viernes. 26.04.2024

Huelga digna

En su discurso ante los manifestantes de Madrid, Cándido Méndez afirmó que “Esta huelga es una expresión de dignidad de los trabajadores españoles”. Y efectivamente, la huelga del día 29 fue digna en sus causas y digna en su realización.

En su discurso ante los manifestantes de Madrid, Cándido Méndez afirmó que “Esta huelga es una expresión de dignidad de los trabajadores españoles”. Y efectivamente, la huelga del día 29 fue digna en sus causas y digna en su realización. La facilitación del despido y la desregulación de las relaciones laborales, impulsadas por el Gobierno del PP, ya eran razones suficientes para legitimar una gran movilización social. Pero los sindicatos, en representación de trabajadores y parados, esgrimieron con razón también la denuncia de que al socaire de la crisis, la derecha política y económica está quebrando consensos sociales básicos en nuestro país. La reforma laboral acaba con el tradicional equilibrio de poderes entre empresarios y trabajadores en el seno de la empresa, desarmando por completo a estos últimos en la defensa de sus condiciones laborales, sea en materia salarial o sea en flexibilidad horaria.

Además, en una etapa de fuerte desaceleración económica, cuando conviene disuadir al empresario de caer en la tentación del despido precipitado y empobrecedor, la ley del PP facilita y abarata la expulsión de trabajadores de las empresas, tanto en el ámbito privado como en el público. El propio Gobierno admite la inoportunidad de esta medida, al preveer oficialmente para este año 2012 un incremento del paro en 630.000 personas.

Precisamente el jueves de la huelga general, los diputados del Congreso votábamos (en mi caso en contra) la Ley de Estabilidad Presupuestaria del PP, que introducía la obligación del déficit cero, una vuelta de tuerca más en la estrategia suicida de la austeridad a ultranza. Y ya no bastan los análisis que adjudican la responsabilidad de esta estrategia a la burocracia bruselense, a los alemanes insaciables o a los mercados ciegos. Cada vez son más los analistas que interpretan una estrategia premeditada para justificar el desmantelamiento del modelo social vigente en Europa desde la segunda gran guerra.

Por lo tanto, en las movilizaciones del día 29 y en las que vendrán, trabajadores y ciudadanos no estaban solo llamados a combatir una legislación laboral que deja inerme al empleado frente al empleador, sino también a defender un modo de vida que ha proporcionado décadas de dignidad, bienestar y convivencia en paz a los europeos, y que hoy se haya en riesgo por la codicia de unos pocos especuladores y la complicidad de la derecha política más miope que jamás tuvo este continente.

La huelga era también una respuesta contundente ante los intentos espurios de desprestigio y deslegitimación de los sindicatos, actores claves en la defensa de los derechos de los trabajadores en las empresas, y piezas fundamentales para la articulación de un sistema democrático. Quienes buscan la desaparición de los sindicatos, juegan con fuego al socavar los cimientos mismos de nuestra convivencia.

La jornada del 29 de marzo fue una jornada de dignidad. Ojalá los ciudadanos españoles no tengan que volver a parar sus centros de trabajo y a llenar sus calles de manifestaciones frente a la agresión de su Gobierno.

Ahora la clave está también en la capacidad de la socialdemocracia europea para dar una réplica inteligente a la derecha en el plano político, y ganar la confianza de las mayorías para encabezar gobiernos a corto plazo en Francia y en Alemania. Me temo que solo así será posible el viraje de esta nave europea que la derecha de Merkel-Sarkozy-Monti-Rajoy conduce al desastre.

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