jueves. 18.04.2024

Hasta la próxima y sin solución aparente

Una vez más, y van ya demasiadas, la sin razón, las amenazas y finalmente la guerra, volvieron a estallar de nuevo en Gaza. Los acuerdos alcanzados en el pasado vuelven a ser papel mojado, porque a Israel le basta con “sentirse amenazado” para desatar la caja de las bombas y poner en marcha los tanques, siempre preparados para invadir una vez más y ya no se cuantas van, la escuálida franja de Gaza.

Una vez más, y van ya demasiadas, la sin razón, las amenazas y finalmente la guerra, volvieron a estallar de nuevo en Gaza.

Los acuerdos alcanzados en el pasado vuelven a ser papel mojado, porque a Israel le basta con “sentirse amenazado” para desatar la caja de las bombas y poner en marcha los tanques, siempre preparados para invadir una vez más y ya no se cuantas van, la escuálida franja de Gaza.

Lo del mutuo reconocimiento…, como estados soberanos, con derechos y obligaciones… No entra en los planes de Israel ni tampoco en los de Hamas que es quien lidera y preside el Gobierno de Gaza.

En esta ocasión, al igual que en otras anteriores, los muertos los pone la población civil de la Franja de Gaza; el saldo en esta ocasión se cierra con ciento cincuenta y cinco palestinos muertos frente a cinco israelíes, entre ellos muchas mujeres y niños. Y Israel, pone las bombas y el poderío militar que exhibe en cuanto tiene ocasión.

El caso es que eran dos pueblos condenados a entenderse. Israel y Palestina tenían que compartir vecindad y territorios tal y como acordara la ONU en 1947. Pero nunca ha funcionado esa idea.

Tanto en Israel como en Palestina han ido arrinconando a los políticos moderados y han dado su apoyo a los más radicales y extremistas. El resultado no debería sorprender por ello demasiado.

Son casi veinte años los transcurridos ya desde los acuerdos más prometedores que se consiguieron en Oslo; donde Isaac Rabin (quizás el último presidente israelí que creyó que la paz y el encuentro eran posibles), y el líder palestino Arafat, se estrecharan la mano del acuerdo y del mutuo reconocimiento imprescindible para una paz duradera. Incluso compartieron el Nóbel de la Paz por ello.

Después de aquello, una provocación ha traído siempre la ya clásica respuesta del “ojo por ojo”; intifadas y piedras por un lado…, balas y guerra empleadas por Israel para arrasar y destruir el territorio palestino, por el otro. Y vuelta a empezar. Reuniones, alto el fuego como el de ahora mismo…, y hasta la próxima. Porque a nadie le interesa de verdad y suficientemente la resolución del conflicto.

Europa, la Unión Europea, no existe como tal y con una sola voz que pudiera ser tenida en cuenta al menos en función de lo que aporta. Y Estados Unidos no sabe o no puede o ni siquiera quiere tampoco desactivar de forma permanente y para siempre el conflicto.

Así que estamos en ese tiempo en el que cada muerto acrecienta el odio y aleja el posible entendimiento de los pueblos; fortalece los radicalismos estériles y borra del mapa político a los moderados.

Israel cada vez cuenta con más extremistas en sus gobiernos, y Hamas va ganándole la partida de la influencia política, entre los suyos, al presidente Abbas.

Y entre tanto, cada vez, la solución se muestra más imposible y desde luego, lejana.

Hasta la próxima y sin solución aparente