25 de agosto de 2010, 11:51
NUEVATRIBUNA.ES - 22.8.2010
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Hace apenas dos años el Ejecutivo italiano ordenó registrar las huellas dactilares de toda la comunidad romaní, incluidos los niños, y dio poderes a los delegados gubernamentales para que puedan censar, expulsar y realojar a los gitanos rumanos. Berlusconi abrió la veda con estas medidas, que según Antonio Vázquez Saavedra, vicepresidente del Consejo Estatal del Pueblo Gitano volvieron a demonizar a los gitanos, y Sarkozy recogió el testigo.
Tiene razón la portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Inmigración en el Congreso de los Diputados, Esperanza Estévez, cuando dice que la expulsión de los gitanos en Francia es una loa al populismo por parte del presidente francés, un guiño que le da alas a la extrema derecha, que no tiene cuenta ni a los ciudadanos ni al resto de los países europeos y que empuja a los menores a repetir las situaciones de miseria y marginación de sus padres porque como estamos ante “una etnia transhumante, que en cuanto no tiene los mecanismos económicos básicos para vivir, se traslada a otro lugar porque no acaba de encontrar su espacio en una sociedad urbana".
Si lo que pretendía Sarkozy era crear un nuevo problema en lugar de resolver el ya existente y al mismo tiempo fomentar la xenofobia hay que reconocer que ha conseguido su objetivo. Con la expulsión de un elevado número de mujeres, hombres y niños, tras la aprobación de una ley para deportar a los ciudadanos rumanos de etnia gitana sin contrato de trabajo, el presidente francés actuó al margen de la directiva europea y sin considerar las consecuencias de esta acción.
Las Asociaciones de Gitanos en España, ante lo que califican como una evidente vulneración de los derechos humanos (No a las medidas racistas), no dudan en solicitar al Gobierno que se pronuncie y defienda a su colectivo de las medidas racistas que está llevando a cabo el Gobierno francés.
La permanencia del estigma sobre esta minoría arrastra consigo todo tipo de connotaciones negativas de la palabra “gitano”. Desde que los Reyes Católicos hicieron todo lo posible que aceptasen la asimilación o abandonasen tierra española, los gitanos han tenido que soportar sobre sus espaldas la pesada carga que supone ser diferentes.
Aunque en las últimas décadas la apuesta española es, al menos sobre el papel, por las políticas de integración, en un informe del Centro Europeo para los Derechos de los Roma/Gitanos se alerta sobre la discriminación contra las mujeres gitanas en España. En el informe se asegura que los prejuicios raciales contra esta etnia tienen consecuencias negativas incluso en la forma en que las mujeres gitanas reaccionan ante la violencia de género; su desconfianza en las instituciones de una sociedad que las discrimina y margina les impide recurrir a las medidas legales existentes para luchar contra este tipo de violencia.
Pilar Rego - Educadora social
Hace apenas dos años el Ejecutivo italiano ordenó registrar las huellas dactilares de toda la comunidad romaní, incluidos los niños, y dio poderes a los delegados gubernamentales para que puedan censar, expulsar y realojar a los gitanos rumanos. Berlusconi abrió la veda con estas medidas, que según Antonio Vázquez Saavedra, vicepresidente del Consejo Estatal del Pueblo Gitano volvieron a demonizar a los gitanos, y Sarkozy recogió el testigo.Tiene razón la portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Inmigración en el Congreso de los Diputados, Esperanza Estévez, cuando dice que la expulsión de los gitanos en Francia es una loa al populismo por parte del presidente francés, un guiño que le da alas a la extrema derecha, que no tiene cuenta ni a los ciudadanos ni al resto de los países europeos y que empuja a los menores a repetir las situaciones de miseria y marginación de sus padres porque como estamos ante “una etnia transhumante, que en cuanto no tiene los mecanismos económicos básicos para vivir, se traslada a otro lugar porque no acaba de encontrar su espacio en una sociedad urbana".
Si lo que pretendía Sarkozy era crear un nuevo problema en lugar de resolver el ya existente y al mismo tiempo fomentar la xenofobia hay que reconocer que ha conseguido su objetivo. Con la expulsión de un elevado número de mujeres, hombres y niños, tras la aprobación de una ley para deportar a los ciudadanos rumanos de etnia gitana sin contrato de trabajo, el presidente francés actuó al margen de la directiva europea y sin considerar las consecuencias de esta acción.
Las Asociaciones de Gitanos en España, ante lo que califican como una evidente vulneración de los derechos humanos (No a las medidas racistas), no dudan en solicitar al Gobierno que se pronuncie y defienda a su colectivo de las medidas racistas que está llevando a cabo el Gobierno francés.
La permanencia del estigma sobre esta minoría arrastra consigo todo tipo de connotaciones negativas de la palabra “gitano”. Desde que los Reyes Católicos hicieron todo lo posible que aceptasen la asimilación o abandonasen tierra española, los gitanos han tenido que soportar sobre sus espaldas la pesada carga que supone ser diferentes.
Aunque en las últimas décadas la apuesta española es, al menos sobre el papel, por las políticas de integración, en un informe del Centro Europeo para los Derechos de los Roma/Gitanos se alerta sobre la discriminación contra las mujeres gitanas en España. En el informe se asegura que los prejuicios raciales contra esta etnia tienen consecuencias negativas incluso en la forma en que las mujeres gitanas reaccionan ante la violencia de género; su desconfianza en las instituciones de una sociedad que las discrimina y margina les impide recurrir a las medidas legales existentes para luchar contra este tipo de violencia.
Pilar Rego - Educadora social