Erasmo en Cajamadrid

NUEVATRIBUNA.ES - 8.3.2009Erasmo de Rótterdam ha pasado a la historia por sus concepciones humanistas y por sus difíciles relaciones con el Papa y con Lutero, cuando desde ambas partes se le exigía fidelidad, responsabilidad, pronunciamiento público a favor de la Reforma protestante o de la Contrarreforma vaticana. Su apoyo a uno u otro bando no era, es obvio, determinante para un cese de hostilidades.
NUEVATRIBUNA.ES - 8.3.2009

Erasmo de Rótterdam ha pasado a la historia por sus concepciones humanistas y por sus difíciles relaciones con el Papa y con Lutero, cuando desde ambas partes se le exigía fidelidad, responsabilidad, pronunciamiento público a favor de la Reforma protestante o de la Contrarreforma vaticana. Su apoyo a uno u otro bando no era, es obvio, determinante para un cese de hostilidades. Sólo lo hubiera sido, si ambas partes hubieran coincidido en una solución negociada, en lugar de alimentar una guerra en la que los políticos, príncipes, reyes, emperadores, ventilaban el reparto de poder en una Europa desangrada. Conflicto religioso pues que como cualquier otro conflicto era un conflicto de poder.

Erasmo, en mitad de la confrontación, escabulló siempre pronunciarse abiertamente a favor de uno otro bando. Reconocía los errores y los males del doctrinalismo, la burocracia eclesial, la falta de libertad, el dogmatismo del papado. Pero también advertía la intransigencia, la violencia, la dependencia de los príncipes, la violencia, que iban a desencadenar en toda Europa las propuestas de Lutero.

Erasmo consideraba que la radicalidad, la violencia y el fanatismo de ambos bandos, los hacía cada vez más parecidos, hasta el punto de responder a los requerimientos del Papa, afirmando, preferiría morir a unirme a una fracción. Lutero le llamó, por eso mismo, Rey de los Anfibios y hubo quien más tarde le definió como Rey del pero.

Erasmo sabía además que elegir bando no siempre supone elegir un aliado, sino que, en muchas ocasiones, es elegir un enemigo. Así pues, al intentar mediar y negarse a elegir bando, sólo consiguió ser mal visto por ambos y concitar la hostilidad de luteranos y papistas que le aislaron y acosaron hasta el final de sus días.

Su Elogio de la Estupidez es todo un ejercicio premonitorio de ese intento desdichado de situarse en la dinámica política, con libertad de crítica. Los locos y los bufones lo intentan, procurando tomar distancia con respecto a los contendientes enfrentados, pero con frecuencia pagan caro su ingenioso atrevimiento.

La guerra abierta en Cajamadrid tiene mucho de confrontación de intereses personales, partidistas, intramuros de los partidos y ansias de poder. Mantener la cabeza fría en un conflicto de tal calibre no es fácil, aunque arrecien las presiones y exigencias de alineamiento en alguno de los bandos enfrentados. Hacerse el loco y elogiar la estupidez no sirve de nada. El miedo a la libertad es legítimo, pero sus resultados son siempre desastrosos para la democracia.

Las cajas son entidades financieras sometidas a leyes que regulan su funcionamiento. La Ley de Cajas del Estado crea un complejo equilibrio en el Gobierno de las cajas. En sus órganos de dirección están representados los parlamentos autonómicos, los ayuntamientos, los impositores que tenemos cuentas en las cajas, las entidades sociales representativas y los propios trabajadores de las cajas. Los beneficios de la Caja se reinvierten en la Caja o en la sociedad a través de la Obra Social o la Fundación Cultural.

El diálogo, el consenso, el acuerdo, la profesionalidad, son elementos esenciales para acordar las estrategias, las inversiones, el buen funcionamiento, las líneas de actuación de cada caja de ahorros. Las cajas manejan muchos recursos de la sociedad y el intervencionismo sobre las cajas es una tentación que hay siempre que conjurar. Son instrumentos de la sociedad y para la sociedad y no de los partidos de gobierno en cada comunidad autónoma.

El conflicto en Cajamadrid nace con una modificación de la Ley de Cajas de la Comunidad de Madrid, introducida por la puerta de atrás en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos, mediante enmiendas presentas en el último minuto, cuando ya se había iniciado el proceso de renovación de los órganos de dirección de Cajamadrid siguiendo la Ley anterior de Cajas de 2003.

De esta forma el Gobierno del PP en la Comunidad de Madrid reduce la representación de los ayuntamientos y aún más la del Ayuntamiento de Madrid, en su incansable controversia con Ruiz Gallardón, reduce la representación de los impositores que tenemos cuentas en Cajamadrid y pone en manos del Gobierno regional la designación de entidades representativas. El poder político de turno se reserva así la mayoría en la Caja y los designios sobre su futuro. Futuro incierto cuando el consejero de Hacienda de Madrid anuncia intenciones de privatizar, dando entrada al capital privado en la Caja.

El asunto se ha enredado aún más por la posición confusa del líder de la oposición madrileña que, en un ejercicio de sí pero no, del estilo “OTAN, de entrada no”� pero luego ya veremos, a lo mejor sí. No vota la Ley de Cajas de Aguirre, niega cualquier acuerdo aunque todos, todos dicen que hay acuerdo, pero vota con el Gobierno Aguirre en los órganos de dirección de la Caja. No aparece públicamente pero todos terminan apuntándose su alianza.

Quitar y poner presidentes. Quitar y poner directivos. Administrar recursos económicos increíbles. Repartir créditos a discreción. Decidir dónde se invierte y dónde no. Repartir juego y recursos de todos en beneficio de unos pocos, dándoles entrada en el reparto de beneficios. Es una tentación política, pero no es bueno para la gestión profesional de la Caja, ni para el futuro de nuestra Comunidad. Ni tan siquiera es bueno para la política democrática.

Para CCOO el problema no es quien preside la Caja, sino su estabilidad, su naturaleza jurídica, la representación equilibrada de la Asamblea de Madrid, los ayuntamientos, los impositores, las organizaciones representativas de la sociedad, los trabajadores de la Caja. El papel social de la Caja su eficacia y eficiencia en la gestión de los recursos de todos. En definitiva la Caja es de toda la sociedad y no del partido de gobierno de turno.

Restablecer el consenso político y social en Cajamadrid es urgente. Requiere del esfuerzo de cuantos participan en sus órganos de gobierno. Es irresponsable no hacerlo y alentar el conflicto cuando la crisis arrecia y las empresas y las familias necesitamos más que nunca el compromiso de las cajas de ahorros para trabajar y combatir sus efectos económicos y sociales.

No como Erasmo estamos locos, no somos estúpidos. Respetamos las leyes y las instituciones. Pero somos libres, demócratas, autónomos y defendemos sólo a los trabajadores y sus intereses generales.

Ese es nuestro bando, sabemos qué Cajamadrid queremos y necesitamos. Somos dialogantes y negociadores hasta la saciedad, rigurosos en nuestras propuestas, firmes en su defensa, leales en el acuerdo. Cuando ambos bandos quieran sentarse a negociar ahí estaremos.

Javier López es secretario general de CCOO-Madrid

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