jueves. 25.04.2024

Estados Unidos e Irán: cómo superar treinta años de errores

NUEVATRIBUNA.ES 20.3.2009(Para Safe Democracy Foundation - Artículo publicado el 16.3.2009)Bush le ha dejado un legado complicado a Obama en Irán. Durante meses, la opción de un ataque militar para abortar el programa nuclear iraní estuvo en la mesa del despacho Oval. Pero las exigencias en Irak y las discrepancias en el Pentágono demoraron la decisión.
NUEVATRIBUNA.ES 20.3.2009

(Para Safe Democracy Foundation - Artículo publicado el 16.3.2009)

Bush le ha dejado un legado complicado a Obama en Irán. Durante meses, la opción de un ataque militar para abortar el programa nuclear iraní estuvo en la mesa del despacho Oval. Pero las exigencias en Irak y las discrepancias en el Pentágono demoraron la decisión.

Obama ganó las elecciones con una promesa de recuperar el diálogo diplomático, pero sin descartar las opciones de fuerza. El último elemento de aguda preocupación para la nueva administración de tensión ha sido la puesta en órbita del primer satélite iraní.

Los escenarios de una eventual acción militar norteamericana serían los siguientes: destrucción de la central nuclear de Natanz, bombardeo aéreo de las bases militares iraníes para neutralizar la respuesta, infiltración de fuerzas de élite desde Afganistán e Irak y un eventual bloqueo naval.

LOS RIESGOS DEL ATAQUE

Los riesgos que presentarían estas operaciones militares serían los siguientes:
  • El ejército iraní no es desdeñable, y menos si se trata de defender el suelo patrio.
  • Misiles iraníes, pero también palestinos (Hamas) y libaneses (Hezbolá) podrían golpear Israel, lo que complicaría todo el escenario regional.
  • Posible cierre del estrecho de Ormuz, lo que entrañaría el peligro de alterar el suministro de petróleo desde el Golfo Pérsico.
  • Riesgo de no destruir por completo las instalaciones, lo que evitaría una solución para siempre y convertiría la crisis en un asunto por resolver.


ISRAEL TOMARÍA EL RELEVO

Y si Washington no lo hace, tal vez Israel tomaría el relevo. Esta posibilidad aumentaría, si se confirmara una deriva radical en Israel. La cuestión es si Obama podría evitarlo, como hizo Bush el año pasado, cuando le negó apoyo a Olmert en tres demandas, como reveló David Sange en el New York Times: munición específica para destruir la central de Natanz (Israel no dispone de ella), permiso para sobrevolar Irak y suministro en vuelo de sus aviones.

Mohsen Rezai, ex-jefe de los Guardianes de la Revolución, le ha dicho al analista norteamericano Roger Cohen que Estados Unidos tiene limitada su capacidad de intervención militar durante una década (hasta que se recupere de la guerra iraquí).

Subcontratar en Israel esa tarea de aniquilación militar de las capacidades nucleares de Irán constituye un riesgo inmanejable y la más estúpida de las decisiones, a juicio de Rezai.

Desde luego, para apaciguar a Israel lo mejor sería conseguir entablar ese diálogo que Obama prometió durante la campaña y que le costó ciertas críticas, incluso de quien ahora será la ejecutora de su diplomacia: Hillary Clinton.

EL ESTABLISHMENT RECOMIENDA LA NEGOCIACIÓN

Los medios norteamericanos han revelado contactos discretos del equipo encargado del dossier iraní en Washington con aliados europeos. Destacados actores del establishment norteamericano también están aconsejando claramente la negociación: el propio zar militar de la zona, General Petreus, el ex embajador especial para Afganistán, James Dobbins, o el ex embajador ante la ONU, Thomas Pickering.

