viernes. 19.04.2024

Eric Hobsbawm

En las primeras horas del lunes 30 de septiembre ha fallecido en Londres Eric J. Hobsbawm, a la edad de 95 años. Era él último superviviente del grupo fundador de la Historia Social británica y uno de los historiadores más influyentes de la segunda mitad del siglo XX.

En las primeras horas del lunes 30 de septiembre ha fallecido en Londres Eric J. Hobsbawm, a la edad de 95 años. Era él último superviviente del grupo fundador de la Historia Social británica y uno de los historiadores más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. De origen judío, nació en Alejandría (Egipto) y se crió en Austria y Alemania, de donde huyó en 1933 con ocasión de la subida de Hitler al poder, estableciéndose en Inglaterra. En su juventud, durante la guerra de España, participó en las iniciativas del movimiento estudiantil británico en solidaridad con la lucha contra el fascismo. En ese contexto se hizo comunista. Hablaba varias lenguas y era un consumado cosmopolita.

En la segunda posguerra mundial formó parte del grupo de historiadores del Partido Comunista británico, junto a colegas de la talla de John Saville, E.P. Thompson, Maurice Dobb o Rodney Hilton. Historiadores que animarían la legendaria revista Past and Present. Sin embargo, la invasión soviética de Hungría en 1956 hizo estallar el grupo, abandonando la mayoría de sus integrantes la militancia en el PCGB. Hobsbawm, sin embargo, mantuvo su afiliación y el grupo pervivió hasta poco después de la disolución del partido en 1991.

A partir de los trabajos del grupo de historiadores del PCGB, surgió la Historia Social británica, que alcanzaría una enorme influencia a lo largo de los años sesenta y setenta en la historiografía europea y norteamericana. La Historia Social británica, parte de los postulados marxistas en el análisis de la sociedad. Pero se trata de un marxismo abierto y flexible, muy alejado del marxismo estructuralista francés, cuyo máximo exponente fue Louis Althusser. Frente al determinismo althusseriano que acababa cosificando a la clase trabajadora, la Historia Social británica le otorga a los trabajadores y a los grupos sociales subordinados –campesinos, mujeres, afroaméricanos, etcétera– la capacidad de agencia. Es decir, la capacidad de torcer las “condiciones objetivas” mediante la experiencia y la acción colectiva.

Como disciplina, la Historia Social se encumbró en una época optimista, de ascenso de las luchas sociales, de empoderamiento de las clases trabajadoras y de extensión de los derechos. Una época en la que los historiadores consideraban que el ejercicio de su oficio era útil no sólo para explicar el presente, sino también para vislumbrar un cambio que anhelaban e imaginar alternativas al mundo capitalista.

Hobsbawm es autor de numerosas obras, incluida una autobiografía, sobre la historia de los siglos XIX y XX. Si tuviese que optar por algunas de ellas, destacaría, en primer lugar su trilogía sobre el siglo XIX –La era de la revolución, La era de la burguesía y La era del Imperio– un lúcido y penetrante análisis de esa centuria, capaz de inocular para siempre al lector o lectora el veneno del interés por la Historia. En segundo lugar, Hobsbawm fue un historiador del trabajo y los trabajadores –que es mucho más que ser un historiador del movimiento obrero-. En ese sentido debemos mencionar Trabajadores –agotado desde hace años e incomprensiblemente sin reeditar por su editor español– y El mundo del trabajo, dos volúmenes en los que reunió una serie de ensayos históricos.

Más allá de la historia global o la historia del trabajo, estuvo interesado en aspectos muy diversos, como el nacionalismo. Sobre este asunto escribió Naciones y nacionalismos y reunió, junto a Terence Ranger, una serie de ensayos bajo el título La invención de la tradición.

 Pero Hobsbawm ha sido más que un historiador. Sin ningún género de dudas ha sido también un intelectual comprometido. Un intelectual marxista que, en el contexto de la actual crisis global, ha colocado el arsenal analítico proporcionado por el autor de “El Capital” en primer plano. No sólo para comprenderla e interpretarla, sino también para dotarnos de una herramienta de transformación. No es extraño por lo tanto, que su última obra, traducida también al español el año pasado y que es un conjunto de estudios sobre Marx (y Engels) y el marxismo la titulase “Cómo cambiar el mundo”.

Ahora que el capital financiero, a través de los gobiernos, nos impone a la mayoría de la gente políticas ferozmente clasistas para preservar sus intereses, se hace necesario repensar los postulados de la historia postsocial, de la historia posmaterialista, que ha dado lugar a un nuevo determinismo idealista. Por eso, es la hora de leer a Eric J. Hobsbawm.

Eric Hobsbawm
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