jueves. 25.04.2024

Fortalecer el sindicalismo: globalizarlo

A estas alturas de la crisis y con todo el mundo hablando de la prima de riesgo y del Banco Central Europeo, no hace falta esforzarse mucho para explicar la necesidad de una acción sindical (interlocución, negociación y movilización) cada vez más europea. Ademas, frente a la internacionalización del capital y las multinacionales, hay que reconocer que el sindicalismo camina a la zaga.

A estas alturas de la crisis y con todo el mundo hablando de la prima de riesgo y del Banco Central Europeo, no hace falta esforzarse mucho para explicar la necesidad de una acción sindical (interlocución, negociación y movilización) cada vez más europea.

Ademas, frente a la internacionalización del capital y las multinacionales, hay que reconocer que el sindicalismo camina a la zaga. Y lo mas suave que se puede decir de la Confederacion Europea de Sindicatos (CES) es que ha estado ausente de la crisis del euro.

Mientras, los sindicatos del sur hemos tardado lo nuestro en poner en marcha una especie de geografía variable sindical, coordinando nuestras luchas con griegos o italianos.

Sin dejar de pelear por convertir a la CES en un auténtico sindicato europeo, y no una coordinadora deliberativa, quizás deberíamos empezar por europeizar, o mejor, globalizar, nuestro trabajo y organización sindical.

Globalizar el sindicalismo supone avanzar en el establecimiento de una negociación colectiva trasnacional que establezca una nueva modalidad de convenios donde las cláusulas vinculantes convivan con los principios orientadores, que al formar parte del convenio también comprometerían a las partes firmantes. Una modalidad contractual que articule la negociación descentralizada al mismo tiempo que establece derechos, sindicales, de información, consulta y negociación, o derechos de salud laboral, que deben respetarse en todas las partes donde operen la compañía. Un tipo de acuerdo que invente formas rigurosas de interpretar y vigilar lo acordado, mecanismos de reclamación como el soplo anónimo del gobierno corporativo e, incluso, sometimiento al arbitraje de terceros independientes.

Globalizar el sindicalismo supone afrontar las nuevas modalidades de conflicto social que, en nuestras sociedades mediáticas, tiene lugar en el espacio de la reputación corporativa, de la imagen de marca, y aprender a utilizar nuevos instrumentos como la politización del consumo o el activismo accionarial como nuevas formas de hostigamiento de una ciudadanía crítica.

Globalizar el sindicalismo supone implicarse en la llamada política exterior, dando el mismo valor a las reuniones del sindicalismo internacional con las instituciones financieras en Washington que a las "visitas de estudio" del Fondo Monetario Internacional a cada país. Interesarse por la política exportadora, por las condiciones y requisitos de las ayudas a la internacionalización de las empresas; controlar las posiciones del gobierno en las negociaciones comerciales internacionales, para exigir que se negocien y consensuen con los interlocutores sociales.

Globalizar el sindicalismo supone trasladar la política europea al corazón de la intervención sindical.

Globalizar el sindicalismo supone modificar las formas y métodos de trabajo. Empezando, lo comentábamos en nuestro primer artículo, por democratizar las formas de comunicación, aprendiendo de la agilidad y fluidez de las redes anti globalización. Enriquecerse con las ideas de todos, construir pensamiento colectivo exige fomentar la comunicación horizontal, aprovechando las nuevas tecnologías para el intercambio de pareceres y posibilitando procesos más participativos en la construcción de consenso. Un modelo de transmisión oral, con largas presentaciones y resúmenes del moderador de la reunión que limitan el tiempo intervención del resto los participantes, es un modelo jerárquico, burocrático y agotado.

Globalizar el sindicalismo supone aprovechar plenamente las múltiples potencialidades de la Red. Particularmente, resulta incomprensible que en la era de Internet la mayoria de los trabajadores de las multinacionales no dispongan de su propia página web, con intranet, listas de distribución de correo electrónico, o chats, como dispone cualquier pequeño grupo activista que, en algunos casos, ha creado su propia página de vigilancia de una multinacional.

Globalizar el sindicalismo supone fomentar, en las fundaciones y gabinetes de estudio, la investigación comparada, el conocimiento preciso de situaciones, condiciones laborales y sistemas de protección social del resto de países de la Unión Europea y de la Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico (OCDE) que permitiría justificar nuestras propuestas y fundamentar las críticas a otras posiciones.

Globalizar el sindicalismo supone invertir en departamentos de traducción y dar un peso central a la enseñanza de idiomas en los programas de formación sindical. Y no confundir los planes de cooperación sindical con los de cualquier ONG, colocando como primer objetivo de nuestra cooperación la creación de redes sindicales.

Porque globalizar el sindicalismo es también darle mayor importancia al fortalecimiento del sindicalismo del sur, particularmente el que opera en las multinacionales europeas, a través de una cooperación multilateral con otros sindicatos europeos y desarrollando el modelo de formación a distancia.

O, también, desarrollar una política de alianzas, abierta y crítica al mismo tiempo, con ONGs que se ocupan de temas medioambientales, de desarrollo o de consumo para impulsar políticas complementarias en campos y áreas en los que sindicalismo sólo no se basta y la convergencia de esfuerzos no puede sino resultar enriquecedora.

E introducir, sin más excusas ni dilaciones, la paridad de género en todos los cursos de formación, representaciones institucionales y órganos de dirección, buscando fórmulas imaginativas para equilibrar la descompensación en cargos unipersonales.

Y, en muchos países europeos, también en España, globalizar el sindicalismo, lo hemos dicho en el primer articulo de esta serie, es acabar con la fractura sindical heredada de la Guerra Fría, al igual que se hizo en el sindicalismo mundial con la fusión de la democristiana Confederación Mundial del Trabajo (CMT) con la socialdemócrata Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL) en la nueva CSI.

Es posible que, como dice Lopez Bulla, el tema no este todavía maduro pero cuanto antes se anuncie el objetivo y que se empieza a trabajar en ello, antes llegará lo inevitable.

Fortalecer el sindicalismo: globalizarlo
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