miércoles. 24.04.2024

Iberoamérica: Un continente fisible

El título de este reportaje es una afirmación habitual entre historiadores, economistas, geógrafos o sociólogos: América Latina se ha configurado como un continente fisible con estructuras duales. Por las características demográficas, económicas, políticas y sociales, la región crece a ritmos desiguales y afronta décadas decisivas para su desarrollo. Analizamos a continuación algunas claves.

El título de este reportaje es una afirmación habitual entre historiadores, economistas, geógrafos o sociólogos: América Latina se ha configurado como un continente fisible con estructuras duales. Por las características demográficas, económicas, políticas y sociales, la región crece a ritmos desiguales y afronta décadas decisivas para su desarrollo. Analizamos a continuación algunas claves.

Condiciones demográficas:

América Latina cuenta actualmente con aproximadamente 600 millones de habitantes. Sin embargo, su progreso demográfico, o más exactamente, su transición demográfica, se ha producido en los últimos 50 años y ha sido más rápida que en los países desarrollados, iniciada en la Primera Revolución industrial, en 1750. Hay que mencionar, sin embargo, que actualmente, América Latina es un continente crecientemente envejecido puesto que el descenso de la fecundidad debido a la industrialización, también ha venido acompañado de un descenso de la mortalidad fundamentalmente propiciado por las mejoras médicas y las condiciones sanitarias de la región. América Latina registra así, en la mayoría de los países, una esperanza de vida superior a los 70 años, cuando hace solo un siglo, un país como Uruguay no superaba los 50 años.

América tiene un poblamiento de origen Amerindio que se calcula, cruzaron el estrecho de Bering hace aproximadamente unos 30.000 años. La evolución de esas poblaciones dio lugar a la aparición de las grandes culturas pre-colombinas como la Maya, la Azteca o la Inca, conformadas en Imperios. Esas poblaciones fundaron una serie de ciudades como Teotihuacan, Cuzco o Tenochtitlān, verdaderos núcleos de población y generaron una economía avanzada, basada en la agricultura del maíz y la legumbre, desarrollando modernos sistemas como canales de riego y acequias. La civilización maya introdujo la rotación de cultivos (la milpa o regeneración de cultivos). En el imperio Inca, por ejemplo, una parte del año, las poblaciones estaban obligados a trabajar para el Estado Inca (la mita), El inca pedía como tributo exclusivamente mano de obra, que era enviada a trabajar sus tierras, a hacer cerámica, a construir andenes o grandes obras arquitectónicas. A cambio, el inca devolvía estos servicios organizando rituales, manteniendo los caminos, repartiendo bienes en caso de necesidad o en fiestas; esta relación por la cual el inca devolvía el trabajo del ayllu se conoce como redistribución.

Posteriormente, el desarrollo urbano ha sido bastante desigual: frente a grandes metrópolis o concentraciones urbanas, encontramos verdaderos desiertos demográficos. Esto tiene en buena medida explicación por las condiciones ecológicas y climáticas. Por ejemplo en Argentina, la mayoría de la población se concentra en la Pampa y en las regiones centrales del país, quedando prácticamente deshabitada la Patagonia debido a las bajas temperaturas y el clima casi polar. En Chile ocurre lo mismo: la mayoría de la población se concentra en las zonas centrales del país, esto es, en torno a la ciudad de Santiago o Valparaíso. En Brasil, la selva amazónica propicia grandes áreas del país deshabitado y la población se concentra en ciudades como Sao Paolo o Río de Janeiro. En México, de nuevo encontramos el modelo dual, con la capital México DF y algún núcleo destacado como Guadalajara, Puebla, Tijuana o Ciudad Juárez. En otros países como Bolivia, nos encontramos con una escasa red de ciudades teniendo una baja tasa de urbanización. Un caso peculiar es el de Uruguay, un pequeño país en el que su capital, Montevideo, ha concentrado más de la mitad de la población total del país.

El desarrollo de las ciudades durante la etapa colonial y a partir de la independencia, ha sido fuertemente jerarquizado. Esto es, el modelo se ha basado en trazar una red de comunicaciones radiales con las grandes capitales que, además, se han conformado como centros industriales, comerciales y políticos, quedando desarticulada la vertebración real de los territorios.

América Colombina:

Hay que significar, que la llegada de los conquistadores supuso, un cambio drástico en esas sociedades. Algunos demógrafos han definido como “catástrofe demográfica”. Verdaderamente el encuentro produjo la merma de las poblaciones indígenas, que, en algunos casos llegaron al 60%. Por supuesto, la colonización, supuso la desaparición de esos grandes imperios.

