viernes. 19.04.2024

El triunfo del pensamiento político

Rajoy empieza a hacer de las suyas: Primer Consejo Europeo al que asiste y dice dos cosas inaceptables: 1ª Dar por supuesto que le van a montar una huelga con una reforma laboral de la que todavía no se sabe nada. Eso es intolerable por la razón de que trata de deslegitimar la acción que pueda tomar o no la ciudadanía. Es tanto como negar el espacio público. Ponerse la venda antes de la herida.

Rajoy empieza a hacer de las suyas: Primer Consejo Europeo al que asiste y dice dos cosas inaceptables:

1ª Dar por supuesto que le van a montar una huelga con una reforma laboral de la que todavía no se sabe nada. Eso es intolerable por la razón de que trata de deslegitimar la acción que pueda tomar o no la ciudadanía. Es tanto como negar el espacio público. Ponerse la venda antes de la herida. Señales todas ellas que ponen de manifiesto la talla política del Presidente del gobierno actual.

2ª Declara ante los líderes europeos que lo tiene difícil porque el anterior gobierno le ha dejado una herencia negativa. Esto, además de ser una deslealtad institucional, es una vileza, porque Rajoy - que sabe de sobra que el origen de la crisis está en EE.UU. y que el origen del problema de España viene de lejos (Gobiernos de Aznar) - al mantener este discurso, está asumiendo que nada en Europa debe cambiar, que nada Europa puede hacer y que no debe modificarse el compromiso de reducción de la deuda. Pone además de manifiesto, el escaso valor político que tiene, ya que, rechistar, además ante Europa, poner esta excusa, lamentarse del pasado, es una señal de tu propia debilidad, y ante los demás, y más en la situación de España, lo peor que se puede hacer para tratar de jugar un papel de relevancia, es mostrar y alardear las dificultades. Pero es que además, a la política, y más a la presidencia del Gobierno, hay que llegar ya llorado de casa.

Sin embargo, no son estos errores gratuitos, muy al contrario, son claramente intencionados. Tienen por objeto transmitir una idea procesal de la crisis, y de esta manera, hacer percibir que sus soluciones están al margen de la ideología conservadora. Ante las dificultades políticas, lo mejor es despreciar las causas, olvidar el origen, borrar las pistas de los contextos políticos y las circunstancias específicas, y presentar las soluciones como inevitables, es decir, como el resultado de un proceso que como cualquier organismo natural tiene una evolución biológica. Es la línea que está siguiendo este gobierno en otras materias como Justicia (reforma de la ley del aborto) o Educación (supresión de un curso de secundaria). En el primer caso, hay que reformar la ley y volver a la del 85, porque la anterior era la situación natural, y la actual, lejos de garantizar ningún derecho a las mujeres, lejos del análisis específico de las soluciones que aporta, de los problemas específicos que corrige, del análisis de los cambios socio-económicos de las mujeres, se desviaba de una línea que ya era la asumida. Lo mismo ocurre con la educación, se quita un curso de la ESO, bajo la justificación de que España tiene un estrepitoso fracaso escolar y lo natural es no tenerlo. Y eso era algo que se conseguía nada menos que con la Ley Moyano. Nada importa la adquisición de competencias o el desarrollo del pensamiento formal en el adolescente, de nada sirve implementar refuerzos educativos, o analizar específicamente los contextos educativos. La Educación se entiende como un proceso natural, según el cual, el alumno tiene que alcanzar niveles de excelencia a cualquier precio. Pero de nuevo, bajo esa concepción predeterminada o automatizada, se oculta un colosal desinterés por la diversidad de la comunidad educativa y el desprecio por los más débiles que, sin recursos pueden abandonar el sistema educativo más pronto.

El objetivo siempre es el mismo: bajo un manto o justificación tecnocrática de los problemas, se ocultan reformas de profundo calado ideológico (conservador e incluso reaccionario). Esta práctica – que está ampliamente extendida en Europa bajo el patrocinio de Merkel y Sarkozy – no es inédita en la Historia de España. A partir del auge de los tecnócratas a las carteras importantes del régimen franquista, en este país, la dictadura no dejó de repetir por todos los medios que España progresaba, que el auge económico, que la modernización eran el resultado natural de la evolución de lo que denominaban democracia orgánica. Uno de ellos, Fernández de la Mora, teorizó sobre ello al analizar lo que consideraba el crepúsculo de las ideologías, esto es, el desarrollismo económico anulaba, hacía innecesarias y agotaba los sistemas de pensamiento racional que el hombre había desarrollado desde la ilustración (desde el marxismo, pasando por la democracia cristiana o el republicanismo). De este discurso, de esta trampa dialéctica, fueron conscientes intelectuales tan importantes como Martín Santos, que concibieron, desde muy pronto, una idea renovadora del país. La diferencia principal con los tecnócratas y después, con los reformistas del régimen, radicaba en que para el PSOE, por ejemplo, las necesarias reformas económicas, tenían que ir unidas a la reforma política y democrática del país y a la consecución de las libertades cívicas, sociales y culturales desconocidas por el franquismo.

Hoy como ayer, el desafío está en el pensamiento político. La respuesta a la crisis está tanto en buscar alternativas justas, cuanto en socializar la política, en transmitir la idea de que los acontecimientos no son procesuales o siguen una evolución natural-lineal, sino que detrás de cada decisión política hay una idea de Estado, de sociedad, o de poder. Y que la solución de los problemas no pasa solamente por articular determinadas medidas de carácter económico, sino en plantear claramente, que todas nuestras dificultades tienen que ver con el papel que le damos a la política.

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