viernes. 19.04.2024

Izquierda: ¡reacciona!

Comparto el título del libro recientemente publicado y que reúne las opiniones de destacadas personas del pensamiento progresista de nuestro país. Y lo hago consciente de que son muchos los años de precariedad política e intelectual de la izquierda y, si no espabilamos, tendremos que soportar durante muchos más la acción y el ideario de la derecha española, quizás la derecha conservadora más reaccionaria de Europa.

Comparto el título del libro recientemente publicado y que reúne las opiniones de destacadas personas del pensamiento progresista de nuestro país. Y lo hago consciente de que son muchos los años de precariedad política e intelectual de la izquierda y, si no espabilamos, tendremos que soportar durante muchos más la acción y el ideario de la derecha española, quizás la derecha conservadora más reaccionaria de Europa. Ayuntamientos y autonomías han pasado ya, muy mayoritariamente, a manos del PP. En unos meses, será el Gobierno del Estado el que caiga como fruta madura en territorio conservador. La última legislatura de Zapatero ha contribuido decisivamente a la derrota del voto progresista, tanto por las cosas que ha hecho (insoportable rendición al poder y al color del dinero), como por los modos y maneras de llevarlas a cabo.

Hace unos días, un grupo de intelectuales y gentes de la cultura –con la incorporación reciente de varios sindicalistas- exhortaba a la sociedad de izquierdas a moverse y reaccionar ante lo que, justamente, denunciaban como imposición de los mercados financieros en su afán por desmontar el Estado de bienestar, coincidiendo con la falta de horizonte de la izquierda. Es un debate de vital trascendencia, seguramente de largo recorrido y de impacto en amplios sectores de la izquierda española. No es una ocurrencia, ni otra iniciativa más –al menos, así lo entiendo yo-, sometida a las urgencias de la provisionalidad o de la improvisación. Es una necesidad que tiene la inmensa mayoría de la sociedad de identificar y reconocer una herramienta abierta, plural y útil a sus demandas, sin que sea necesario para ello pisar tierra quemada o precipitar aventuras colaterales para mayor fractura social y electoral en nombre de no sé que izquierda renovada.

Elecciones generales

Tanto en el Gobierno como en el PSOE dudan de la mejor fecha para celebrar elecciones generales. Salga adelante la propuesta de marzo (cuando toca) o la de este otoño, lo cierto es, como advirtió recientemente CCOO, que prolongar el mandato con el único objetivo de debilitar las políticas sociales y el estado de bienestar tal y como ordenan las instituciones financieras y el inefable Gobernador del Banco de España, carece de sentido. Sabemos de la insistente y casi única propuesta política que hace el PP para salir al paso de la actual situación, y que repite desde hace un año: hay que convocar elecciones. Pero sabemos también que el agotamiento del proyecto de Zapatero y su falta de coraje para liderar otra política acercan inexorablemente la convocatoria electoral. El propio lanzamiento de Rubalcaba como candidato avanza en esta dirección.

Así las cosas, el paisaje político y partidario se agita. Rubalcaba recupera una retórica progresista y sugiere medidas políticas (recuperación del impuesto de patrimonio, firme defensa de los servicios públicos, recetas para impulsar la actividad económica, impuesto a la banca para crear empleo…) que combatió hace unos días desde el Gobierno. Sin embargo, es un discurso que empieza a comprometer al candidato ante un debate de futuro. Izquierda Unida, sensible a demandas de dentro y de fuera de la organización, muestra su disposición a entablar un diálogo con las izquierdas y las formaciones medioambientalistas para consensuar una amplia plataforma electoral en torno a un programa transformador y progresista a fin de vencer la resistencia cada vez más intolerable de la ley electoral y empezar a construir cultura unitaria en la izquierda. Si hacemos análisis en lugar de psicoanálisis, no se debería echar en saco roto la iniciativa de IU, a tenor de la desamparada soledad institucional que se avecina. Es verdad que las primeras respuestas no animan al optimismo, pero debe insistirse porque el diálogo resulta imprescindible.

El reto de la izquierda

Todos los movimientos en la izquierda ante un eventual adelanto electoral son tan necesarios ahora, como insuficientes más tarde. A mi juicio, el reto que tiene ante sí la izquierda en España y en Europa exige elevar el punto de mira del debate y remover fronteras partidarias. Sin necesidad de recurrir a lugares comunes, lo cierto es que la izquierda ha sido incapaz de construir política y culturalmente un proyecto que se perciba como alternativo entre la ciudadanía al enarbolado por el ideario liberal y conservador –con la indecente complicidad de la socialdemocracia europea- en el que se apoyan los mercados (o viceversa). El movimiento sindical, que no es ajeno a la situación, ha sido, quizás, el único que ha tratado de responder al desvarío del “capitalismo de casino” que se ha adueñado del mundo. Pero lo ha hecho con enormes limitaciones (en su coordinación y organización) y no menos contradicciones, dada la diversidad social y económica de cada país. Sigue siendo, no obstante, el principal muro de contención frente a la desregulación, el ataque a las políticas públicas y el desmantelamiento del Estado de bienestar que llevan a cabo los poderes públicos y las instituciones financieras.

Si todo evoluciona como tristemente se vaticina, se acerca un ciclo conservador que puede ser devastador para la democracia y sus pilares de bienestar. Ya sé que estos pilares han sufrido un espectacular vapuleo con gobiernos socialdemócratas, socialistas, liberales y conservadores. Pero no se me escapa que entre unos y otros hay diferencias de proyecto, sociales, económicas y culturales que solo pueden ser ignoradas por las personas imprudentes. Si la derecha gana en España las elecciones generales dispondrá de las mayores cotas de poder institucional que jamás haya reunido fuerza política alguna desde 1977. Y nadie en la izquierda, digo bien, nadie, debe esconderse. Hace poco, coincidiendo con la jornada de movilización de los sindicatos europeos contra el Plan de Gobernanza y el Pacto por el Euro, Toxo emplazó a la militancia socialista a “dar un puñetazo en la mesa” y decir ¡basta! Toda la izquierda debe sentirse concernida. Como concluye el Manifiesto “Una ilusión compartida”, se necesita el apoyo y el esfuerzo de todos, porque nada está escrito y todo es posible…La memoria de la emancipación humana exige una mirada honesta hacia los valores y el futuro. Nosotros estamos convencidos de la necesidad de reconstruir el presente de la izquierda. ¿Y tú?

Sugerir un reto de esta magnitud, de largo recorrido y de gran responsabilidad ha de ser compatible con la lealtad y el respeto a las fuerzas políticas de la izquierda realmente existentes. Un respeto que debe ser de ida y vuelta en el interior de las formaciones progresistas, sobre todo en lo que afecta a sus dirigentes. El objetivo es construir, renovar y ensanchar el campo de la izquierda. Lo que considero poco edificante es activar operaciones de cortos vuelos, cosidas con retales de anterior vestuario, y dispuestas a conquistar el mundo de la ficción aunque sea a costa de romper este nuestro en mil pedazos.

Izquierda: ¡reacciona!
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