sábado. 20.04.2024

Jim Crow

En una histórica resolución, la Cámara de Representantes norteamericana ha decidido pedir disculpas a la población afroamericana por haber mantenido la esclavitud hasta el siglo XIX, y la segregación racial en buena parte del XX. Tarde llega, pero llega y entierra, dicen, el llamado espíritu de Jim Crow. Jim Crow era una metáfora cruel; un espectáculo callejero que, ya antes de la guerra de Secesión, ridiculizaba a los afroamericanos.
En una histórica resolución, la Cámara de Representantes norteamericana ha decidido pedir disculpas a la población afroamericana por haber mantenido la esclavitud hasta el siglo XIX, y la segregación racial en buena parte del XX. Tarde llega, pero llega y entierra, dicen, el llamado espíritu de Jim Crow.

Jim Crow era una metáfora cruel; un espectáculo callejero que, ya antes de la guerra de Secesión, ridiculizaba a los afroamericanos. Jim Crow, negro como un cuervo, era un pobre tonto, incapaz de valerse por sí mismo y, por lo tanto, dependiente de los blancos. El sainetillo era una versión popular de las supuestas teorías científicas sobre la superioridad de la raza blanca, que justificaron la esclavitud y el colonialismo, y luego dio nombre a la legalidad -leyes Jim Crow- que privó a la población negra de gran parte de los derechos conseguidos con la guerra civil. Harían falta casi un siglo más y una década prodigiosa -casi dos- para que las leyes sobre derechos civiles hicieran realidad las Enmiendas constitucionales XIII, XIV y XV, aprobadas entre 1865 y 1870.

En este año de efemérides, la decisión de la Cámara de Representantes es un eco tardío -40 años después- del movimiento de los derechos civiles de los años sesenta, de los que abominan los conservadores, pero que, por esta cuestión y por la guerra de Vietnam, trazaron un antes y un después en la historia del país. Y aunque los conservadores, los nuevos y los viejos, se esfuercen en borrar las huellas de aquellos años de drama y fiesta, algunos resultados de aquellas luchas son bien visibles. Uno de ellos, esta tardía petición de la Cámara, otro el fenómeno Obama. En los años 50 y aún en los sesenta su candidatura hubiera sido inconcebible. Otros, Condoleezza Rice, en su condición de mujer y negra con poder, Colin Powell o Alberto Gonzales (ex Fiscal General), nacido en EE.UU. pero hijo de emigrantes chicanos.

A pesar de todo, en EE UU, las peores consecuencias de la segregación no han desaparecido: la pobreza sigue siendo oscura y todo negra.

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