martes. 16.04.2024

Europa renuncia a los liderazgos fuertes

NUEVATRIBUNA.ES - 22.11.2009PARA FUNDACIÓN SISTEMAUna veintena de madrileños, periodistas y políticos del PSM, a partes iguales, hemos vivido cuarenta y ocho horas de inmersión, con escasos minutos para el descanso, en el complejo mundo de las instituciones europeas.
NUEVATRIBUNA.ES - 22.11.2009

PARA FUNDACIÓN SISTEMA

Una veintena de madrileños, periodistas y políticos del PSM, a partes iguales, hemos vivido cuarenta y ocho horas de inmersión, con escasos minutos para el descanso, en el complejo mundo de las instituciones europeas. Bruselas, que también es la capital de Bélgica y un microcosmos político donde conviven valones y flamencos con mayor naturalidad que en el resto de la nación tal vez porque la lengua franca termina siendo el inglés, ha aceptado que su mayor riqueza es servir de escenario y punto de encuentro a una satisfecha clase dirigente y funcionarial en constante expansión.

La Unión Europea agrupa ya a 27 países y aspira a alcanzar la treintena negociando cómodamente con Croacia e Islandia y regateando la más conflictiva aspiración turca. La regla comunitaria de la igualdad en el reparto de carteras hace que cada Estado sitúe a un Comisario en el gobierno común, lo cual obliga a fraccionar el poder de decisión hasta límites que preocupan seriamente a quienes reflexionan sobre la correspondencia entre el coste y la eficacia. Pero el debate no se plantea abiertamente, porque en Bruselas el valor más cotizado es la contención expresiva, junto a la capacidad de negociación discreta. Mi impresión personal es que los infinitos pasillos y los innumerables despachos tienen mucha más potencialidad decisiva que el impresionante escenario de la sede del plenario que visitan como reclamo turístico expediciones guiadas. No me sorprendió, por tanto, que fuera un dirigente español de las Cámaras de Comercio, veterano europeísta, el primero que nos transmitiera su pronóstico- “mi impresión de los pasillos”-de que el presidente del gobierno belga-cuyo nombre tuvo que deletrear para que lo apuntáramos en nuestras notas- sería el elegido para presidir la nueva Unión Europea. Su apuesta era la correcta, con el mérito de formularla en público cuando en otros despachos y en los grandes medios se seguían alimentando especulaciones interesadas. Gracias, Fernando Puerto.

La designación de Herman Van Rompuy, sorprendentemente rápida, descolocó a todos aquellos que habían pronosticado una noche interminable de negociaciones al más alto nivel. Como también resultó bastante sencillo convenir en el nombre de Catherine Ashton para dirigir los Asuntos Exteriores de la UE, en sustitución de Javier Solana. Las variables ideológicas y de sexo quedaban compensadas y se evitaba, de paso, una nueva situación de interinidad en el proceso de diseño de la nueva Europa del Tratado de Lisboa. A cambio de esta placidez, hay que admitir, como nos explicó con su elogiable sinceridad y su dilatada experiencia como dirigente socialista en el Parlamento Europeo, Miguel Ángel Martínez, que Europa ha renunciado a los liderazgos fuertes. No sé si también -pero esta es una observación personal- ha dejado aparcada la idea de movilizar los entusiasmos y relegar las transformaciones sociales al plano de las declaraciones formularias, como un apéndice de los principios económicos, teñidos cada vez más -vuelvo a mi impresión personal- por las reglas liberales. Pero es que -nos guste o no- , como reflejo del mapa electoral europeo, es el centro-derecha quien manda en Bruselas, y la izquierda parece resignada a administrar su cuota.

La presidencia española a partir del 1 de enero, puede ser la gran oportunidad para demostrar que es posible visualizar una política en la que se priorice la solidaridad con las víctimas de la crisis económica y se traslade a los ciudadanos la posibilidad de ensayar otras recetas que las neo-liberales que la provocaron. Madrid debe sacudir la conciencia de Bruselas, donde he detectado mucho más interés en estudiar las fórmulas para cubrir los puestos en las nuevas embajadas de la Unión Europea-con las que no contó Solana- que en trazar las líneas de una política exterior.

Eduardo Sotillos es periodista y, actualmente, secretario de Comunicación y Estrategia del PSM.

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