viernes. 19.04.2024

Federalismo y derecho a decidir

Aceptando que existe una diversidad de modelos de estados federales, me atrevo a afirmar que la declaración aprobada por el Parlamento catalán se inscribe en una lógica federal. Descartando el preámbulo de la declaración, verdadero dislate seudo-historicista, los puntos aprobados recogen: -La afirmación del pueblo de Catalunya como sujeto político y jurídico.

Aceptando que existe una diversidad de modelos de estados federales, me atrevo a afirmar que la declaración aprobada por el Parlamento catalán se inscribe en una lógica federal. Descartando el preámbulo de la declaración, verdadero dislate seudo-historicista, los puntos aprobados recogen: -La afirmación del pueblo de Catalunya como sujeto político y jurídico. -Reconocimiento de soberanía que permitiría, si así lo decide una mayoría, ejercer el derecho a decidir sobre cual es nuestra relación con España. -El compromiso de llevar a cabo un proceso democrático, transparente y participativo. -La declaración reconoce la centralidad del Parlament de Catalunya en este proceso. -Se reafirma el europeismo de Catalunya. Y tres cuestiones no menores como son; la necesaria legalidad del ejercicio del derecho a decidir; el compromiso de diálogo con el Estado, U.E. y comunidad internacional; y la preservación de la cohesión social del pueblo de Catalunya.

¿Un partido que se inspira en los principios del federalismo, como ICV, puede votar esta resolución? Sí, sinceramente creo que sí. Reivindicar el derecho de decisión como un principio democrático se inscribe de lleno en los principios del federalismo. Al igual que afirmar que el pueblo catalán es un sujeto político es una afirmación federalista, aunque no sea constitucional.

Los partidos que votamos la resolución lo hicimos desde motivaciones distintas. Las de CiU son complejas cuando no contradictorias. Un sector de Convergencia se cree, al igual que ERC, que están en el inicio de un proceso de independencia. Otros sectores convergentes saben que es el peaje que deben pagar por el apoyo de los republicanos al débil gobierno de Artur Mas, pero no creen en la viabilidad ni la oportunidad de este viaje. Y Unió abomina de la situación, como nos recuerda Durán Lleida casi a diario. Seguro que este lío de intenciones es el que nos ha permitido corregir a fondo la propuesta de resolución que planteó en primer lugar CiU-ERC, hasta el punto de eliminar del primer borrador su “punto estrella” que afirmaba “ejercer el derecho a decidir para constituir Catalunya como un nuevo estado en el marco de la Unión Europea”. La posición de ICV fue clara y contundente, para nosotros derecho a decidir no es sinónimo de independencia, ni reivindicamos este derecho para abrir un proceso independentista. Lo que nunca hubiera creído es que ERC se envainara su afirmación fetiche de “Catalunya, nou estat d'Europa”.

Catalunya ya tiene su declaración de soberanía. El Parlamento, al igual que la sociedad, se ha dividido en bloques. El PSC vive una delicada situación interna que sólo los irresponsables pueden desear. Los hay que hasta auguran una ruptura entre CDC y UDC. La crisis sigue golpeando. La última EPA señala un crecimiento del paro en Catalunya de 45.000 parados más (estamos ya en el 24%). El Gobierno de Mas, ahora con la complicidad de ERC, seguirá recortando y golpeando a la clase trabajadora y a las capas medias. El PP y el PSOE mantienen una irresponsable cerrazón a cualquier diálogo que permita realmente afrontar el conflicto de relaciones entre Catalunya y el estado. Uno se puede preguntar- ¿para qué sirve este proceso?, ¿en qué ayuda a la sociedad catalana?, ¿para qué iniciar caminos que no tienen recorrido conocidas las actitudes de los dos grandes partidos del estado?, ¿no sería mejor centrarse en la crisis económica y dejarnos de aventuras secesionistas?. Todas estas preguntas serían pertinentes y la respuesta sería sencilla si todo lo que está pasando en Catalunya fuera un fuego de artificio provocado por los nacionalistas. Pero esta no es la realidad. Existe un conflicto abierto entre las aspiraciones nacionales de Catalunya y el nacionalismo español. La sociedad catalana se ha radicalizado, produciéndose un desplazamiento del eje nacional hacia posiciones más soberanistas. Tres datos del último estudio de opinión, publicado en el Periódico de Catalunya (21/01/13): 60’5% a favor de la aprobación de la declaración de soberanía. 68’9% a favor de realizar una consulta. 49’5% se siente independentista.

Estamos frente a una etapa de conflicto que expresa el malestar de sectores mayoritarios de la sociedad catalana. La declaración de soberanía es una de las expresiones de este conflicto, como lo es la apuesta independentista, o nuestra propuesta federal de reformular el encaje de Catalunya en España. El conflicto existe y coexiste con otro gravísimo como es la crisis y el paro. Para un partido como ICV el reto es abordarlos ambos desde una misma coherencia que es la defensa de los intereses de las clases populares. Conscientes de que un posible aliado en la defensa del derecho a decidir, CiU, es tu adversario en el conflicto social. Pero esta es la realidad y complejidad de la política.

No creo que la solución de los problemas del autogobierno de Catalunya pasen por la independencia ni que se de un momento mágico que mediante una decisión unilateral los podamos resolver. Sí que creo en un proceso largo y no exento de tensiones en el que a medida que transformamos nuestro modelo de sociedad, redefinamos nuestra relación con España y Europa, que sólo puede ser en una lógica federal. Cuando se nos acusa de poco realistas dada la intransigencia del PP y del PSOE, la respuesta es la de siempre: la ilusión más falsa es aceptar una realidad injusta.

Federalismo y derecho a decidir