sábado. 20.04.2024

Josefina Aldecoa

Josefina era una maestra, una gran maestra, y también una gran escritora. Era una adelantada en la lucha por la memoria histórica, en la reivindicación de las maestras y en su papel en la república y en la cultura, una escritora capaz de diseccionar una sociedad, capaz de retratar la lucha y la represión de una zona minera con su escritura como arma; una mujer valerosa, capaz de crear y mantener una isla pedagógica en el Madrid.

Josefina era una maestra, una gran maestra, y también una gran escritora. Era una adelantada en la lucha por la memoria histórica, en la reivindicación de las maestras y en su papel en la república y en la cultura, una escritora capaz de diseccionar una sociedad, capaz de retratar la lucha y la represión de una zona minera con su escritura como arma; una mujer valerosa, capaz de crear y mantener una isla pedagógica en el Madrid.

Josefina era mujer elegante, distinguida, una gran conversadora. La primera vez que tuve ocasión de hablar con ella fue en su despacho del Colegio Estilo. Hablamos de educación de pedagogía, de sus métodos. “Cuando llueve los niños no salen al patio. Les entretenemos con actividades, les ponemos videos, pero no salen al patio. Los niños tienen que saber que hay cosas que no se hacen, que hay límites y normas que respetar; un niño no tienen que coger una pulmonía para aprender que cuando llueve, hay que protegerse y, no se sale al patio”.

Han pasado muchos años, y conservo como un tesoro los cuadernos de mis hijos. Cada página es un poema; los números y las letras se llenaban de colores y dibujos. Ellos tuvieron la suerte de aprender a leer recitando a García Lorca y Alberti, de pintar murales llenos de flores y libros, de escribir recetas de cocina, que muchas veces hemos disfrutado, de conocer el nombre de Mandela, sin haber cumplido los seis años.

También recuerdo una llamada de teléfono suyo “¿Qué ha pasado en tu casa, que a tu hija ha dejado de interesarle el mundo?”, fue una pregunta directa, su saludo, cuando volví a entrar en su despacho del Colegio Estilo, “¿Por qué me lo preguntas?”, “porque en sus dibujos no hay colores”.

Hay otra conversación que recuerdo. Su colegio era un colegio privado. Absolutamente privado. Nunca quiso subvenciones “es la escuela pública la que debe tener todo los medios”. Este colegio no tiene ningún tipo de subvención, dijo, sin embargo añadió, "siempre hemos tenido hijos de represaliados, que en algunas etapas no han podido pagar". Hablaba de tiempos duros, de tiempos difíciles, pero volvió a ofrecer su generosidad.

Era una maestra y una mujer comprometida.

Josefina Aldecoa
Comentarios