sábado. 20.04.2024

La escoba de Corbyn, nuestro amigo inglés

La respuesta del Gotha del Labour no se ha hecho esperar: los zarracatines del divino Blair y sus hologramas ya han empezado a conspirar.

Cuando escribí en este mismo blog Animando a Jeremy Corbyn, nuestro amigo inglés no imaginé que saldría vencedor en las elecciones internas del Labour para dirigir dicho partido. La intención de aquel post era dar ánimos a nuestro amigo inglés frente a la poderosa estructura de dicha images (14)organización. La sorpresa debe haber dejado sin habla a sus competidores y, muy en especial, a la candidata auspiciada, dicen, por el divino Tony Blair, cuyos votos no han llegado al 5 por ciento. Sorpresa morrocotuda: Corbyn ha obtenido el sesenta por ciento de los votos. Lo que parece demostrar que los afiliados al Labour están hasta el cielo de la boca de quienes les han representado desde la Torre del Homenaje. Buena suerte y larga vida a Jeremy Corbyn.

Mucho me lo temía: algunos diarios españoles han empezado a decir la suya en plan de perdonavidas. De una parte insinúan que es un outsider de la política; de otra recalcan su inveterado izquierdismo. Nada que objetar a ello, porque entre otras cosas esas dos características son las que ha motivado a la afiliación laborista a llevarle a la dirección del partido, después de tan larga mandanga. Una afiliación que ahora está alborozada mientras que el divino Blair, al igual que la Zarzamora, llora que llora por los rincones. Y es que lo sucedido en Gran Bretaña, ha sido todo un terremoto político. No es sólo la rotunda victoria de Corbyn; es también el triunfo de Shadiq Kahn a la alcaldía de Londres, el candidato más a la izquierda en el Labour. Lo que vendría a demostrar que los británicos no han tenido un pronto.

Tiempo habrá y voces más informadas que la mía nos dirán qué movimientos tectónicos hay por aquellos lares y qué líneas tendenciales se están abriendo. De momento estamos ante la posibilidad de que un pacifista y un antinuclear pueda convertirse en Primer ministro. De un hombre que ha dicho que su objetivo es «dar esperanza a la gente común que está harta de tantas injusticias, de tanta desigualdad y de tanta pobreza que no son inevitables».  Hasta los cimientos del rey Canuto, el Príncipe de las Mareas, tienen que haberse revuelto.

Ahora bien, mientras esas plumas mejor informadas nos dicen el qué, sugiero a bote pronto las siguientes novedades: a) la movilización se ha producido en el interior del partido; b) decenas de miles de jóvenes se habían inscrito para votar, reteniéndose además que el voto a Corbyn ha sido muy mayoritario entre los afiliados al Labour de toda la vida; c) la enorme distancia entre estas bases del partido y su grupo dirigente y los parlamentarios, es decir, el choque entre la «verticalización» o el «pluralismo», del que nos habló siempre el malogrado Riccardo Terzi, la verticalización de unas oligarquías cada vez más restringidas e irresponsables y el pluralismo de las bases, que ha sido puesta en entredicho por la militancia comprometida.  

La respuesta del Gotha del Labour no se ha hecho esperar: los zarracatines del divino Blair y sus hologramas ya han empezado a conspirar. Hacen correr que Corbyn es un viejales rojo (por lo tanto, anticapitalista), internacionalista, pacifista. O sea, que no cabe en la city.  Lo que me recuerda un pasaje de una antigua zarzuela, La del soto del parral, donde el jefe del lugar responde a una interpelación: «Cierto, esto es una democracia, pero aquí no la practicamos».      

Punto final. Bien mirado, algo se está moviendo en Europa. En esta Europa de Sísifo y de tanto meandro están ocurriendo cosas que si yo tuviera mejores luces y entendimiento les pondría al tanto.

La escoba de Corbyn, nuestro amigo inglés