En principio los conquistadores evangelizaron a las poblaciones e introdujeron cambios urbanos y económicos. En lo que se refiere al primer aspecto, los colonizadores siguieron el modelo de ciudades castellanas de raíz medieval, que, además estaban experimentando grandes transformaciones. Especial relevancia son los planes de desarrollo de las ciudades dictados por Felipe II en 1573. Las ciudades castellanas siguieron un esquema en damero separándose edificios y calles. Las ciudades, además, contaban con los espacios que constituían las españolas: una Iglesia o catedral, como centro religioso y una plaza central donde se concentraban las actividades políticas y comerciales.

Muchas de las ciudades que se constituyeron en esta etapa funcionaron como factorías para el intercambio comercial con la península y con otras potencias. Así surgen los puertos del Río de la Plata o ciudades como La Habana.

Las actividades agrícolas se basaban en un sistema de encomiendas que son concedidas por la corona a los conquistadores y que, poco a poco generarán un proceso de acumulación agudizado con el tiempo cuando la Corona, debido a necesidades financieras, saca a subasta tierras para cultivar que en la práctica solo podían acceder unos pocos terratenientes que acumularon posesiones porque además, muchas de esas tierras fueron vendidas a pesar de que la corona lo prohibía. El proceso de acumulación además fue propiciado debido a las estrategias de los propios propietarios como el mayorazgo. Tras la independencia, la situación no cambió debido a la ausencia de reformas agrarias de calado (salvo las excepciones en el siglo XX de México, Chile y Cuba).

Condiciones económicas:

En cuanto a los sistemas de explotación agraria, hay que reseñar dos fórmulas. La Hacienda y la Plantación. La Hacienda estaba destinada para el comercio local e incluso para la subsistencia y combinaba las actividades agrarias con la ganadera a través de la utilización de pastos para el desarrollo del ganado, utilizaba a colonos y estaba basada en métodos tradicionales. Las plantaciones, sin embargo, son sistemas de explotación destinadas al comercio internacional y se basaba en una mano de obra esclava, obtenida de África. Las plantaciones eran sistemas de explotación agraria avanzada, es decir, se precisaba de grandes inversiones para introducir métodos de producción que obtuvieran gran rendimiento. En las plantaciones se dieron cultivos como el café, el tabaco, caña de azúcar o el cacahuete.

Actualmente, gran parte de los productos agrícolas y ganaderos son destinados al consumo local y al mercado interno. No obstante, el ingreso de divisas por la exportación de productos agrícolas es bastante importante en algunos países sudamericanos. El tratamiento, la comercialización interna y la exportación de productos agrícolas ocupan una parte destacada de la actividad comercial y de la industria manufacturera. La agricultura, la pesca y la silvicultura representan el 12% del producto interior bruto (PIB) del subcontinente.

Las formas más intensivas del comercio agrícola se realizan cerca de las ciudades; los principales productos son los perecederos: vegetales, frutas y productos lácteos. La producción de alimentos básicos como tubérculos, maíz o frijoles está más dispersa. En muchas regiones estos cultivos son de subsistencia y se realizan sobre terrenos y climas desfavorables. El trigo y el arroz exigen terrenos y climas más apropiados.

La industria de la carne de vacuno destinada al consumo interno está muy desarrollada. Argentina, Uruguay, Paraguay y Colombia son países importantes en la cría de ganado vacuno para exportación de carne.

Las regiones tropicales y las de clima templado se dedican a la agricultura orientada a la exportación, donde son favorables las tierras cultivables y el acceso a los puertos. El café es el cultivo tropical más importante. Su producción se concentra en tierras altas, principalmente en el sureste de Brasil y en las regiones centrales y occidentales de Colombia. El cacao se cultiva en el este de Brasil y en el occidente central de Ecuador. En todo el trópico se cultivan plátanos y caña de azúcar con destino al mercado interno. En Colombia y en el occidente de Ecuador se cultivan bananas para la exportación; los países tradicionales productores de azúcar para la exportación son Perú, Guyana y Surinam. En la costa de Perú desde hace décadas se cultiva también algodón orientado a la exportación. En el noreste y sur de Brasil se produce algodón y caña de azúcar con destino a los mercados internos y para la exportación. Desde 1970, la soja (o soya) se ha convertido en un importante cultivo para la exportación en la región meridional. El cultivo de soja es menos importante en Argentina, cuyas fértiles praderas han sido el mayor granero del mundo y zonas favorables para la cría de ganado. Para Argentina, durante más de medio siglo han sido productos de comercio internacional el trigo, el maíz, la linaza, la carne de vacuno y el cordero, la piel y la lana. También Uruguay tiene larga tradición en el comercio de exportación de lana y piel.

