viernes. 29.03.2024

El tercer… problema

Se empeñan en continuar en el tercer puesto. Incluso da la impresión de que se encuentran incómodos con esa medalla de bronce y, dado su comportamiento, pretendan conseguir el segundo, cuando no el primer puesto del ranking.

Se empeñan en continuar en el tercer puesto. Incluso da la impresión de que se encuentran incómodos con esa medalla de bronce y, dado su comportamiento, pretendan conseguir el segundo, cuando no el primer puesto del ranking. El problema es que, como si de una competición deportiva se tratara, una parte no desdeñable de la ciudadanía parece ser que les sigue, les apoya, o al menos son neutrales, y nadie parece ser que se escandalice de ese comportamiento. Sorprende que en la prensa no aparezca ninguna crítica al respecto. Cada vez más los políticos no tienen ningún empacho en decir una cosa y al día siguiente hacer todo lo contrario. En las encuestas del CIS, sin embargo, desde hace algún tiempo, los ciudadanos perciben a la clase política como el tercer problema que tiene este país.

La comparecencia de Zapatero para anunciar el adelanto de las elecciones generales es una buena prueba para demostrar esta cuestión. Hasta el día antes de su comparecencia, tanto Zapatero como otros cargos del gobierno y del partido que lo sustenta, habían venido manifestándose en la necesidad de agotar la legislatura hasta marzo. Lo argumentaban expresando que era lo mejor para España, que era lo mejor para la estabilidad del país, que era necesario ese tiempo para completar las reformas emprendidas. Algunos fueron tan explícitos que dijeron que adelantar las elecciones sería bueno para el PSOE pero malo para el país y que, por lo tanto, la responsabilidad del gobierno era mantenerse hasta el final de la legislatura en beneficio de toda la ciudadanía. Pues bien, de buenas a primeras, Zapatero sin desdecirse de lo anteriormente expresado -la bondad de agotar la legislatura- anuncia que se anticipa la fecha de las elecciones y que éstas se celebrarán el 20 de noviembre. Ninguna explicación, ninguna justificación sobre el cambio de opinión. Es más, en su comparecencia Zapatero anuncia que lo tenía “pensado desde hace tiempo” ¿Quiere decir esto que mientras nos hablaba de la necesidad de agotar la legislatura había decidido todo lo contrario? ¿Mentía antes o miente ahora? ¿Cómo es posible que lo mejor para España de un día para otro sea todo lo contrario? ¿Por qué los políticos no se sienten obligados a justificar su cambio de opinión y la toma de decisiones cuando van en contra de lo que han venido manifestando?

En fin, lo lógico, lo acertado, lo necesario, lo exigible sin más, es que antes de anunciar su decisión explicaran que elementos le han inducido a cambiar radicalmente de rumbo, que reconocieran que han estado diciendo una cosa cuando deciden la contraria y explicaran a la ciudadanía el por qué. Lo contrario, el impudor con que se cambia de criterio sin justificación ni aclaración alguna, es una falta de respeto a toda la ciudadanía absolutamente inaceptable.

Por otra parte, como ya he dicho antes, es sorprendente que desde la prensa no se le dé ninguna importancia a este hecho, y se pase directamente al análisis de los efectos del adelanto de las elecciones, como sin tal cosa, sin dar la importancia que para mí merece una cuestión de este tipo. Da la impresión de que se ha digerido, asumido e integrado en el pensamiento colectivo que los políticos son así: que dicen una cosa y cuando les conviene dicen lo contrario, sin que medie ninguna aclaración ni justificación por medio, que, efectivamente, los políticos son unos mentirosos, que es gente de poco fiar, que los programas electorales están para incumplirlos y no para lo contrario, que no significa nada el compromiso con los electores, que la ética no va con ellos. Es verdad, que resultados electorales como los producidos en la Comunidad de Valenciana, puedan hacer creer que da lo mismo ocho que ochenta, ya que en este caso el asunto es todavía más grave: no sólo mienten, sino que, además, trincan sin que los electores les castiguen por ello.

A pesar de todo, afortunadamente, parte de la ciudadanía está harta y no acepta la mentira, el impudor y la farsa de muchos de nuestros políticos, que no eleva a la categoría de normal lo que a todas luces son comportamientos totalmente anómalos. Cada vez son más los ciudadanos que levantan su voz contra estos comportamientos. Ahí tenemos las simpatías que ha despertado el Movimiento 15M a pesar de su desestructuración -¿o quizás por ello?- que los partidos políticos harían bien en tener en cuenta.

En fin, ¿nos toman todos por tontos de baba cuando actúan de esta manera? ¿Lo somos? Estoy convencido de que no. Exijamos más respeto

El tercer… problema
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