jueves. 28.03.2024

La corrupción y la CEOE

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Nunca entendí el silencio de la CEOE frente al fenómeno de la corrupción. Y de hecho no me lo explico. Aunque sólo fuera porque provoca una serie de distorsiones en la economía

«Gente nueva y rápidas ganancias» (Cántico XVI de la Divina Comedia) donde Dante denuncia ásperamente la corrupción de las nuevas familias florentinas. Imagino lo que el poeta habría escrito si viviera hoy y ver por televisión a Ricardo Costa o a algunos encausados en la trama del Palau de la Música. Hubiera dicho algo parecido sin concesiones y directamente a la yugular. Dante no se andaba con chiquitas.

Sin embargo, la CEOE es de otro parecer. No recuerdo que haya dicho algo significativo sobre el particular. Las organizaciones empresariales son muy comedidas en ciertas cuestiones. Silencio. Un extraño mutis porque los establos del Partido Popular y Convergéncia son el resultado de la fusión mafiosa de un sector del dinero empresarial y la política de dichos partidos. En eso siempre hubo indistinción entre Madrid y Barcelona.

Nunca entendí el silencio de la CEOE frente al fenómeno de la corrupción. Y de hecho no me lo explico. Aunque sólo fuera porque provoca una serie de distorsiones en la economía, aunque fuese por los evidentes casos de competencia desleal entre las empresas que litigan, por ejemplo, por concesiones de obra pública, aunque solo fuera por cuestiones de imagen, la CEOE tendría que haber sido beligerante. Aunque sólo sea para proteger a los empresarios que no aceptan las mordidas -en algunos casos dentelladas- el empresariado orgánico tenía, tiene que velar por los intereses de sus representados, afiliados o no. Es evidente que no lo ha hecho. Su silencio, digámoslo sin ambages, no ha ayudado a la lucha contra esa lacra. Ni a la limpieza de todos los establos que han sido y continúan siendo. En resumidas cuentas, la economía de mercado tiene sus propias leyes; el mercado de la corrupción cuenta con sus propios códigos, así en Madrid como en Barcelona.


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