viernes. 29.03.2024

Gafas

La ciudadanía deberá adaptarse a unas nuevas imágenes del poder gubernativo. No sólo tendrá que ver nuevas caras, sino también nuevos lenguajes, nuevos gestos.

“De Diógenes compré un día  la linterna a un mercader;  distan la suya y la mía  cuánto hay de ser a no ser. Blanca la mía parece;  la suya parece negra; la de él todo lo entristece;  la mía todo lo alegra. Y es que en el mundo traidor nada hay verdad ni mentira; todo es según el color  del cristal con que se mira.”

Estos versos del poeta Campoamor, un tanto denostado el pobre, ponen de manifiesto que las realidades,  y máxime cuando son políticas, tienen diferentes miradas, diferentes ópticas. Cuando el lector lea este artículo,  recién habremos estrenado Presidenta de Navarra. Acabamos de abrir un nuevo tiempo político que necesitará de un período de adaptación,  tanto para los nuevos gobernantes como para la ciudadanía. Si se me permite la expresión, tendremos que cambiar de anteojos, de gafas, para percibir mejor esta nueva etapa.

La alternancia en el poder supone que el sistema funciona. Soy consciente que muchos han utilizado el concepto Régimen como herramienta de derribo de un supuesto sistema político al que atribuían una escasa calidad democrática (siendo suave en los términos). Sin embargo, ese mismo sistema político que aborrecían  es el que ha hecho posible un cambio de gobierno. Esos maléficos gigantes que visionaban  no eran otra cosa que meros molinos de viento. El relevo gubernativo supone la fortaleza de las instituciones que funcionan en sus fundamentos; más allá de las necesarias reformas que se deban hacer para reforzar su calidad.

Por otro lado, como he dicho, tiempo de adaptación; tanto para los gobernantes como para la ciudadanía. Los nuevos gobernantes tendrán que aprender a marchas forzadas que las políticas públicas tienen sus límites y no sólo los presupuestarios. El ejercicio democrático del poder tiene sus protocolos, sus formas y soportes jurídicos. La acción de gobierno tiene sus tiempos,  que no son precisamente los más rápidos.  Si no  quieren meterse en charcos, tendrán que decidir sobre aquello que les es competente, no más allá de eso.  Todo ello, provocará que alguno repita las palabras de un recién estrenado ministro francés: “Qué poco poder se tiene cuando se acceder al poder”.

También la ciudadanía deberá adaptarse a unas nuevas imágenes del poder gubernativo. No sólo tendrá que ver nuevas caras, sino también nuevos lenguajes, nuevos gestos. Una nueva cultura política que nada tiene que ver con la de los gobiernos anteriores. Los periódicos favoritos de cada uno  también cambiarán. Aquellos periódicos que antes atacaban al gobierno, hiciera lo que hiciera, ahora derramarán incienso sobre él. Aquellos periódicos que antes soportaban al Gobierno y lo defendían hiciera lo que hiciera, ahora no le perdonarán una. Desde hace un tiempo que la prensa escrita es más prensa militante que prensa informativa.

En definitiva, Navarra se encuentra de estreno. De estreno político, y lo mejor es disfrutar del mismo, como un chiquillo con zapatos nuevos. No poner chinas en el zapato antes de andar; seguro que se meterán solas. No andar con miedo, ni con prejuicio. Hay que disfrutar del momento.  Porque el momento no es el triunfo de los nuevos gobernantes, ni la derrota de los desalojados. El momento que vivimos es el triunfo de la democracia y del sistema político que los navarros renovamos el 24 de mayo.

Gafas