En cuanto a la actividad industrial, es importante hacer notar una serie de características. En primer lugar, observamos una acusada concentración que ya se vino forjando desde la independencia. Pero el rasgo más característico de América Latina es que es una potencia en materias primas y en fuentes de energía. Así encontramos yacimientos de hierro en Brasil, Venezuela o Perú, Zing, Cobre o Plomo en Chile, México o Perú. De igual modo, algunos países de América Latina destacan en su producción de petróleo, (México y Venezuela). En el primer caso, la producción cubre las necesidades del país y una parte de la producción es destinada a la exportación. En el caso de Venezuela podemos decir que se trata de uno miembro destacado de los países productores de petróleo OPEP y que su economía está basada, en buena medida, en los recursos obtenidos por la explotación de los abundantes yacimientos de petróleo. Otros países como Brasil también son productores de petróleo, sin embargo, su producción no es suficiente para su explotación, aunque sí para su auto-abastecimiento. Otros recursos energéticos como el carbón son también abundantes en Brasil aunque en general, el carbón tiene escasa relevancia en América Latina.

En los últimos años América Latina ha experimentado un aumento considerable en la producción de energías renovables, destacando especialmente la energía hidroeléctrica que produce Brasil y que la coloca como segunda potencia en producción de esta energía tras China. Este potencial es debido, en buena medida, por la gran longitud y caudal de los ríos que atraviesas el país de Oeste a este, especialmente el Amazonas. Las grandes diferencias de altitud que tiene que salvar el caudal, es propicio para la producción de energía eléctrica.

Por último, es muy relevante en América Latina la biomasa (energía producida en la combustión de leña, carbón vegetal y restos de cosecha) que tienen un cada vez más destacado lugar en el consumo energético de la región. No hay que olvidar que la selva amazónica representa la mayor reserva maderera del planeta.

Esta abundancia energética no ha propiciado históricamente, un desarrollo industrial en América Latina. Durante la colonización, la región funcionaba como suministrador de materias primas a las metrópolis. En la época de la independencia se siguieron desarrollando, durante un amplio periodo, aquellos sectores de clara orientación externa (nitratos en Chile). Podemos decir, que desde finales del s. XIX la región comienza un lento proceso de industrialización caracterizado por la localización en importantes áreas urbanas (sistema que se mantiene hoy a través del desarrollo de grandes metrópolis industriales y comerciales como Buenos Aires, Montevideo, Santiago de Chile, Sao Paolo o Río de Janeiro), quedando desarticuladas amplias zonas del país. La industrialización hasta la crisis del 29, consistía en un desarrollo propiciado a través de las inversiones extrajeras. Sin embargo, a partir de la crisis del 29, América Latina vio mermada sus exportaciones. Comienza así una etapa de industrialización basada en la substitución de importaciones. Se trataba de transformar materias primas en productos manufacturados y tratar de exportarlos. Esta política tuvo éxito en grandes países como Brasil, Argentina o México, aunque en general, no obtuvo los resultados esperados debido a los altos costes de la producción y precios que no los hacían competitivos en el mercado internacional. Para solventarlo, los Gobiernos de la región han seguido políticas de unión comercial, (al estilo de la Unión Europea) con el fin de propiciar y dinamizar el comercio interior en la región y también, tratar de hacer más competitivos los productos. Así surgen agrupaciones comerciales como la ALCAL (Asociación de libre comercio de América Latina), MERCOSUR o el PA (Pacto Andino), entre otras.

Balance:

América Latina, demográfica, cultural y económicamente es un continente fisible o de grandes contrastes. Frente a núcleos muy dinámicos como las áreas urbanas metropolitanas (las grandes capitales) de Brasil, Chile, México, Argentina o Uruguay, nos encontramos con economías muy pobres y con graves desequilibrios como Perú, Bolivia, Ecuador o el Área del Caribe. Incluso dentro de los países dinámicos, los contrastes se concentran en las propias áreas metropolitanas que, junto al desarrollo de la industria o el comercio, encuentran zonas marginales, con poblaciones deprimidas basadas en la economía de explotación y en el mercado negro. Un continente en definitiva, que tiene el reto pendiente de una modernización ordenada que genere cohesión social y territorial.

Iberoamérica: Un continente fisible
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