viernes. 19.04.2024

La beatificación del euro

Ocho mil jóvenes se han reunido en el pabellón Madrid Arena para festejar la cuenta atrás de la llegada de Benedicto XVI a España. Rouco instó a los jóvenes a participar en la nueva cruzada en torno al Papa. La Jerarquía no consigue desprenderse de su constante belicismo.

Ocho mil jóvenes se han reunido en el pabellón Madrid Arena para festejar la cuenta atrás de la llegada de Benedicto XVI a España. Rouco instó a los jóvenes a participar en la nueva cruzada en torno al Papa.

La Jerarquía no consigue desprenderse de su constante belicismo. Ese espíritu guerrero cristalizó en la denominación de “COMPAÑÍA de Jesús” que ha aportado grandes intelectuales en todas las ramas del saber filosófico, teológico y hasta científico, pero que al mismo tiempo revela la concepción que de sí misma tiene la Iglesia.

Una cruzada en torno al Papa. Las guerras son caras. Hace falta mucho dinero para la lucha. No quiero con esto decir que Rouco-Presidente esté haciendo un llamamiento al alzamiento nacional. Eso ya lo hicieron hace años y les salió bastante bien. Pero incita, qué duda cabe, a una rebelión contra un gobierno que da cabida al amor homosexual, que comprende el infierno del desamor conyugal y legisla el divorcio, que lucha por una igualdad hombre-mujer, igualdad incomprendida por la Iglesia a lo largo de su historia, que proclama su función laica y da contenido a lo humano en cuanto valor en sí mismo, que pretende que la muerte no sea un getsemaní crujiente de dolor, sino el abrazo con la madre tierra, sereno y gozoso, implicado en la resurrección del mundo, que entiende que la investigación encumbra el existir, que los avances técnicos conforman el avance de la humanidad.

Rouco, sin embargo, pide a los jóvenes una rebelión contra todos esos principios por laicos, por antirreligiosos, porque atacan con una visión estrecha, deshumanizada, extramundana, al margen del quehacer del ser humano, de su historia y su devenir. Rouco exige una cruzada, como si de sarracenos se tratara, como si de herejes malditos se tratara, como si de medias lunas, como si de hordas judeomasónicas se tratara. Rouco padece el complejo de persecución porque la Iglesia ve persecución en todo aquello que atente contra su doctrina. Hay que proteger a Dios de tantos y tantos enemigos y para eso exige que los jóvenes se formen como cruzados, luchadores dispuestos a ser mártires de tanta tiranía que pasea por el mundo libre de ataduras, del mundo laico capaz de hacerse a sí mismo, de la historia capaz de entenderse a sí misma desde sí misma.

La Iglesia, reunida como cruzados en torno a su jefe-Benedicto y sus Cardenales-príncipes, es consciente de que necesita dinero para esa rebelión. Y aquí surge el paradigma incomprensible, misterio de mercado imposible. La Iglesia se nutre en gran parte del dinero que le proporciona aquel contra el que quiere luchar y destruir. Parece decir: Tú, Estado laico, debes proporcionarme los medios suficientes devengados por enseñanza, por colegios privados o concertados, por edificios eclesiásticos libres de impuestos y otros conceptos que ascienden a unos diez mil millones de euros. Con ellos tendré capacidad para luchar contra ti, para triturarte y hacerte desaparecer. Aprovecharé las armas que tú me proporcionas para convencer a los votantes que debe ser la derecha quien gobierne: las Esperanzas, los Camps, los Fabras, los Aznares, los Mayor Oreja, las María Dolores. Nosotros bendeciremos ese dinero y lo elevaremos a los altares para poder venceros en nombre de Dios.

La Iglesia funciona como los mercados internacionales: necesitan de los pobres para que existan ricos. Los especuladores se han apoderado del dinero de la ciudadanía del mundo para hundir a esa misma ciudadanía. Nosotros hemos entregado el dinero a sus bancos para darles el poder de destruirnos.

Que triste paralelismo: La Iglesia mercantil al igual que los grandes especuladores se enriquece a costa de las aportaciones de aquellos a los que pretende eliminar.

Los Obispos han sentado a Dios como accionista del Fondo Monetario Internacional, del Banco Central Europeo, de los consejos de administración de la gran banca.

El dinero santo, santo, santo, señor de los ejércitos, ha sido elevado a los altares. Rouco ya tiene material de cruzada para una juventud luchadora contra gobiernos donantes del bienestar de todos.

La beatificación del euro
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