viernes. 26.04.2024

Elecciones más justas

Hay que decir que el anuncio de abordar una posible reforma de la ley electoral nos aproxima a un presidente que muestra una cierta sensibilidad hacia las minorías, aunque no le beneficie como partido. Habrá, por tanto, que anotar en su haber que eso le suma un talante democrático y de justicia que es de agradecer.La actual ley electoral, con evitar algunos problemas, agrava algunos vicios.
Hay que decir que el anuncio de abordar una posible reforma de la ley electoral nos aproxima a un presidente que muestra una cierta sensibilidad hacia las minorías, aunque no le beneficie como partido. Habrá, por tanto, que anotar en su haber que eso le suma un talante democrático y de justicia que es de agradecer.

La actual ley electoral, con evitar algunos problemas, agrava algunos vicios. No es justo que partidos u organizaciones de ámbito nacional se vean seriamente perjudicados en beneficio de otros que, refugiados en lo territorial, ostentan una representación que agrede a otros con mayor número de votos.

Resulta difícil entender que una organización con un millón de votos no tenga en el parlamento ni la mitad de la representación que otras con menos papeletas. Posiblemente, en su momento, hubo de hacerse así. Pero el rodaje democrático ha demostrado la injusticia de lo que entonces fueron meros ajustes para primar la voz de los territorios.

Bien está. Pero también parece lógico que se adapte la ley a la voluntad de la ciudadanía. No es buena la bipolaridad. No es bueno el bipartidismo a ultranza. Y la experiencia parece demostrar que nuestro actual sistema nos lleva inexorablemente aun sistema bipartidista que ahoga la voz de miles de ciudadanos que no comparten ideología con las organizaciones mayoritarias.

Nuestro sistema democrático tiene algunas paradojas. Y una de ellas es que respeta a minorías minoritarias (PNV, CiU o cualquier otra) y castiga ferozmente a otras que pueden presumir de ser minorías mayoritarias (IU es el ejemplo más claro).

Abrir este debate, cuando se abre la legislatura es bueno. Porque tenemos por delante cuatro años para, reposada y tranquilamente analizar las consecuencias y ventajas de un posible cambio de la ley electoral. No es mala solución la de establecer el famoso colegio de restos. Es decir, aprovechar aquellos votos que quedan perdidos en las circunscripciones, insuficientes para otorgar un diputado, pero que, sumados pueden ajustar los resultados a la voluntad de los electores.

Los votantes de IU no se merecen que les quede la sensación de que han tirado su voto por la alcantarilla, cuando, realmente, resultan en votos la tercera fuerza política. Avanzar en esa dirección siempre será bueno. Y aportará al ciudadano la satisfacción de que su voto no es inútil.

Habrá, sin duda dificultades por llegar a un acuerdo. Ni al PP ni al PSOE les interesa electoralmente una reforma en este sentido. Y, sin embargo, habrá que convenir que es, como poco de justicia.

La generosidad de los vencedores siempre es una gloria. Ya lo escribió Manuel Machado en otro contexto:

“Arde en el fondo Breda... Su alegría
oculta el vencedor. Y el pecho fuerte

del vencido devora su amargura”.

No más amarguras para quienes no vencieron. Démosles justicia.

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