Joder con los profetas

El Ministerio de Economía nos dice ahora en su página web que no ampliemos la hipoteca. Todo un detalle, qué quieren que les diga. Dicen, y tienen razón, que la ampliación de la hipoteca supone incrementar notablemente las cargas financieras. Dicen que hay que tener cuidado con estas cosas que, al final, terminan disparando contra nuestras economías. Joder con los profetas. Unos fenómenos.
El Ministerio de Economía nos dice ahora en su página web que no ampliemos la hipoteca. Todo un detalle, qué quieren que les diga. Dicen, y tienen razón, que la ampliación de la hipoteca supone incrementar notablemente las cargas financieras. Dicen que hay que tener cuidado con estas cosas que, al final, terminan disparando contra nuestras economías. Joder con los profetas. Unos fenómenos.

Llevamos años soportando anuncios que nos aconsejan que juntemos las deudas, que alarguemos hipotecas, que pidamos nuevos créditos, que renegociemos los préstamos. Y todo ello con el silencio cómplice de las autoridades políticas y monetarias. Ahora nos dicen que no lo hagamos.

¿Y por qué no nos lo advirtieron antes? ¿Por qué no prohibieron anuncios que han arruinado a cientos de familias? ¿Por qué han dejado que pierdan sus hogares miles de españoles que creyeron en la buena fe de una publicidad que engordaba a entidades financieras solventes y serias?

Ahora el Ministerio de Economía profetiza muchos males que debería haber conocido antes. Hay organismos que llevan años advirtiendo de la barbaridad de juntar deudas, del disparate de los créditos rápidos, de la locura de alargar las hipotecas. Nadie les hizo caso. Las autoridades que tienen como misión autorizar determinados anuncios se han limitado a exigir que, al pie, en letra minúscula y pasando a una velocidad de vértigo, se advirtiera lo que tendría que ir en letra grande y destacada.

La mayoría de las marcas automovilísticas “regalan” el seguro a todo riesgo. En letra pequeña, muy pequeña, reconocen que es con una franquicia que, al final, deja el seguro en nada. Es decir, que usted va a pagar las reparaciones más habituales, esas que no están incluidas fuera de la franquicia.

Se permiten créditos rápidos con intereses usurarios. Se aceptan alargamientos tremendos de las hipotecas. Y, a la vez, el Ministerio de Economía nos dice que reflexionemos. ¿No sería más fácil prohibir lo que, en el fondo, no deja de ser lisa y llanamente una estafa?

Mientras tanto, las familias españolas buscan desesperadamente la salida más inmediata de la crisis, pagar como sea el crédito que ahoga y creen, sinceramente, en esa familia, modelo de familia media, que, abrazaditos, nos dicen por la tele que son felices desde que se decidieron por juntar sus deudas y entrar, inmediatamente, en el mejor d los mundos.

Me parece bien que el Gobierno, a través de Economía, nos advierta de todo esto. Pero no es un problema nuevo y, que yo recuerde, los anuncios económicos, de las entidades financieras, están sujetos a un control, que da la sensación de que no se respeta.


Ay, Dios. Que se me perdone mi ignorancia, pero me parece a mí que todo esto tendría que haberse dicho antes. Que si todo sobre lo que nos advierte Economía es dudoso, sería más fácil prohibir una publicidad engañosa y un punto fraudulenta.

Escuchemos las enseñanzas de los tangos, tan llenos siempre de realidad, del sentir del pueblo.

Del gran Santos Discépolo tarareemos siglo XX, que vale para el XXI y los que vengan:

Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,

contentos y amargaos,
valores y dublés...

Pero que el siglo veinte
es un despliegue

de maldad insolente
ya no hay quien lo niegue.

Vivimos revolcaos en un merengue
y en un mismo lodo

todos manoseaos...

Estafaos, desde luego, siempre ha habido. Y no se soluciona con consejos ni profecías en una página de internet