martes. 16.04.2024

Sí, el español está en riesgo, pero en Madrid

Sara Fernández-Nieves Díaz 

España sangra en el momento en el que una persona, tenga el cargo que sea, utiliza las lenguas de nuestro país como arma política. Nuestras lenguas corroboran que España es diversa y tendríamos que sentir un profundo orgullo por ello. Nuestra Constitución también sangra en el momento en que una persona llama “lenguas locales” a nuestras lenguas cooficiales (cooficiales de España y oficiales en las Comunidades Autónomas en las que se habla). Por ello, me gustaría pedir respeto por nuestra Constitución, ya que se hizo posible gracias al consenso político y social en un momento de tensión e incertidumbre. Hay que matizar que fue un consenso mayoritario y no unánime, pues hubo seis votos en contra: cinco de Alianza Popular (lo que es hoy el Partido Popular) y uno de Euskadiko Ezkerra (simpatizantes de ETA en aquel momento).

Sin embargo, a pesar de estos votos en contra, la Carta Magna salió adelante y podemos encontrar artículos que pretenden empoderar nuestra diversidad en detrimento de la uniformidad que algunos impusieron a golpe de fusilamientos, como es el artículo tercero del Título Preliminar, en el que se reconoce que “el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos”.

En ningún momento se habla de “lengua vehicular”, término que utilizó Wert en su ley educativa (LOMCE). Por ello, como la Constitución no recoge este término, la nueva ley educativa de Celáa (LOMLOE) prescinde de este término y dicta en la Disposición adicional trigésima octava que “las Administraciones educativas garantizarán el derecho de los alumnos y las alumnas a recibir enseñanzas en castellano y en las demás lenguas cooficiales en sus respectivos territorios, de conformidad con la Constitución Española, los Estatutos de Autonomía y la normativa aplicable”.  

Por todo ello, sugerir que la nueva Ley arrincona al español me parece de una ignorancia y de una deslealtad a la verdad impresionantes.

Y más si son partidos políticos que apoyan el bilingüismo ridículo de la Comunidad de Madrid. En las aulas bilingües madrileñas, que cada vez son más, se estudian asignaturas como Biología e Historia de España en inglés. En reiteradas ocasiones los psicolingüistas han defendido que saber la lengua académica no implica saber una lengua, es decir, por mucho que sepa ciertos términos relacionados con la historia de España en inglés, si no aprendo ese idioma por otros medios, no sabré pedir un café en Londres. Por tanto, de bilingüismo hay poco.

Sin embargo, sí hay mucho fracaso escolar. De hecho, según El Mundo, el 60% de los alumnos de Madrid que estudian en inglés sacan peores notas que los que estudian en español. En cambio, el bilingüismo madrileño no solo se traduce en peores notas, sino también en una menor comprensión lectora y expresión oral en español, a la vez que aumenta el abandono escolar.

El bilingüismo madrileño no solo arrincona al español, sino que lo silencia y hace que los estudiantes de español salgan sin una competencia comunicativa propia de un nativo, y mientras, la sociedad y el Gobierno de la Comunidad de Madrid (PP y Ciudadanos) callan. 

Sí, el español está en riesgo, pero en Madrid