Recientemente, en una entrevista para la cadena de televisión Al Arabiya, Obama empleó un tono constructivo y dialogante. Afirmó que Estados Unidos no es enemigo de Irán y admitió –esto es muy importante– que Estados Unidos ha cometido errores durante todos estos años. Treinta años de errores, en realidad. Errores ya previos a la caída del Shah, cuando emergía la corriente islámica, durante la crisis y después de la crisis. El catálogo precisa de más espacio del que disponemos, pero el reconocimiento de Obama cambió el discurso de las relaciones bilaterales, sea cual sea el resultado del esfuerzo diplomático.

En Irán, han recibido este discurso condicionadamente conciliador con cautela. Tanto radicales como moderados. Es preciso recordar que el impulso del programa nuclear se hizo durante los años de la presidencia de Jatamí, que puede regresar al poder si los máximos sacerdotes autorizan su candidatura en las elecciones presidenciales de junio. El actual presidente, Ahmadinejad, aseguró en el discurso conmemorativo del trigésimo aniversario de la Revolución, que Irán está dispuesto a entablar un diálogo basado en el respeto mutuo.

DESCENSO DEL PRECIO DEL PETRÓLEO

El momento es óptimo para negociar, puesto que el descenso brusco de los precios del petróleo ha agravado las dificultades económicas iraníes. Obama maneja persuasivos incentivos diplomáticos, que Bush desdeñó: el fin de las sanciones y la promoción de nuevas relaciones económicas y comerciales y, sobre todo, ciertas garantías de seguridad.

La metodología consistiría en englobar la cuestión iraní en el contexto regional y construir una visión de conjunto, que incluya el porvenir viable de Irak y la derrota definitiva de la amenaza jihadista en Afganistán. Curiosamente, Irán puede ser un socio de valía incalculable en la evolución positiva para Washington de ambos países vecinos.

En Irak, la ayuda iraní puede ser muy útil, en dos sentidos. Primero, por la influencia que la República islámica ejerce sobre la mayoría chií que detenta el gobierno central; y, segundo, por la neutralización de los grupos chiíes más radicales, quienes, sin el apoyo efectivo de Teherán, se verían muy debilitados. A cambio, Washington puede ofrecerle a Irán garantías de que sean preservados allí sus intereses, completada la retirada norteamericana. Irak nunca volverá a ser el mismo país, quizás sí igual de próspero, pero políticamente más vulnerable. Todos los vecinos mantendrán una notable influencia, al menos durante un tiempo, e Irán aspira a no ser menos que Arabia Saudí, por ejemplo.

INTERRUMPIR O LIMITAR EL PROGRAMA NUCLEAR

En Afganistán, ya hay un antecedente de colaboración iraní. Se trataría ahora de recuperar el espíritu de 1998, cuando Washington encontró en Irán un aliado inesperado frente al triunfo de los talibán.

Hasta el punto de que los estudiantes radicales sunníes y los clérigos chiíes estuvieron al borde de un conflicto militar. Luego, la torpeza de la administración Bush favoreció una inverosímil inversión, que llegó a situar a los talibanes derrotados y a los mulás amenazados en el mismo bando. Esta alianza circunstancial se ha ido debilitando, pero podría reavivarse si Obama no genera un cambio real de política en la zona. Hace unos días en el foro de Munich, los aliados de la OTAN coincidieron en que el puerto iraní de Chabahar sería una la alternativa más idónea a Pakistán para el suministro de sus efectivos en Afganistán.

Cohen evoca el ejemplo de Jomeini: contra su voluntad, se avino a hacer la paz con Irak, aunque había prometido no detener la guerra hasta la derrota de Saddam. Su sucesor en la conducción espiritual del país, Ali Jamenei, puede interrumpir o limitar el programa nuclear si es capaz de entender que lo que está en juego es la supervivencia de la Revolución.

Juan Antonio Sacaluga ha sido hasta hace poco Subdirector de Actualidad Internacional de los Programas Informativos de TVE y Director de "En Portada", desde 2004. Asimismo, es profesor del Master en Relaciones Internacionales y Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid desde 1999. Es licenciado en Ciencias de la Información, rama de Periodismo, por la Universidad Complutense, y en Filosofía y letras, rama de Historia, por la Universidad Autónoma de Madrid.

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