viernes. 29.03.2024

Izquierda Unida y el séptimo de caballería

De un tiempo a esta parte, parece que hay una gana ubérrima de acabar con Izquierda Unida, quizá partiendo de buena parte de su militancia pero con enormes homicidas exteriores, que sólo conciben a la coalición como una especie de séptimo de caballería para que sólo aparezca en pantalla cuando se trata de salvar a algún gobierno o a algún presupuesto del PSOE� o del PP, ya que Andalucía todavía se atraganta al recordar los tiempos de la
De un tiempo a esta parte, parece que hay una gana ubérrima de acabar con Izquierda Unida, quizá partiendo de buena parte de su militancia pero con enormes homicidas exteriores, que sólo conciben a la coalición como una especie de séptimo de caballería para que sólo aparezca en pantalla cuando se trata de salvar a algún gobierno o a algún presupuesto del PSOE� o del PP, ya que Andalucía todavía se atraganta al recordar los tiempos de la pinza que consagraron Javier Arenas y Luis Carlos Rejón.

La Asamblea Federal de los izquierdistas acaba de saldarse con una solución muy propia de esta formación: esto es, la del encaje de bolillos. Cayo Lara, el representante del Partido Comunista de España, podría haber salido como coordinador general y así ofrecer al menos una imagen mediática de normalidad que hubiera apaciguado los titulares informativos pero que distaba mucho de ser la que cabía concluir de una asamblea marcada por una diversidad de personalidades que en sí mismas encerraban propuestas no siempre conciliables; sin embargo, Lara no quiso liderar de entrada un equipo fragmentado y prefirió apostar por un consejo político más equilibrado, aunque ni los más optimistas piensan en el colorín colorado de un consenso pleno cuando finalice el mes que se han dado de plazo para alcanzar una solución al respecto.

Desde fuera de la coalición, como suele ocurrir en similares casos en otros partidos, hay mayor simpatía por determinados líderes y por posturas que, sin embargo, no consiguen arrastrar los suficientes sufragios internos. A Gaspar Llamazares, por ejemplo, medio país le agradece su talante y sus esfuerzos para que España no enloqueciera definitivamente durante el anterior mandato legislativo: pero su fiasco electoral por aquello del voto útil y por el sistema d�Hont fue de tal calibre que ni siquiera subió al estrado asambleario para defender su gestión. Así que aunque el balear Eberhard Grosske contara con el beneplácito de un sector de la prensa progresista, no gozó del suficiente beneficio de la duda entre los suyos a la hora de suponer que se desmarcaría del supuesto pecado del seguidismo respecto al PSOE que es el reproche frecuente entre buena parte de la militancia.

No parece que las apuestas jueguen a favor de que Lara pueda incorporar a Grosske y a los suyos en un consejo del que formarán parte presumiblemente la joven Toni Morillas, marga Sanz, Willy Meyer o el guru interno Enrique Santiago. Pero si Diego Valderas ha sido capaz de cohabitar en Andalucía con Sánchez Gordillo, no tendría que haber excesivos problemas para que se fumase la pipa de la paz con la tercera vía o Nacional II de Joan Joseph Nuet, mientras parece diluirse la posibilidad de liderazgo futuro de Rosa Aguilar.

Más allá de los números, de los cálculos de avales y sufragios, Izquierda Unida tiene dos retos ante sí: mantener relativamente unida a su militancia y decidir qué quiere ser de mayor. Lo más probable es que su discurso se endurezca respecto a la gestión del Gobierno de Zapatero. Pero es que puede ser necesario que, frente al posibilismo de la gestión gubernamental ante una crisis como la que vivimos, alguien asuma la utopía de que los platos rotos de este berenjenal no terminen pagándolos los mismos de siempre.

En Izquierda Unida hacen falta relojeros con la suficiente precisión como para no atrasar ni adelantar su reloj en exceso. Ahuyentaría a cierto voto descontento del PSOE si se posiciona en sus antípodas y seguiría sin aglutinar a la izquierda extrema si se convierte en un pastueño compañero de viaje del actual inquilino de La Moncloa. En uno u en otro caso ni siquiera podría aspirar a seguir siendo el séptimo de caballería, sino que protagonizaría presumiblemente un remake de los últimos de Filipinas.

Juan José Téllez
Escritor y periodista

Izquierda Unida y el séptimo de caballería
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