sábado. 20.04.2024

ETA está muerta, pero no sabemos dónde enterrarla

NUEVATRIBUNA.ES - 31.10.2010Pereza, mucha pereza, es la que me produce escribir este artículo, aún cuando lo que me debería dar es esperanza. Pero son tantas y tantas las veces en las que nos hemos sentido defraudados, engañados y vulnerados con este tema, que ahora no sé si estamos en una más o en la definitiva.
NUEVATRIBUNA.ES - 31.10.2010

Pereza, mucha pereza, es la que me produce escribir este artículo, aún cuando lo que me debería dar es esperanza. Pero son tantas y tantas las veces en las que nos hemos sentido defraudados, engañados y vulnerados con este tema, que ahora no sé si estamos en una más o en la definitiva. He estado, en representación de IU, en diferentes ediciones de Pactos por la Paz que firmaron los respectivos partidos democráticos; he estado, muy breve y equivocadamente, en el Pacto de Lizarra; he participado en diferentes foros y actividades auspiciadas por organizaciones pacifistas y, lo que más he sufrido, he participado en manifestaciones y funerales tras atentados… En fin, una parte importante de mi vida política la he dedicado con la mejor voluntad y con los mejores deseos a que ETA desaparezca. Sin embargo, ahí sigue. 

De lo que no me cabe la menor duda es de que ETA, como organización terrorista que nace hace más 40 años, está muerta. Ha muerto porque han sido derrotados policialmente, tal como algunos de sus miembros afirmaron. Pero sobre todo, han sido derrotados política y socialmente. Por eso, sus anuncios de tregua o cese, en diferentes modalidades, cada vez más recurrentes, no son otra cosa que el reconocimiento, por su parte, de su muerte. 

Ahora se trata de organizar su entierro. Y no va ser nada fácil. El patrimonio que han dejado en estos años ha sido mucho dolor, muchas víctimas, mucho odio y enfrentamiento social. Y esta herencia es de muy difícil asunción. Aunque es cierto que en Irlanda del Norte la situación era mucho más grave socialmente y poco a poco, con muchas dificultades, se va reparando. 

Como he dicho, no sé si en esta ocasión se logrará su desaparición. Como siempre, sobre la cuestión, se escriben ríos y ríos de tinta. Es más, en nuestra tierra, existen expertos en “estar a la última” en este tema. Si no fuera por lo trágico de la cuestión, produciría sonrojo contemplar la cantidad de personas que van de listos y alardean de conocer las verdaderas claves del momento. Yo estoy peor informado y no haré ningún vaticinio. 

Otra cuestión que se deriva de esta situación y que presenta morbo político es qué pasará con ellos en las próximas elecciones. Hay que recordar que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con sede en Estrasburgo, confirmó la ilegalización de ese espacio político tras seis años de procesos judiciales. Sin embargo, más allá de la ilegalidad, ese espacio estará presente en los comicios de la primavera. Porque políticamente existen. O bien, pidiendo el voto nulo como hace cuatro años o bien con nuevas marcas electorales porque se haya avanzado muy rápidamente en este proceso. A su vez, el espacio definido como izquierda nacionalista está en plena ebullición y muy ocupado,  quizás demasiado, anticipando cómo quedará tras el final y quien se llevará la mayor parte de ese espacio. 

En definitiva, mucho escepticismo y demasiados años acostumbrados a esa nociva presencia. Esto no obsta para que pida responsabilidad, tanto ciudadana como política. El Gobierno de España está emprendiendo, una  vez más, un camino para acabar con ETA. Lo han hecho, otros gobiernos desde UCD, PP, hasta el PSOE. En todos ellos, he confiado en que su propósito era benéfico. En ésas estoy en este momento y le deseo el mayor de los éxitos en esta misión.

Félix Taberna - Economista

ETA está muerta, pero no sabemos dónde enterrarla
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