa sin acudir a votar.
Martín Landa | Sindicalista
Los partidos que venían conformando el gobierno tripartito en Cataluña han sufrido un gran descalabro electoral; el PSC pierde nueve escaños de los 37 que tenía y obtiene el peor resultado de su historia. ERC ve reducida su representación a diez escaños desde los 21 que mantenía en el anterior Parlamento. Y finalmente ICV se queda con diez escaños en el nuevo Parlamento Catalán, con una pérdida de dos parlamentarios que, finalmente, también ha resultado algo más acusada de lo anunciado.
La participación en contra de todos los pronósticos y desmintiendo las encuestas que anticipaban un incremento de la abstención, ha resultado algo más de tres puntos superior a la de las anteriores elecciones al Parlamento de Cataluña.
Por todo ello la primera conclusión es que la derecha catalana si se ha movilizado y que, por el contrario, una parte de la izquierda se ha quedado en casa sin acudir a votar. Ello ha supuesto que veinte escaños hayan pasado de las bancadas de la izquierda a las de la derecha en el Parlamento de Cataluña.
Voto oculto
Los grandes vencedores de este profundo descontento en las filas de la izquierda han sido CIU, que con 62 escaños (14 más de los que tenían en el Parlamento anterior) van a ser los responsables del nuevo gobierno catalán. Y contradiciendo también a las encuestas (lo que desvela un voto oculto hacia el Partido Popular que no recogen del todo los sondeos) el segundo vencedor de estas elecciones es el PP, que llega a obtener con 18 escaños el mejor resultado de su historia en Cataluña, batiendo así los 17 parlamentarios obtenidos en 1995 por Vidal Cuadras.
Recapitulando les puedo decir que veo un Parlamento Catalán que gira ostentosamente a la derecha, que ya no tiene solo un partido declaradamente independentista sino a dos, y que deja a la izquierda sumida en la confusión y peligrosamente estéril de cara a los próximos comicios municipales que el próximo mes de Mayo Cataluña sí compartirá con el resto de España.
De los 135 escaños que conforman el Parlamento de Cataluña, 62 han ido a manos de la derecha catalana que representa CIU y cuatro a la derecha independentista del señor Laporta. Y luego, otros 18 escaños han ido a la derecha española del Partido Popular de Rajoy.
Un triunfo sin paliativos de la derecha catalana que se queda a seis escaños de la mayoría absoluta pero con una oposición perdida en la búsqueda de sus raíces y de su coherencia.
Otra conclusión que podemos extraer es que en esta ocasión, más participación ha representado más votos para la derecha y mayor derrota de la anunciada para la izquierda, contradiciendo lo que tradicionalmente venía ocurriendo hasta la fecha.eras derrotas.
Preludio de severas derrotas
Finalmente cabe destacar también, que esta derrota sin paliativos de la izquierda catalana, nos anuncia el preludio de otras severas derrotas. Porque miren, no es solo que no hayan trasmitido bien todo lo realizado desde el gobierno que salía a decir, ayer mismo, Marcelino Iglesias en un afán “loable” por poner diques de contención al fracaso electoral del PSC en las elecciones catalanas. Es la crisis y son las respuestas que se han puesto en marcha desde el gobierno de Rodríguez Zapatero lo que se ha llevado por delante a la izquierda catalana, pero que no se equivoquen porque detrás vienen los alcaldes y el resto de las autonomías en las que todavía gobierna la izquierda ¿Injusto? Probablemente lo sea, especialmente porque el varapalo va a seguir siéndolo para el conjunto de la izquierda. Pero es que, “el me cueste lo que me cueste”, tiene estas cosas. Y el abrazar con la fe del converso las salidas que para la crisis viene recetando la derecha neoliberal con la señora Merkel y el señor Sarkozy a la cabeza, cargando la salida de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores que nada han tenido que ver con el origen de la crisis tiene también aseguradas estas consecuencias.
Pueden hacer sesudos análisis y realizar todo tipo de especulaciones de despacho, pero esto no cambiará la realidad de que una parte de la izquierda se siente defraudada y tiene decidido quedarse en casa sin acudir a votar.
Martín Landa | Sindicalista