España, entre dos mayos

En este año de efemérides, celebramos, según las ideologías, el recuerdo de dos eventos históricos en el mismo mes, que tienen a Francia como referente.Con la habilidad acostumbrada, Esperanza Aguirre ha montado los fastos del 2 de Mayo, dándoles un sentido impostado que coincide sospechosamente con el programa del Partido Popular.
En este año de efemérides, celebramos, según las ideologías, el recuerdo de dos eventos históricos en el mismo mes, que tienen a Francia como referente.

Con la habilidad acostumbrada, Esperanza Aguirre ha montado los fastos del 2 de Mayo, dándoles un sentido impostado que coincide sospechosamente con el programa del Partido Popular. Patria y libertad, el lema que sirvió en Chile para dar un golpe de Estado contra Allende: en eso consistió, según Aguirre, la lucha del pueblo madrileño contra los gabachos en 1808, con que comenzó la guerra de la Independencia. Puede decirse que la Nación española tiene su origen en el levantamiento del Dos de Mayo, escribe Aguirre en el prólogo de un libro conmemorativo, olvidándose de que la historiografía que maneja su partido sitúa el origen en Covadonga, con lo cual, privados de esa gesta, Don Pelayo, el Cid o el Gran Capitán, entre otros, quedan como personajes menores. Pero lo importante no es eso, sino señalar que, con aquella guerra, germinaba otra entre españoles, suscitada por la tensión entre la tradición y la modernidad, que tenía a la Francia ilustrada y revolucionaria como referente.

Los avances en modernidad que supuso la Constitución de 1812, se los cargó, en 1814, Fernando VII, que representaba la tradición. Y así sucesivamente, en 1820, en 1837, 1868, 1873, 1931... en que los intentos modernizadores fueron neutralizados poco tiempo después por restauraciones conservadoras. Es una modernización, a diferencia de la de Francia, siempre inconclusa, que hizo decir a Marx que España nunca había adoptado la moda francesa de empezar una revolución y terminarla en tres días. Tenía razón; aquí hace falta mucho más tiempo para casi todo.

El segundo evento de mayo se refiere también a Francia, porque en Europa, el 68 es, sobre todo, el mayo francés, y en menor medida checo; el 69 es italiano y el 67 berlinés. Acontecimientos menores, comparados con lo ocurrido en EE UU, pero ése es otro asunto.

En 1968, los contrarios a la dictadura franquista, muchos menos de los que salieron cuando Franco había muerto, pedíamos libertad y estábamos hartos de patria, de la madrastra en que había convertido la dictadura a este país. Francia, y sobre todo París, volvían a servir de referencia para los sufridos españolitos con el corazón helado por otros españolitos, pues estábamos inmersos en uno de esos períodos de reacción tan españoles, ya que aquí, lo verdaderamente importante, lo que ha tenido fuerza y continuidad ha sido la tradición frente a la innovación, lo existente ante lo posible, lo viejo frente a lo nuevo, que ha sido débil e inseguro y no ha encontrado ni tiempo ni ocasión para afianzarse y mucho menos para madurar.

Y en esas estamos.