martes. 16.04.2024

Éticamente inconcebible

“Las primeras pateras que pisaron tierra se llamaron La Niña, La Pinta y la Santa María” (Anónimo). El gobierno español da por “exitoso” y “ejemplar” el desalojo de los ochenta y tres inmigrantes que habían llegado a la isla de Tierra.

“Las primeras pateras que pisaron tierra se llamaron La Niña, La Pinta y la Santa María” (Anónimo).

El gobierno español da por “exitoso” y “ejemplar” el desalojo de los ochenta y tres inmigrantes que habían llegado a la isla de Tierra. La operación se llevó a cabo en medio de la oscuridad de la noche y, según se supo, los llamados “sin papeles” fueron repartidos entre España y Marruecos. Sin embargo esta acción que el presidente de gobierno considera ejemplar, lejos de ser modelo de nada es otro claro atentado a los Derechos Humanos, ya que el Ejecutivo ha vulnerado la ley de Extranjería.

Desde SOS Racismo censuran la falta de humanidad que caracterizó a esta operación. “Los inmigrantes deberían haber sido rescatados desde el primer momento porque sus vidas corrían peligro. El Gobierno ha incurrido en un delito de omisión de socorro y ha infringido los estándares mínimos de respeto a los Derechos Humanos", dijo Mikel Mazquiaran, portavoz de la entidad. Las ONG denuncian además que los inmigrantes permanecieron tres días sin comida ni agua y no fue hasta el tercer día cuando se les proporcionaron seis botellas de agua de litro y medio. En los días sucesivos, la guarnición militar que se encarga de la custodia del Peñón de Alhucemas, sí que facilitó agua, comida y mantas a los inmigrantes.

Por su parte, desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), también opinan que se ha vulnerado la legislación española al entregar a los inmigrantes a Marruecos: "La ley obliga a estudiar de forma individualizada si se reúnen los requisitos de entrada en España. En el grupo podía haber personas procedentes de Malí que podían haber solicitado asilo político en nuestro país", aseguró Estrella Galán, secretaria general de CEAR.

La sucesión de violaciones a los derechos humanos en las que ha incurrido el gobierno español ya ha trascendido fronteras y -gracias a la insistencia de algunos medios de comunicación- bien saben en distintos puntos del planeta cuáles son las características, las marcas de la casa que identifican a quienes hoy están en el poder. La negación de asistencia sanitaria a los inmigrantes irregulares que por real ley entró en vigor el pasado sábado 1 de septiembre, no es ya una simple sensación de atropello, sino que es en sí mismo el acto de inhumanidad más espantoso cometido por un gobierno español en muchos años.

Pero lo verdaderamente llamativo, y a su vez deleznable, es el hecho de saber que un mes antes de esta medida que deja sin derecho a la salud a miles de seres humanos, el Ministro de Justicia, Alberto-Ruiz Gallardón, sacaba a relucir su “humanidad” poniendo el grito en el cielo por un tema que, al parecer, le preocupa sobremanera: El aborto. "No entiendo que se desproteja al concebido permitiendo el aborto por el hecho de que tenga algún tipo de minusvalía o de malformación. Me parece éticamente inconcebible que hayamos estado conviviendo tanto tiempo con una legislación tan ihumana. Yo creo que el mismo nivel de protección que se da a un concebido sin ningún tipo de minusvalía o malformación debe darse a aquel del que se constate que carece de algunas de las capacidades que tienen el resto de los concebidos".

Si para Gallardón y los iluminados del PP  –impulsores de la reforma de la ley del aborto y defensores del Derecho a la Vida– un feto es tan importante, cómo se explica que al mismo tiempo le importe un pepino la vida de cientos de seres humanos a  quienes su gobierno ha dejado sin derecho a la salud. O la de estos otros seres “vivientes” que llegaron a la isla de Tierra y que anoche fueron apaleados en medio de la oscuridad (aunque con “exito”, según Rajoy). Cómo se explica que aún puedan usar en sus respectivos léxicos la palabra ética sin siquiera ruborizarse. Un misterio irresoluto. Algo éticamente inconcebible. 

Éticamente inconcebible
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