sábado. 20.04.2024

Imaginando la debacle

NUEVATRIBUNA.ES - 6.10.2010He buscado el significado de debacle y el diccionario de la RAE nos remite a desastre. Lo define como: 1 Desgracia grande, suceso infeliz y lamentable. Y, 2 Cosa de mala calidad, mal resultado, mala organización, mal aspecto. Eso en español. En un diccionario francés dice: Deshielo, ruina, derrota. Mal aspecto tienen las elecciones generales de 2012.
NUEVATRIBUNA.ES - 6.10.2010

He buscado el significado de debacle y el diccionario de la RAE nos remite a desastre. Lo define como: 1 Desgracia grande, suceso infeliz y lamentable. Y, 2 Cosa de mala calidad, mal resultado, mala organización, mal aspecto. Eso en español. En un diccionario francés dice: Deshielo, ruina, derrota. Mal aspecto tienen las elecciones generales de 2012. Si los dioses no lo remedian, y no tiene pinta de remediarlo, la victoria del PP puede ser escandalosa dejando al PSOE en pleno deshielo y camino de la ruina. Si la política sigue por donde vamos, además se producirá una notable subida de IU, lo que tampoco es un consuelo desde el suelo del que parten.

¿Es exagerada esta apreciación? Naturalmente, se contestará desde el Gobierno y la cúpula del PS. Teniendo el poder se puede hacer todo y en el tiempo que queda la crisis pasará y la situación económica mejorará, con lo que se podrán recoger los frutos de ese esfuerzo volviendo a ganar las elecciones. Aunque así fuera, sigo pensando que la debacle será igual. Y si, por desgracia, sigue la crisis y empeora la economía, que es lo que pienso, entonces ya ni se discute.

Escribo esto porque cualquiera que conozca la calle lo apreciará de una manera nítida. De nada valdrá razonar que es una crisis originada fuera de España, por la banca estadounidense, por los neoliberales, por los neocom y que tiene sus raíces en las políticas de Reagan y la Thatcher, precisamente las banderas del PP a las que nos devolverán cuando ganen. La gente de abajo solo ve que la crisis está originada por los ricos contra los pobres, para que aquellos sean cada vez más ricos y éstos cada vez más pobres. Y el Gobierno, en lugar de pensar en su electorado se acojona –perdón por la expresión- cede a las presiones de los poderosos y vuelca todo el peso en los de siempre, en los débiles. Así de sencillo es lo que piensa la gente, no porque sea maniática, sino porque lo sufre a diario y encima no ve soluciones ni a corto ni a medio plazo.

¿En qué me baso para utilizar la palabra desastre? Simplemente observando la realidad de cada día. Pondré un ejemplo. Cuando se produce una reunión de amigos, de familiares o de colegas, la voz cantante la llevan siempre los que están con el PP, reproduciendo milimétricamente los argumentos que vuelcan los Aguirresconi y yo diría que todavía más a la derecha, si ello es posible. Incluso recuperando y mencionando a Franco con los correspondientes argumentos franquistas para nada olvidados. Y lo hacen con energía, con violencia diría yo. En esas conversaciones-discusiones no se oye una voz disonante desde la izquierda, ni mucho menos beligerante, que contrarreste esa ideología. Si acaso guardan un prudente silencio y ceden a la beligerancia derechista. Eso si no sale alguien afiliado a CC.OO. o UGT, que reconoce ha sido votante de izquierdas, a veces llegando más lejos que los otros y que, desde luego, va a votar al PP. Yo me quedo perplejo. ¿Por qué ocurre? Simplemente porque la sociedad ha sufrido una involución ideológica.

Quien tenga memoria ¿quiere comparar esta situación con una parecida en los tiempos del tardofranquismo, de la transición o de los primeros tiempos de Felipe? La situación era la contraria porque la ideología dominante era la de izquierdas o cuando menos la progresista. Así de simple.

Entonces ¿qué hacemos? ¿Nos resignamos? Resignarse es más propio de la religión católica. Como simple periodista poco puedo hacer más que escribir razonando. Para evitar la catástrofe hay que ponerse en marcha sin perder un minuto, empezando por el Gobierno que debe recuperar el discurso, y la acción, que le llevó al poder en 2004. Y para la sociedad civil quiero poner un ejemplo.

Un día o dos antes del 29-S un sindicalista de CC.OO. se defendía, él solo, como gato panza arriba en un programa de Veo7 TV ante un grupo de tertulianos capitaneado nada menos que por Luis Herrero, por si a alguien se le olvida, hijo de Herrero Tejedor. Pues bien, no cedió a ninguno de los argumentos volcados contra los sindicatos en los últimos meses y tuvo los arredros para contrarrestar sus ideas y acabar arrinconándolos hasta que acabaron el programa. Cuando le criticaban la dignidad sindical, respondía que él estaba allí voluntaria y gratuitamente, lo que no podían decir los otros. Cuando le criticaban la representatividad, respondía que él estaba elegido democráticamente dentro de una organización muy amplia lo que no podía afirmar el contertulio que se lo achacaba. Y cuando le tocaron los bemoles con las subvenciones, respondió que conocía bien al periodista que tal afirmaba, que sabía a dónde pertenecía y también sabía las ingentes subvenciones que recibía de Madrid sin representar a nadie. Y que si quería entraban en el detalle de las subvenciones legales de los sindicatos y de las que él recibía a dedo.

No me extiendo más porque creo que se me comprende. Ojala me equivoque en el análisis y reciba muchas críticas en las páginas de NUEVA TRIBUNA, lo que, al menos, significará que hay un sector capaz de reaccionar con mente crítica.

José Luis Egido - Periodista

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