viernes. 19.04.2024

Haití, misión casi imposible

NUEVATRIBUNA.ES - 18.1.2010La crisis financiera de 2008 constituyó la primera gran crisis de la globalización dando paso a un nuevo orden internacional y mostrando la necesidad de construir una verdadera gobernanza financiera global.
NUEVATRIBUNA.ES - 18.1.2010

La crisis financiera de 2008 constituyó la primera gran crisis de la globalización dando paso a un nuevo orden internacional y mostrando la necesidad de construir una verdadera gobernanza financiera global. Esta semana, el terrible terremoto de Haití, supone ahora la mayor crisis humanitaria a la que se enfrenta la comunidad internacional en los primeros años del siglo XXI, poniendo a prueba la capacidad y la voluntad de respuesta colectiva a tamaño desastre. El reto ante nosotros es casi una misión imposible, ya que necesitaremos demostrar que somos capaces de dar respuesta a la crisis humanitaria, a la vez que demostramos la capacidad política e institucional de las organizaciones e instituciones internacionales para ofrecer un horizonte de sostenibilidad de recursos a medio y largo plazo. Un ejercicio en el que se necesita desplegar una inteligente y generosa coordinación técnica y política, algo que no es evidente con las instituciones e instrumentos con los que contamos hoy en día.

A pesar de las dificultades de llegar hasta la zona cero del desastre y de actuar de forma inmediata, la ayuda ha llegado y llegará en cantidades importantes. El reto es sin embargo, es distribuirlos y usarla de forma eficaz ante la ausencia de cualquier vestigio de instituciones locales. Simplemente el gobierno de Haití ya no existe, el terremoto se ha llevado por delante la incipiente administración haitiana. No es que estemos ante un estado fallido, sino que simplemente ha desaparecido de un plumazo lo poco que existía de él. Una vez pasado el primer golpe y recuperados del shock colectivo hay que dar respuesta al drama humanitario, y la inmediata respuesta, la inyección de dinero y los recursos son una condición necesaria pero no suficientes. Hay que pensar también en garantizar una reconstrucción sensata y posible. Podremos limpiar sus calles y reconstruir parte de la infraestructura física, pero de poco servirá si no construimos igualmente su andamiaje político e institucional que permita una mínima gobernabilidad, y garantice algo que se parezca a un estado haitiano invirtiendo en una nueva generación para reconstruir igualmente su infraestructura humana.

Una vez más, corremos el riesgo de observar cómo nos volcamos en la ayuda humanitaria y de emergencia inmediata de forma generosa ante el horror que hemos visto en las pantallas de TV, pero hay que empezar a pensar ya en qué y cómo reconstruir el país una vez que se apaguen los focos y las cámaras pasadas unas semanas. En el caso de Haití, o nos comprometemos en el ejercicio de reconstrucción de forma intensiva al menos durante una década, o aplicaremos medidas paliativas pero condenaremos de nuevo a los haitianos a la miseria. Por cierto, en todo este esfuerzo, habrá que ayudar igual a nuestros amigos dominicanos, que son los que van a sufrir tras los haitianos, las consecuencias de esta tragedia con la avalancha de miles de refugiados.

Un último apunte. Los gestos son importantes, y algunas ausencias decepcionantes. Obama tardó pocas horas en comparecer y presentar un plan de ayuda, seguido de un viaje de Hillary Clinton. España, que ostenta la Presidencia rotatoria de la UE, ha reaccionad también de forma inmediata con el envío de ayuda, y la Vice-Presidenta De la Vega también ha estado ya sobre el terreno. Pero tanto el Presidente del Consejo Europeo -Van Rompuy- y sobretodo la Alta Representante para la política exterior, la Baronesa Ashton (que es quien tienen la responsabilidad de representar a la UE en el mundo) han brillado por su ausencia. Una oportunidad perdida para ejercer, aunque sea de forma simbólica, el liderazgo de la Unión ante tamaña tragedia. La credibilidad y el liderazgo se ejercen, nunca se otorgan.

La respuesta a la tragedia de Haití parece una misión imposible, pero la historia de la humanidad está repleta de ejemplos de que cuando queremos, podemos.

Pau Solanilla es asesor en temas europeos. Ha sido Secretario General de los Jóvenes Socialistas Europeos.

Haití, misión casi imposible
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