jueves. 28.03.2024

Gentuza, más que gentuza

Carlos Fabra, el del aeropuerto de Castellón que ha cumplito ahora un añito desde su glamurosa 'inauguración' por el entonces Presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ante 1.500 invitados, no acepta críticas. A todo aquél que osa manifestar su opinión contraria a un aeropuerto que es la chanza ya no solo de toda España, sino del mundo mundial, nos llama GENTUZA.

Carlos Fabra, el del aeropuerto de Castellón que ha cumplito ahora un añito desde su glamurosa 'inauguración' por el entonces Presidente de la Generalitat, Francisco Camps, ante 1.500 invitados, no acepta críticas. A todo aquél que osa manifestar su opinión contraria a un aeropuerto que es la chanza ya no solo de toda España, sino del mundo mundial, nos llama GENTUZA.

Debe de creerse que con 'su' dinero puede hacer y decir todo lo que se le ocurra. Ignora aquello de "todo necio confunde valor y precio", aforismo popularizado por el gran Antonio Machado.

El aeropuerto en cuestión ha rapiñado buena cantidad de dinero público. Que se sepa, 155 millones en su construcción, 30 milloncetes más en publicidad, otros 35 millones anuales en su mantenimiento, 84 millones (siempre millones) al año para compensar a su director general, Javier García Salas, por no hacer nada.

Falta añadir los costes de las obras a modificar; fue tan ajustado su diseño que, para poder servir como tal aeropuerto, habría que rehacer la pista de giro, pues no se ajusta a las medidas necesarias para despegue y aterrizaje de aviones de verdad, no de papel.

Tampoco tiene permisos ni contratos y está pendiente de litigios judiciales.

Ahora bien, 'el aeropuerto del abuelo' -así lo denominó el propio Carlos Fabra- no está solo. Es un lugar perfecto para la fauna. A falta de aviones está plagado de conejitos, de halcones, de águilas y de hurones.

Aunque la verdad es que, para gozar de la fauna y de la flora, la visita a cualquier bosque es mucho más agradable y no nos succiona tal escandalosa cantidad de money.

Si todo lo mencionado no es suficiente material para una grandísima bufonada satírica, Carlos Fabra, el del 'aeropuerto del abuelo', ha mandado construir una enorme escultura que recibe a los visitantes. Dicho monumento sigue inacabado -lo mismito que el aeropuerto-, es obra del escultor Juan Ripollés, y cuesta la friolera de 300.000 euros de nada.

Pues bien, don Frabizzio, también yo soy 'gentuza' en el sentido en que usted utiliza estas ordinarieces de tan mal gusto (como lo de los puti-clubs), pero mi 'estirpe' no es de su clase afortunadamente. Jamás he engañado a nadie, ni he robado nada, ni me he aprovechado del erario -que es todos-, ni he engañado a la justicia con triquiñuelas obscenas, ni me ha tocado reiteradamente la lotería, ni, ni ni......

Usted manda callar a los que libremente protestamos contra los engaños y las tomaduras de pelo. Lo que no sabe es que esta clase de 'gentuza' a la que yo pertenezco no tiene miedo ni de usted ni de nadie. Nuestra fuerza es la razón y la decencia.

Ni nos callamos ni consentimos en que nos amordacen.

Gentuza, más que gentuza
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